Alt-J son la nueva joya del art rock británico. Su música es tan innovadora –como malo es su nombre– y lo suficientemente buena para que gente tan dispar, como Harry Styles de One Direction y Alex Kapranos de Franz Ferdinand, se la hayan recomendado a sus fans.
La emoción de canciones como “Breezeblocks” lo mismo es usada como
soundtrack para mostrar las mejores jugadas de un partido de Champions League, que para ser el sonido de una instalación del artista Wim Delvoye en el Louvre en París.
La razón de estos extremos es lo inclasificable y variado que resulta el sonido contenido en “An Awesome Wave”; la mejor aproximación que he escuchado hasta ahora es “indie-lectual”.
“Tessellate”, su primer sencillo, es adictivo.
La voz monástica de Joe Newman y la alternancia de patrones electrónicos convierte el sexo en un proceso geométrico. El video alude a las ambiciones artísticas de la banda –sus miembros estudiaron Arte y Literatura en la Universidad de Leeds– al crear una versión del siglo 21 de “La Escuela de Atenas” de Rafael Sanzio.
La última vez que esta pintura de Rafael fue utilizada en un contexto de rock fue hace más de 20 años para las portadas de los discos “Use Your Illusion” de los conocidos “académicos” del rock Guns N’ Roses.
“Tessellate” es la canción exitosa más rara en lo que va del año –bueno, quizá “Gangnam Style” le gane en eso–, y ha asegurado que la banda poco a poco sea descubierta por más personas.
A final de cuentas esa es la intención de un obra de arte y “An Awesome Wave” definitivamente lo es.