¡Qué arda Tebas! Comedia de el lado b del acto teatral

¡Que arda Tebas! es una comedia que relata las aventuras de un grupo de actores de distintas generaciones y los problemas que pueden existir dentro del gremio. En entrevista, su autor, Américo del Río, explica que, pese a la pandemia, aún existen ciertos egos y competitividad
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Cuando Américo del Río, actor y dramaturgo, retomó hace tres años para su obra ¡Qué arda Tebas!, el fragmento: “Además, la divinidad que produce la peste, precipitándose, aflige la ciudad. ¡Odiosa epidemia!…”, de Edipo Rey, de Sófocles, no sabía que tendría tanta profundidad y que ésta provocara tanto eco para la presentación de su segunda temporada, ahora en el Centro Cultural Helénico.

No obstante, el actor cuenta a Reporte Índigo que en 2019, la escribió tras reflexiones bastante amargas, y un tanto luminosas a la vez, sobre la carrera teatral, pero en un contexto político distinto.

“Cuando se estrenó había dos factores que simplemente no estaban jugando como ahora, la pandemia y la inconformidad del gremio artístico con el poder, fue cuando Peña Nieto estaba en el poder, entonces la gente del teatro estaba muy en contra de las políticas, dos años después de Ayotzinapa, había un descontento con la figura presidencial.

“Ahora ha habido cierto desencanto por parte de mucha de la gente, sobre todo la de cultura y artes, que apoyó la llegada del nuevo Gobierno, entonces ahora se refleja la parte política desde otro lado”, relata Del Río.

El paso del 2019 al 2022 representó para todo el elenco el cambio de contexto de la obra, pues las palabras tienen otro sentido, incluido, el mismo concepto de epidemia, pues originalmente hacía alusión de manera metafórica a la corrupción y al desinterés por la cultura.

“Se me hace muy asombroso el poder encontrar que estas palabras ahora tienen otro sentido, porque todos venimos de sufrir mucho por la pandemia”, indica.

Algunas actrices, y actores incluso, le revelaron que desde hace años no tenían trabajo, algo que resonó tanto en él como en Juan José Tagle, director de la puesta en escena.

Por ello, decidieron abordar ¡Que arda Tebas! de una manera más profunda, dejando que la comedia aflore desde otra óptica, a partir de fortalecer ciertos aspectos de los actores y desde “la neta de los personajes”, es decir, adquirieron una tridimensionalidad y más capas de lecturas.

“Por ejemplo, en la obra hay una relación antagónica entre el director y uno de sus actores, cuando la montamos esto estaba desde un inicio y Tagle replanteó que se fuera construyendo poco a poco, es más interesante que esta relación antagónica explote más avanzada la obra, porque han estado ocultando esa rivalidad, conviene que le bajen a la ira y se vaya cocinando, ese sencillo cambio hizo que la abordáramos más complejamente”, explica.

Esta modificación, considera Américo, da mayor interés al texto, pues muestra lo complejo del ser humano y cómo, en una relación, ya sea dentro del teatro o de la vida, debajo de una capa de camaradería y fraternidad hay enojo, enfrentamientos, envidias y rabias soterradas.

Entre las cosas positivas que puede analizar de ¡Qué arda Tebas! es, asegura, que al menos él responde al llamado de la vocación y, a pesar de todo, el miedo y terror que surge al escuchar la tercera llamada y subirse al escenario, permanecen.

Un golpe de realidad en ¡Qué arda Tebas!

Pero, esta misma parte se enfrenta con otra serie de realidades, las cuales se intensificaron y mostraron con la pandemia, como los egos.

“La falta de trabajo, la competencia no sana, la cuestión del tipo físico en el cine, qué difícil es que haya películas que traten de romper un poco el esquema dictado por el texto mismo, un rey que en vez de ser blanco sea negro, siempre se va a estar requiriendo un tipo físico, y eso a todos nos afecta. Yo he perdido trabajos, porque a pesar de haber sido quien mejor lo hizo me dicen ‘no te ves tan árabe’, pero si llega alguien que lo hizo peor, pero tiene cara de árabe se va a quedar”, comparte.

Otra de las cosas que ve en el campo teatral es el enfrentarse al poder, pues como artistas, confiesa, también necesitan esta relación con quien tiene el control económico, gubernamental y/o privado.

“Son relaciones que no podemos tapar el sol con un dedo; la cuestión de la juventud, del paso del tiempo, de si se gana madurez cuando se avanza, pero se pierde potencia física, son un montón de realidades que no han cambiado y que la nueva interpretación lo ha reflejado”, indica.

“Ojalá que el gremio se reinvente a sí mismo, pero creo que más vale estar alertas y no ser optimistas”
Américo del RíoActor y dramaturgo

La pandemia agregó un golpe más duro, pues las primeras actividades en cancelar fueron las artísticas, el teatro cerró porque se señaló como actividad no esencial.

“Duele, es terrible y, creo, eso ha impactado de una u otra manera, hay un gozo de vernos de nuevo, hay algo muy vital, pero también no soy positiva, seguimos siendo humanos y tenemos nuestras carencias hacia la vanidad y competitividad”, opina.

No obstante, Américo del Río explica que, aunque quizá no sean indispensables para la sociedad, sí cree que son “importantes” y en ello radica para que el gremio, después de dos años de confinamiento, se reivindique.

Incluso, cuando hubo un boom de espectáculos vía Zoom, provocó en las y los artistas una reflexión más profunda sobre qué mensaje quieren transmitir después de la pandemia, estudiar los lenguajes audiovisuales, pictóricos y dancísticos ya existentes, y evitar “descubrir mediterráneos”.

“No pasa nada si no la pegamos en nuestra profesión, no se acaba el mundo, como actores dicen, ‘yo voy a actuar toda mi vida’, ¿qué pasa si no actúas, te vas a morir? La vida sigue, además no solamente se ejerce tu oficio y pasión estando en el escenario, uno transforma más vidas con el teatro permitiendo que otros que nunca lo han hecho lo hagan.

“No hay que temer, hay que cerrar desde la alegría de que podemos actuar ahorita y si mañana no, no pasa nada. Todo mundo recibió la lección, no sé si todos la aprendieron y dudo que todo mundo la aplique, pero con que uno sepa que así son las cosas va a vivir tranquilo”, puntualiza.

Aprendizajes

Como autor de ¡Que arda Tebas!, Américo del Río comprende que no importa si él escribió algo específico, al final, los actores son “creadores soberanos’’.

“La situación misma me ha llevado a modificar mi texto, mi ‘yo actor’ se revela contra mí ‘yo autor’, pero el actor es el que está en escena, es un creador al darle vida a esas palabras. Como actor debo seguir preparándome, si dejo que el ocio, que la desesperación, la angustia me domine voy a perder mucho; el actor debe aprender de los músicos y bailarines, si emulara a estos gremios, se harían cosas mejores”, opina.

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