Estudios que se remontan a la década de los 60 reportan que a la gente no le gusta escuchar su propia voz grabada desde entonces. Es extraño enfrentarnos a una grabación de nuestra voz y no reconocernos en ella pues a nuestros oídos la voz propia se percibe distinta.
Para algunos la experiencia es tan terrible que prefieren apagar el audio o apartarse. La diferencia entre el sonido que escuchamos cuando hablamos y el que escuchamos en una grabación de nosotros se debe a que debido a la fisiología del cráneo, al hablar el sonido es recibido por dos canales: el oído externo que recibe el sonido a través de las vibraciones de los huesitos internos, y por los huesos del cráneo que vibran al mismo tiempo que las cuerdas vocales. Es por eso que para nosotros nuestra voz es más grave de lo que suena en las grabaciones.
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La reacción de rechazo al oír nuestra propia voz grabado surge porque no nos identificamos con cómo según nosotros sonamos. Sin embargo, existen personas que no tienen ningún problema con oír su voz.
El psicólogo Harol A. Sackeim descubrió hace unos años que los individuos con alta autoestima no tienen tantos problemas para escuchar su voz y hasta les gusta.
En el experimento que realizó el estadounidense disminuyó el autoestima de algunos participantes al decirles que habían salido mal en un test de inteligencia mientras que a otros les dijo que habían sido sobresalientes. A quienes les había dicho que habían tenido un puntaje bajo no reconocían su voz al escucharla en grabación, mientras que quienes creían haber obtenido un punta alto decían oír su voz incluso cuando no era la suya.
Si no soportas escucharte en una grabación lo recomendable es que trabajes en aumentar tu autoestima.
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