Anteriormente el mercado de las ideas era custodiado por editores de periódico, de libros, de revistas o productores de radio y TV.
Estos personajes decidían las ideas que entraban en el consciente popular y las que no tenían cabida.
Hoy en día esta especie de guardianes de las ideas, han sido desplazados por algoritmos, es decir, cuando realizamos una pregunta a “Siri” o una búsqueda en Google, incluso checar nuestro muro de Facebook o Twitter, son algoritmos los que nos dicen cuales son las “ideas” más importantes, las “primeras planas”, tal y como lo hacían los encabezados de los periódicos o los programas de TV, hasta hace algunos años.
Antes, sabíamos quién era el guardián de nuestras ideas, podíamos ver su nombre en un directorio, incluso conocer su agenda o gusto personal, además, la información que recibíamos no era la más objetiva.
Hoy los algoritmos, esa serie de instrucciones de las que se nutren las computadoras para realizar una acción, que a su vez, les son enviadas por programadores, son las que determinan la prioridad, trascendencia y relación entre una idea y otra.
Dicho mecanismo no se ha cuestionado, no sabemos, y muchas veces las mismas compañías de programación tampoco saben cuales son las tendencias para discriminar la información que nos llega.
Es por ello que Kelly McBride del Instituto Poynter y Gilad Lotan, jefe de científicos de Betaworks, ofrecieron la conferencia “Algoritmos, periodismo y democracia”, en el marco del “Festival SXSW14” dentro del espectro de medios interactivos.
Los ponentes señalaron que los usuarios de herramientas como Google o Facebook, damos por hecho que la información que el buscador o la red social nos arroja es verdadera y prioritaria pero no se cuestiona de donde vienen estos resultados ni por qué.
Los algoritmos para una compañía como Amazon son la “receta secreta”, son el potencial diferenciador entre un producto y otro. Por ejemplo: el éxito de Facebook está basado en el gusto que los usuarios encontraron en la red social, les agradó la forma en que conectaba a la gente, más que MySpace, por citar a un producto anterior.
De acuerdo con McBride y Lotan, es importante que los gigantes de la información actual, como los señalados anteriormente, publiquen en qué se basan para dar la información y correlaciones que ofrecen. Algunas compañías han optado por dar un esbozo abstracto de cómo toman las decisiones y posicionamiento de las ideas.
Es importante recordar que los algoritmos son más complejos que una decisión tomada por un humano. Son un conjunto de decisiones y prioridades que hacen que una búsqueda en un navegador o en una red social nos da las ideas que, según “ellos” son mejores o más afines a nosotros.
Para McBride, estos algoritmos son los que hoy alimentan el mercado de las ideas y necesitan contrapesos que cuestionen, esta labor le pertenece a periodistas y organizaciones no gubernamentales. También es necesario educar a las nuevas generaciones de periodistas a cuestionar los algoritmos y no dar por hecho toda la información que arroja la tecnología.
Aunque Lotan intervino y comento que es tan lento introducir un concepto nuevo a un plan de estudios de alguna universidad, en cambio las compañías de tecnología avanzan a una velocidad impresionante.
Esto no quiere decir que las compañías de tecnología sean malas o buenas. Son organizaciones complejas que buscan ayudar a sus usuarios, pero al final del día sus decisiones se basan en maximizar la ganancia monetaria, por eso es urgente crear contra pesos que no se basen en las oportunidades económicas solamente, sino en transparentar el servicio de información que ofrecen.
En síntesis, actualmente es importante preguntarse: ¿Quién pone estas ideas en mi cabeza?