A muchos les fascina el queso, y satisfacer el antojo por un platillo que lo incluya se puede convertir en una tortura.
Más allá de su delicioso sabor, la obsesión por este lácteo se puede deber a que consumirlo podría generar adicción, tal como sucede con algunas drogas, el alcohol y el tabaco.
Así lo determinaron los resultados de un estudio a cargo de la Universidad de Michigan, que fue publicado recientemente por la U.S. National Library of Medicine.
El estudio analizó los efectos –adictivos– que producen ciertos alimentos. Y la población muestra contó con 500 estudiantes, quienes señalaron que su alimento adictivo era la pizza con queso.
En un comunicado, la Universidad de Michigan estableció que “este estudio provee evidencias preliminares de que no todas las comidas están igualmente implicadas en un comportamiento adictivo de comidas, y que las comidas altamente procesadas podrían compartir características con el abuso de drogas”.
Además los lácteos contienen caseína, una proteína que durante el proceso de digestión provoca efectos similares a los de los opiáceos. Y el queso, al ser un lácteo concentrado, contiene grandes cantidades de caseína.
Ya sea que te guste más el queso asadero, el manchego o el provolone, este alimento también contiene casomorfina, que es una sustancia similar a las endorfinas, que está presente en la leche materna y que genera sensación de bienestar y/o placer.
“Las casomorfinas se adhieren a los receptores de opiácidos del cerebro, provocando un efecto calmante muy parecido a la manera en que lo hacen la heroína y la morfina”, explicó el Dr. Neal Barnard, presidente de Physicians Committee for Responsible Medicine y autor de “Breaking the Food Seduction”.
Aunque no son comparables, Barnard inclusive llamó “crack” al queso en su artículo para VegetarianTimes.com.