Matamoros celebra este 29 de marzo el nacimiento de su ídolo, Rigo Tovar, un músico que más allá de la etiqueta fácil, cambió el rumbo que tomaría la música tropical y grupera; géneros que con su talento evolucionaron hasta convertirse en una de las industrias más rentables.
Visto durante largo tiempo por el ala más conservadora de la música como un simple compositor de melodías destinadas para la clases baja, Rigo experimentaba un impulso por romper las barreras musicales que el lugar común le atribuía a los artistas tropicales.
Rigo bien podía mezclar cumbia, grupero, rock, mariachi, disco e incluso música clásica. El de Matamoros no ocultaba su gusto por bandas y artistas como Black Sabbath, Queen, Bee Gees, Elton John, Barbara Streisand, Village People, Kiss, entre muchos otros.
Este compositor fuera de la común tomó del rock las guitarras eléctricas, de la música disco y el pop estadounidense recogió los sintetizadores y la batería eléctrica, para introducirlas a la música tropical, algo nunca visto hasta la llegada de Rigo.
En 1979, Rigo Tovar y su banda Costa Azul se dieron el lujo de grabar un parte de su séptimo disco, Dos tardes de mi vida, en Abbey Road, el mismo estudio en el que John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr alcanzaron la cima del rock unos años antes.
Lo de Rigo era un claro impulso por romper los moldes, no conforme con introducir ritmos e instrumentos ajenos a la música tropical, Tovar llevó a su banda a experimentar con piezas de música clásica, aunque sin grandes destellos en la ejecución.
El artista nacido a orillas del Río Bravo convirtió en cumbias piezas de música clásica del compositor austriaco, Joseph Haydn, y del ruso Aleksandr Borodín, de quien tomó la sinfonía En las estepas del Asía Central para ser ejecutada por los músicos de Costa Azul.
Se trataba de un rockstar en una época en la que estas figuras estaban vetadas junto a los conciertos masivos, tras los “incidentes” en el Festival de Avándaro; Rigo rodeado de grupis, lujos, excesos y un aspecto que no pedía nada al de Jim Morrison o Joey Ramone se convirtió un icono.
Al sur de la Ciudad de México, Rigo tenía una casa en la que estacionaba su Rolls Royce blanco con asientos de piel y acabados en color dorado; un vehículo exclusivo para estrellas de rock, luminarias del cine, magnates y algunos miembros de la clase política.
La popularidad de Rigo Tovar era tal que en 1979 rompió el récord de asistencia para un sólo artista en Monterrey, al reunir a más de 400 mil personas. Los diarios El Norte y el Sol de Monterrey cabecearon al día siguiente “Rigo Tovar llenó más que el papa”.
El éxito de Rigo fue tan grande que incluso la disquera Melody tuvo que vender los derechos sobre la música de Rigo a Fonovisa, pues llegó un punto en que ya no pudo cubrir la demanda que los millones de fans del músico.
Al pasar a Fonovisa, Rigo revolucionó la industria de la música grupera y tropical, la proddución de discos aumentó, así como las presentaciones de bandas de esta clase, además comenzaron a surgir revistas especializadas en esta escena.
Rigo influenció a toda una generación de bandas de rock, gruperas y tropicales, incluso el tex-mex de Selena o el rock de Caifanes no serían lo mismo sin el legado musical que el compositor de Matamoros dejó en cada disco y en cada uno de los escenarios en los que se presentó.