La cultura es vital. Ese es el lema con el que la Pulquería Insurgentes reabre luego de meses de cierre por la pandemia de COVID-19.
“Le pedimos a toda la gente que se solidarice, que se inscriba a nuestros talleres, que se integre a las conferencias que se están impartiendo para que esto le dé vitalidad al espacio”, menciona Carlos Martínez Rentería, coordinador de Actividades Culturales, en entrevista con Reporte Índigo.
Si este punto de encuentro ha permanecido por más de una década en el gusto del público, a pesar de los cambios generacionales en cuanto a música y bebida, es por su propuesta cultural. Con conferencias y talleres en línea, el Expendio de Pulques Finos Los Insurgentes busca sobrevivir al coronavirus.
“La vida cultural de la pulquería era una constante que lamentablemente se tuvo que suspender con la pandemia, entonces estamos intentando retomarla en el formato de internet”, dice el también periodista.
A las noches de jazz y blues en vivo, las sustituyen los talleres de Periodismo Gonzo, impartido por el escritor Juan Manuel Servín; de Dibujo Outsider, a cargo del artista plástico Felipe Posadas; y el de Los celos son amigos, del psicólogo Jaime Gama.
Martínez Rentería adelanta que él también dará un curso sobre Contracultura en marzo, por el onceavo aniversario. Asimismo, habrá funciones de cine documental con Diego Enrique Osorno.
“Arrancamos con la conferencia El pulque y sus secretos, de Javier Gómez Marín, el mayor coleccionista de archivos y artículos pulqueros, con más de 7 mil objetos. Otra del escritor Guillermo Fadanelli está por definirse durante el mes de febrero”, cuenta.
El 20 de marzo de 2010, Gustavo Ruiz y Alan Ureña abrieron esta casona porfiriana bajo un nuevo concepto de bar que se distinguía de las pulquerías antiguas de la Ciudad de México. Ahora, por la contingencia sanitaria, el lugar se convierte en un restaurante que incluye en el menú barbacoa, birria, chilaquiles, mixiotes, quesadillas y tlayudas.
“Estas actividades se están haciendo para apoyar la susbsistencia de la pulquería y contribuir a cubrir, por lo menos, el costo de la renta del inmueble. Tenemos el formato de restaurante, pero nada más en la terraza y sólo unas cuantas horas”, lamenta el coordinador con la esperanza de que la vida nocturna regrese en el transcurso del año.
Los vitroleros llenos de pulpa natural están a la espera de los comensales, pues los tarros de pulque son una bebida de cortesía para todos aquellos que se inscriban en los talleres. Desde sus inicios el expendio ha buscado promover el aguamiel de Tlaxcala, el mezcal de Oaxaca y la sidra de Puebla.
“La pulquería nunca había estado cerrada tanto tiempo, hay que seguir pagando renta, teníamos más de 50 trabajadores y la mayoría ya no pudo continuar con nosotros, tuvo que buscar otras alternativas. Ha sido bastante complicado”, revela.
Un centro cultural y pulquería Insurgentes
Los Insurgentes sobrepasó su giro como bar nocturno. Carlos Martínez Rentería considera que es un centro cultural con servicio de pulquería.
El reportero cultural enlista a escritores como Juan Villoro y José Agustín, a Héctor García, apodado por Carlos Monsiváis “el fotógrafo de la ciudad”, a la pintora Patricia Soriano y al artista del performance Guillermo Gómez-Peña. Todos han tenido la oportunidad de dar a conocer su obra en la pulquería.
Incluso Martínez Rentería, como cofundador y director de la revista Generación desde 1988 a la fecha, se sumó a las pulcatas. Publicó un especial sobre esta bebida prehispánica que se obtiene del maguey y así se volvió parte del equipo de trabajo.
Mi presencia en la Pulquería Insurgentes está desde que se fundó. La actividad de promoción cultural con la que nace desde sus inicios es a lo que yo me uno. Es una característica que la define e identifica y sigue viva en este lugar”, asegura.
Además del DJ que mezcla géneros diferentes en cada piso, este expendio de pulque ha recibido a la banda Café Tacvba, al grupo La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio y al colectivo Nortec. La música es importante para la Pulquería Insurgentes, ya que uno de sus fundadores también abrió El Real Under, un antro alternativo que hasta antes de la pandemia estaba sobre la misma avenida.
Bailar y cantar canciones acompañadas de un curado ya no es posible, pues una de las medidas sanitarias es que los restaurantes no pongan música. Estas actividades ocasionan que las personas salpiquen más saliva y, con ello, hay mayor riesgo de contagios.
“Lo que están buscando todos los lugares es sobrevivir con las restricciones que nos impone la pandemia, pero en la vida cultural esto se ve de una manera más lenta. Esperemos que poco a poco la vida nocturna presencial pueda regresar”, afirma.
La fachada de este lugar incluso pide “si vas a la Pulquería Los Insurgentes, no dejes de visitar la Roma”, para reactivar la economía en esta colonia de la ciudad de México.