Escritora sin prejuicios

Aniceto Mora era “regalado”. No era hijo, ni huérfano, ni adoptado. Era un mexicano con paredes mentales y prejuicios; un reflejo de muchos de nosotros en la actualidad.

 

Así lo retrata la escritora Sofía Segovia en su novela “Huracán”.

 

Los mexicanos nos hemos creído que así como nacimos debemos quedarnos y a mí eso me frustra, porque entonces, tal vez nadie podría atreverse a soñar con algo más”
Sofía SegoviaEscritora
La ciudad no sólo se construye a base de ladrillos… También se embellece con papel y tinta” 
Sofía SegoviaEscritora

Aniceto Mora era “regalado”. No era hijo, ni huérfano, ni adoptado. Era un mexicano con paredes mentales y prejuicios; un reflejo de muchos de nosotros en la actualidad.

 

Así lo retrata la escritora Sofía Segovia en su novela “Huracán”.

 

La historia tiene lugar en Cozumel, la isla elegida por el “huracán” para hacer destrozos y donde los personajes decidirán si con él también se va su “equipaje personal”. 

 

El libro retrata un juego de estereotipos. Una imagen cada vez más vivida y vívida. 

 

En la novela, publicada por Random House, los extranjeros conservan ideas erróneas sobre México y sus habitantes; el conserje aún es el reflejo del país por su amabilidad; las mujeres resultan machistas hasta con ellas mismas.

 

Todas estas características de México prevalecen, en opinión de la autora, porque seguimos perpetuando errores en la formación de nuestros hijos y al parecer los casos como el de “regalado” —el personaje principal del texto— en el país se van multiplicando.

 

Experiencia personal

 

“¿El regalado? Este personaje es el único que está basado de cierto modo en una experiencia que tuve. En un viaje conocí a un hombre que al dirigirse hacia mí lo primero que pronunció fue ‘soy regalado’, una frase que logró impactarme mucho, era casi irreal que todavía existiera gente que antes que su nombre se definiera con algún suceso que marcó su vida”, expresó la novelista.

 

En la historia un huracán azota Cozumel. El fenómeno meteorológico sacude también a los personajes. Les da la oportunidad de cambiar sus vidas.

 

Todo parece indicar que la lluvia y ventarrones trajeron una epifanía.

 

El huracán resulta ser un personaje más.

 

¿Qué representa el huracán? 

 

“Los mexicanos nos hemos creído que así como nacimos debemos quedarnos y a mí eso me frustra, porque entonces, tal vez nadie podría atreverse a soñar con algo más (…) ”, dice la autora.

 

Sofía viste una camisa azul, pantalón negro. Gesticula, mueve sus manos, no se mantiene quieta en su silla y mira a las personas que pasean alrededor de la piscina del hotel en el que se le entrevista.

 

Con carácter amable y acento regio saluda a los que pasan a su lado, por un momento intenta no moverse, sonríe y los ojos parecen brillarle al hablar de su novela.

 

En el libro hay un personaje, “La Gorda”, ella podría resultar un ejemplo claro de machismo, pues siendo la esposa de el “regalado” permite y transmite a sus hijas que la mujer sólo está para servir. 

 

El relato atrapa con diversos personajes que cargan sus propios prejuicios, pero ante la tragedia se cuestionan si lo que han hecho de sus vidas es lo correcto.

 

Ahí el huracán ya no está en el medio ambiente sino en el interior de cada uno de los que conforman la novela.

 

“Quitarnos etiquetas, dejarnos de hacer menos y mejorar. Creo que las personas más valiosas son aquellas que se atreven a cambiar y a redimir sus errores”, sugiere la novelista.

 

Más vigente que nunca

 

La escritora terminó su libro en 2003 , y a 13 años, considera que su novela podría ser más vigente que entonces. 

 

“La situación de conflicto tiene lugar a nivel mundial, todos los países comparten temas de racismo, equidad y mensajes de odio. Cuando terminé esta novela sentí que estaba basada sólo en mí observación al haber sido objeto de un estereotipo como un personaje en mi libro, pero me he dado cuenta que los mensajes de odio no se quedaron sólo en ese tiempo, también han crecido y se propagan a cada segundo”, explicó.

 

Un caso contundente para entender el fenómeno de los prejuicios -afirmó la autora- se puede palpar en la forma en que se refiere a los mexicanos un personaje como el empresario Donald Trump, quien busca la Presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano.

 

“México no se queda atrás, somos el reflejo de nuestra herencia ideológica. No es algo que no podamos cambiar”, comentó la autora.

 

Nadie nos enseña a escribir

 

Sofía Segovia encontró su vocación para soltar la pluma luego de haber participado en un taller de narrativa en 2003. 

 

Un día sintió la inquietud de que podía escribir una novela y se atrevió. Desde entonces la creación artística es parte de su vida.

 

Como los fenómenos climatológicos, fue de menos a más. Así comenzó el primer capítulo de “Huracán”, que hoy se puede conseguir en librerías de México y Latinoamérica.

 

De cuento en cuento, pasó a escribir novelas. En realidad, es la primera obra de la escritora, pero la segunda que ve la luz.

 

“Yo sabía que yo era escritora, pero aspiraba a ser novelista, los regios somos muy trabajadores, pero también muy prácticos y entonces el arte no entraba dentro de este estereotipo que yo creía de mi vida. Intenté ser periodista, pero me di cuenta que a mí me gustaba mucho escribir cuentos, después entré a un curso de taller literario que me abrió el panorama sobre la posibilidad de escribir una novela y lo hice”, comentó la escritora.

 

Se dice que muchos escritores tienen miedo a empezar con una hoja en blanco, pero para Sofía una de sus primeras frustraciones inició cuando de pequeña escribía la “s” al revés o cuando no sabía leer y deseaba con fervor poder hacerlo.

 

“No hay nada peor para un escritor que el silencio”, advierte Sofía.

 

Pero para la novelista uno de sus grandes miedos está en no terminar lo que se empieza. “La ciudad no sólo se construye a base de ladrillos… también se embellece con papel y tinta”, puntualizó.

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