Rompiendo el silencio… en la Red
El 2015 fue un año muy particular en temas de escándalos sexuales. El caso de Bill Cosby acaparó la atención de casi todos los medios de comunicación cuando las presuntas víctimas del comediante, después de décadas de silencio, denunciaron las violaciones de Cosby y 35 de las 50 víctimas se mostraron en la portada de julio 2015 en The New York Magazine.
Andrea Montes RenaudEl 2015 fue un año muy particular en temas de escándalos sexuales. El caso de Bill Cosby acaparó la atención de casi todos los medios de comunicación cuando las presuntas víctimas del comediante, después de décadas de silencio, denunciaron las violaciones de Cosby y 35 de las 50 víctimas se mostraron en la portada de julio 2015 en The New York Magazine.
Como ésta, muchas denuncias de violencia sexual fueron compartidas a través de las redes sociales en los últimos meses, haciendo que el tema sobre el abuso sexual y los límites del consentimiento hoy se discutan ampliamente.
La irrupción del tema del abuso contra las mujeres a la esfera pública del Internet redirecciona la manera en la que abordamos el asunto de la violencia contra ellas con todos sus matices: desde el acoso laboral, hasta la violación.
Este debate tomó un rumbo interesante desde que entró en juego un nuevo elemento para las víctimas: las redes sociales.
Desmitificando la industria
Gran parte de nuestra sociedad se hace de la vista gorda e incluso incentiva la hipersexualización de las adolescentes (o “Lolitas”), como parte de una cultura extendida que se manifiesta en muchas caras de la sociedad actual.
Sin embargo, cuando las acusaciones de violencia sexual atacan a nuestros ídolos, siempre resulta mucho más fácil desmentir o minimizar sus actos, ya que para muchos es posible separar “la obra de arte” de lo que el artista haya hecho en su vida privada, incluso si esto perjudica a terceros.
La “romantización” de la vida de una estrella de rock ha sido por décadas idealizada en la cultura popular a través de la industria del cine y la televisión.
Pero lo cierto es que en el camino de la realidad al mito, se han perdido de vista comportamientos perturbadores e ilegales que muchos famosos han tenido a lo largo de su carrera.
Un ejemplo de esto sería el famosísimo caso Lori Mattix, que en su libro “I Lost My Virginity To David Bowie: Confessions of a ‘70s Groupie” recuerda cómo Bowie la “desfloró” cuando tenía solo 14 años de edad.
Desde la muerte de Bowie el 10 de enero de este año, se ha debatido ampliamente su pasado con groupies adolescentes.
Si bien el legado musical y cultural de Bowie es innegable, no se puede descartar el comportamiento alarmante de ciertas celebridades solo porque son mayores, están retirados o, en el caso de Bowie, fueron recién enterrados.
Esto evidencia que un comportamiento tal no empezó con los famosos escándalos vistos a través de Twitter e Instagram en el mundo del hip-hop, el R&B, Hollywood o la industria del porno: es una faceta que toca e incomoda también a los icónicos rockeros, pero igualmente a las instituciones educativas, a los medios de comunicación y a la sociedad, que por fin pone un tema central sobre la mesa: los límites del consentimiento.
¿Qué estándares permitieron a estos hombres manifestar un comportamiento predador e ir más allá del “No”?
No es la ‘cultura’, es el violador
De acuerdo a la Rape, Abuse & Incest National Network (RAINN, en inglés), la más grande e influyente organización contra la violencia sexual en Estados Unidos, es especialmente peligroso centrarse únicamente en “enseñar a los hombres a no violar a las mujeres” –un lema recurrente del activismo contra la cultura de la violación–, ya que de acuerdo a la lógica de este tipo de activismo “existe la violación porque nuestra cultura la tolera y la normaliza. Por lo tanto, ponerle fin a la epidemia de violencia sexual se erradica con enseñar a los niños a no violar cuando crezcan”.
No se puede negar que hay que enseñar a los niños a respetar a las mujeres y, sobre todo, a no violarlas cuando crezcan. Pero esto ya sucede a través de numerosas campañas e información.
Para cuando los hombres llegan a la universidad, la mayoría de los estudiantes ya estuvieron expuestos de alguna forma u otra (en la escuela, a través de campañas en la televisión, en Internet, en casa, en la calle), a mensajes de prevención.
Hoy no es una novedad que la violación es un crimen.
“La gran mayoría de los hombres absorben estos mensajes y ven la violación como el crimen que es. Por lo tanto, los esfuerzos para abordar la violación deben centrarse en ésa porción de la población que ha demostrado ser inmune a los años de enseñanza de la no violación”, explica la RAINN.
El peligro de culpar los actos de violación a la llamada “cultura de la violación” es que implicamos a todos los hombres en esta atrocidad social, trivializamos la experiencia de violación de las sobrevivientes, y desviamos la culpa de los violadores responsables de la violencia sexual, para depositarla en la “cultura”, en la “sociedad”, en las “canciones”.
Centrarse en la cultura de la violación como la responsable puede tener un efecto paradójico según la RAINN, pues hace más difícil detener la violencia sexual, ya que elimina la atención a los casos específicos perpetuados por una persona 100 por ciento consciente de sus propias acciones y minimiza su responsabilidad pasándole la culpa a la “cultura”.
Las voces de la música
El mes pasado, Lady Gaga pudo no haberse llevado a su casa el Oscar a la Mejor Canción Original, pero su actuación en la entrega 88 de los Oscares probablemente será recordada como un acontecimiento trascendental en la historia de la Academia.
Al final de su canción “Til It Happens to You” escrita por ella y Diane Warren e incluida como tema principal de “The Hunting Ground” (2015) –el documental que muestra la epidemia de violaciones que ataca las universidades en Estados Unidos– 50 sobrevivientes de violencia sexual acompañaron a Gaga en el escenario.
Con esta actuación, Gaga no solo atrajo atención mediática al tema de la violencia sexual contra las mujeres, también dio voz y rostro a 50 desconocidas con la misma historia que como ella (violada a los 19 años por un hombre 20 años mayor) sufrieron algún tipo de abuso sexual.
El caso de Lady Gaga se suma al reciente caso de la cantante Kesha que denunció a su productor Dr. Luke, con quien se enfrenta legalmente por supuestamente “abusar de ella sexual, física, verbal y emocionalmente durante una década”.
Lady Gaga, Taylor Swift y Adele son algunas de las famosas que se manifiestan públicamente en apoyo a Kesha.
“¿Cuánto se puede cambiar el mundo con 55 palabras?”, escribía la escritora Laurie Penny en una columna de Time después del escándalo de la actriz porno Stoya.
“El 28 de noviembre del año pasado, Stoya publicó dos tuits que inequívocamente acusaban a su ex novio, el también actor porno James Deen, de haberla violado: ‘James Deen me sostuvo y me violó mientras yo decía que no, le pedía que parara y hasta usé mi palabra de seguridad”, escribió. “No puedo asentir y sonreír cuando la gente lo trae al tema”.
La industria del porno dio un giro de 360°: ¿cómo mantener a salvo las artistas porno de una violación? ¿Qué pasa si alguien abusa de una actriz en el set? ¿cuáles son los limites entre las escenas? ¿Se debe continuar con una escena si se considera fuera de los límites de una actriz o está obligada a actuar para que le paguen la totalidad?
Denuncias en línea
En el escándalo de las violaciones de Bill Cosby el público fue testigo de cómo un artista querido fue acusado de usar su poder para aprovecharse y abusar sexualmente de decenas de mujeres durante décadas, a las que incluso llegó a drogar para violarlas.
Bill Cosby no es solo un comediante querido, también creó un programa de televisión que fue un hito no solo del entretenimiento, sino de la sociedad misma: “The Cosby Show” hace tiempo que es parte de la historia norteamericana y ya nunca podrá borrarse, incluso si la televisión retiró sus repeticiones.
En el caso Cosby, algunas de sus acusadoras esperaron más de medio siglo antes de sentirse lo suficientemente cómodas para hablar del tema y denunciar la situación. De hecho, fue solo a finales del año pasado que cada mujer –una por una– se sintió capaz de compartir su experiencia, pues “el proceso de estar en un juicio por violación y tenerte que defender puede llegar a ser muy humillante. La violación es un delito en el que estamos obligadas a probar que no hicimos nada para merecerlo”, señaló la Dra. Kristine Hickle, de la Universidad de Sussex, quién en una entrevista publicada por la revista Dazed explicó la repentina avalancha de acusaciones entorno al caso Cosby.
“Es muy común ver que en situaciones en las que el autor del acto tiene poder, las víctimas temen que nadie les crean. O que fue su culpa. La posibilidad de que se ponga en duda la versión de las víctimas es muy real. Hemos visto tantas veces cómo las víctimas de violencia sexual son acusadas de difamación. Lo que explica el caso Cosby es que cuando una víctima de abuso sexual se atreve a hablar, da esperanza a las demás víctimas de que haciendo fuerza van a ser tomadas enserio o a saber que no están mintiendo”.
Crónica de una violación
También puede haber violencia sexual si la persona no está en condiciones de dar su consentimiento, por ejemplo, cuando está bajo los efectos del alcohol, drogas, dormida o mentalmente incapacitada.
Si no es sí: entonces es NO.
Todos estos crímenes una vez fueron silenciados o permanecieron como secretos vergonzosos, pero ahora son de conocimiento masivo. Y el mundo parece estar escuchando, pues como vimos, la agresión sexual puede adoptar muchas formas diferentes, pero una cosa sí es clara: el abuso sexual nunca es culpa de la víctima.
Sin embargo, muchas mujeres no saben que están siendo sexualmente intimidadas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el tipo de violencia que vive la mujer está muy lejos de asemejarse a la violencia que viven los hombres. A nivel mundial, los hombres tienen mayores probabilidades de morir como resultado de algún conflictos armado, violencia interpersonal infligida por desconocidos o suicidio, mientras que las mujeres tienen mayores probabilidades de morir a manos de alguien cercano a ellas, como su esposo u otros compañeros íntimos.
Esto explica que las mujeres a menudo están emocionalmente involucradas con sus agresores y dependen económicamente de ellos.
El perfil del criminal
> La edad promedio de un violador es de 31 años.
> En uno de cada tres abusos sexuales el autor estaba intoxicado: el 30 por ciento con alcohol, un 4 por ciento con drogas.
> En 2001, el 11 por ciento de las violaciones implicó el uso de un arma. Y el 84 por ciento de las víctimas reportó el uso de la fuerza física.
Normas sociales que apoyan la violencia contra la mujer
De acuerdo a la OMS, sus estudios documentan las normas y creencias sociales que incitan a la violencia contra la mujer. Estas son algunas:
> El hombre tiene derecho a imponer su dominio sobre una mujer y es considerado socialmente superior.
> El hombre tiene derecho a castigar físicamente a una mujer por su comportamiento “incorrecto”.
> La violencia física es una manera aceptable de resolver el conflicto en una relación.
> Las relaciones sexuales son un derecho del hombre en el matrimonio.
> La mujer debe tolerar la violencia para mantener unida a su familia.
> Hay veces en las que una mujer merece ser golpeada.
> la actividad sexual —incluida la violación— es un indicador de la masculinidad.
> Las niñas son responsables de controlar los deseos sexuales de un hombre.
¿Qué es la agresión sexual?
Es un crimen de poder y control. El término se refiere al contacto sexual o comportamiento que se produce sin el consentimiento explícito de la víctima. Algunas formas de asalto sexual incluyen: la penetración del cuerpo de la víctima (conocido como violación), u obligar a la víctima a realizar actos sexuales que no desea, como caricias, sexo oral o penetrar el cuerpo del agresor.
¿Qué es violación?
La violación es una forma de agresión sexual, pero no toda agresión sexual es una violación. El término violación se utiliza normalmente como una definición legal que incluye específicamente la penetración sexual sin consentimiento.
¿Qué es la fuerza?
“Fuerza” no siempre se refiere a algún tipo de presión física. Los autores pueden usar la coacción emocional, o la fuerza psicológica, o la manipulación de coaccionar a la víctima a tener relaciones sexuales no consensuadas. Algunos agresores usarán amenazas para obligar a la víctima a ejecutar el acto sexual, tales como la amenaza de daño a la víctima o a su familia u otras tácticas de intimidación.
¿Quiénes son los autores?
Según las estadísticas, la mayoría de los autores a menudo son personas cercanas o conocido de la víctima. Por ejemplo, los casos de violencia sexual en el noviazgo o el matrimonio o la violación por un conocido o familiar, también podría ser un compañero de clase, un vecino, o cualquier amigo.
Es importante recordar que en las citas, actos como besar a alguien que no da su consentimiento para ese o cualquier tipo contacto sexual que continúe o vaya en aumento, se considera agresión sexual.