Justo cuando comenzaba a caer la noche a plenitud en la Ciudad de México, sonaron los primeros acordes y más de 60 mil almas que abarrotaban el Foro Sol comenzaron a gritar.
Él estaba ahí y de pronto su rostro cubrió la enorme pantalla que conformaba el escenario, trayendo consigo los recuerdos de aquel símbolo que no sólo se materializa en una banda de rock británica, sino que es todo un ícono que marcó la historia de la música y de la cultura en el siglo XX. Roger
Waters bajo el halo de Pink Floyd estaba listo para estremecernos con cada una de sus canciones.
Y “poco a poco la noche dio vuelta” bajo el ritmo de “Set the controls for the heart of the sun” y mientras la enorme pantalla desataba los más profundos instintos de todos los presentes por medio de impresionantes animaciones, iba transcurriendo una noche llena de música multicolor.
Pidió respuestas
De pronto el concierto cambió de tono y recordando aquella portada del álbum “Animals” de 1977, se escuchó dar inicio a la canción “Pigs” con la que un cerdo inflable inició su pasarela sobrevolando el
Foro Sol, pintado con aquellas consignas que no se han dejado de aclamar en nuestro país: “Nos faltan 43”, “Fue el Estado”, “Ni una más” y “Los queremos vivos”.
Después comenzaron las notas de “Another Brick in the Wall” mientras que aparecían en pantalla un sinnúmero de imágenes de Donald Trump insultando a los mexicanos, recordándonos ese enorme muro que pretende rezagarnos como país, como nación e inclusive como seres humanos.
Poco a poco Roger Waters llegaba a nuestras entrañas, no sólo con música sino también con palabras, como si él viniendo de afuera nos conociera mejor que nuestro propio gobierno, que nuestra propia gente.
Quién diría que Waters lo expresaría mejor que cualquier líder político, quién diría que él sería un mejor defensor de nuestro pueblo al pronunciar: “Señor Presidente, más de 28 mil hombres, mujeres, niñas y niños han desaparecido, muchos de ellos durante su mandato”. “¿Dónde están? ¿Qué les pasó?” “El no saber es el castigo más cruel”. “Escuche a su gente señor Presidente. Los ojos del mundo lo están observando”.
De inmediato la ovación no se hizo esperar y con ella los acordes de “Vera” y de “Bring the boys back home”, nos recordaron no sólo la historia de esas canciones creadas en memoria de los desaparecidos y los muertos de la Segunda Guerra Mundial que nunca pudieron regresar a casa, sino a nuestro país que día con día lucha por no desaparecer con su gente, con su cultura y con su historia.
Un país dormido
Y así llegó el cierre del concierto con un arcoíris multicolor reflejado en el cielo nublado y sin estrellas de la nueva y no tan reluciente CDMX, que bajo el nostálgico ritmo de “Comfortably Numb” recordamos esta extraña parálisis en la que estamos sumergidos los mexicanos.
Donde los nuestros no evocan la esperanza, donde aquellos que deberían asegurarnos que todo estará bien no dejan de sangrarnos, de robarnos y de mentirnos, donde los gobernantes de nuestro país se han convertido en nuestros propios verdugos y ahora los de afuera como Pink Floyd, emergen y vienen a nuestras tierras para que Roger Waters nos pregunte:
“¿Hola…? ¿Hay alguien ahí? Asiente con la cabeza si puedes escucharme ¿Hay alguien en casa? Vamos, he oído que te sientes mal, yo puedo aliviar tu dolor y ponerte en pie otra vez, relájate.”
A lo que México sólo alcanza a contestar:
“Ahora vuelvo a tener esa sensación, no lo puedo explicar, no lo entenderías, no es así como soy, me he quedado confortablemente adormecido”.