Si no conocías la cara detrás de la voz de la canción que todos están escuchando, “Blurred lines”, te presentamos a Robin Thicke, un hombre cuyo talento y carisma son innegables.
Thicke nació en Los Ángeles, California, y mucho antes de ser el centro de atención –y no solo por bailar sensualmente junto a Miley Cyrus en los Video Music Awards (VMA) pasados–, ya había trabajado en producciones de Christina Aguilera y Michael Jackson.
El entretenimiento lo trae en la sangre, es hijo de dos actores –Alan Thicke y Gloria Loring–, y se desvive por la música fuera y dentro del escenario.
El también compositor y actor toca el piano, la guitarra y el saxofón.
Se le ha comparado con George Michael y el encanto que despilfarró durante los 80. Su carisma es contagioso y no solo porque ha roto los corazones de sus seguidoras por su cara de “Don Juan” y su look, sino porque los beats que mueve con sus canciones no se logran tan fácilmente.
Robin Thicke es una estrella pop en toda la extensión de la palabra. Su disco “Blurred lines” solo es el canal perfecto para callar a quien lo tacha de machista por la letra y el video del sencillo homónimo. Y para demostrar que todavía hay figuras en la música pop cuyo talento no se puede medir ni siquiera por las más de 150 millones de reproducciones que tiene su video en YouTube.
Se arrepiente de haber formado parte del show tan polémico que dio con Miley Cyrus el fin de semana pasado, hecho que le opacó su gran noche. Y se enfrenta a un problema legal contra los representantes de Marvin Gaye, quienes lo acusaron de plagiarse “Got to give up”.
Pero no se preocupa, porque sus líneas no están “blurry” (borrosas), están marcando la pauta desde la cúspide que alcanzó durante un verano lleno de pop, calor y sudor.
‘EL’ disco del verano
El álbum “Blurred lines” está colmado de material fresco, pegajoso y dinámico. Pop viral que se escurre en cada track.
Claro que “Blurred lines” es la canción estrella y que la colaboración que T.I. y Pharrell Williams le da el toque final.
Pero no es el único track que te hará mover los hombros. “Take it easy on me” es una canción muy similar a “SexyBack” de Justin Timberlake y en el caso de “Ain’t no hat 4 that” y de “Get in my way” se reviven los sonidos disco de los 70, con una mezcla “a la Jamiroquai”.
Al llegar a “For the rest of my life”, el escucha experimentará una balada de R&B un poco más calmada pero sin apartarse o soltarse del mood del álbum completo. “The good life” retoma un poco el ritmo movido, pero no sacude como el inicio –un tanto más electrónico– de “Put your lovin on me”.
Pero también hay tiempo para el balance y prueba de ello es “Oh la la”. Un track que refleja el potencial que tiene Thicke para seguir en el camino que tiene dominado.
No dudes en adquirir el disco y llevarlo en el coche no solo lo que queda del verano, sino todo el año.
Álbum recomendado
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