Tao: las prácticas sexuales que priorizaban el placer de la mujer

Durante muchos siglos las mujeres han estado insatisfechas sexualmente, sin embargo, en el mundo existieron prácticas donde el placer de la mujer era más importante que el del hombre. Nos referimos al sexo tao, basado en los principios del sistema filosófico taoísta, ahora religión.
Alejandra Montes de Oca Alejandra Montes de Oca Publicado el
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Las mujeres han estado insatisfechas sexualmente por siglos y no es exageración.

En la Antigua Grecia las mujeres no gozaban del placer sexual porque los médicos de entonces descubrieron que no era necesario para la concepción.

En la Edad Media el sexo estaba destinado solo para la reproducción o, en su caso, para el deleite del hombre.

En la época victoriana se llegó a creer que las mujeres estaban enfermas de histeria, cuando en realidad lo único que tenían era insatisfacción sexual.

Y en la actualidad, varios estudios y estadísticas revelan que solamente el 3.3% de las mujeres logra tener un orgasmo durante el coito. Lamentable, ¿verdad?

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Pero entre todo este triste panorama, hubo en el mundo una época en la que sí se prestó gran atención al placer de la mujer y no fue precisamente en Occidente.

Ocurrió en la antigua China dentro de algunas sectas taoístas, en donde el sexo no solo se consideraba un arte, sino también un acto en el que tanto hombres como mujeres debían gozar.

¿SEXO IGUALITARIO?

Si bien estas prácticas ancestrales eran consideradas igualitarias, la realidad es que se priorizaba el placer de la mujer.

En primer lugar porque en el taoísmo, el sexo representaba una unión de energías, de manera que sus practicantes creían que llevando a cabo determinadas técnicas podrían gozar de buena salud y mayor longevidad.

Esta creencia tenía relación con una sustancia energética que se encontraba contenida en el cuerpo humano y que ellos consideraban vital: el Jing.

Para esta corriente de pensamiento era muy importante conservar el Jing, pues una vez que éste se acababa, el cuerpo moría.

Aunque había varias maneras de agotar el Jing, la principal forma de hacerlo era a través de la pérdida de fluidos corporales, suceso que inusualmente le ocurría a las mujeres durante el sexo.

LA IMPORTANCIA DEL PLACER FEMENINO

Bien lo confirmaron algunos estudiosos a principios del siglo XXI: las mujeres no llegan al orgasmo solamente con la penetración.

Los taoístas tenían claro ese precepto y por ello enfocaban todos sus esfuerzos en estimular a la mujer para que quedara igualmente satisfecha.

Ellos nunca forzaban a una mujer a mantener relaciones sexuales. Para que la relación funcionara, el acto sexual solo debía ocurrir si ambas partes lo deseaban.

Las mujeres tenían una posición privilegiada durante el sexo, porque además de tener el poder de generar vida, ellas no perdían vigor sexual tras el coito.

Estas ventajas le permitían a la mujer despreocuparse por perder fluidos o lo que ellos consideraban el Jing, para solo enfocarse en disfrutar del acto sexual.

Como en el taoísmo la unión sexual también era generadora de Jing, las mujeres obtenían grandes beneficios para su salud.

Entre más tenían sexo, más se fortalecían.

Principios del sexo taoísta

LOS HOMBRES JAMÁS EYACULABAN

Es universal. La relación sexual termina cuando el hombre eyacula. En el sexo tao no era así.

Para los taoístas era fundamental llevar a cabo esta práctica para incrementar y conservar en lo más posible los fluidos corporales.

Para desgracia del hombre, el fluido que era considerado como el que contenía la mayor parte de Jing era el semen.

Por lo tanto, al momento del acto sexual se creía conveniente disminuir la eyaculación o incluso evitarla totalmente para conservar la ‘esencia vital’.

Hasta el momento no se sabe a ciencia a cierta si los taoístas hombres realmente disfrutaban el sexo porque, a diferencia de las mujeres, ellos tenían muchas cosas en qué pensar durante el acto.

Primero, en procurar que la mujer quedara satisfecha y después evitar a toda costa eyacular.

De no lograrlo y perder una gran cantidad de fluidos, originaría envejecimiento prematuro, enfermedades y fatiga en general.

Por eso la idea era limitar la pérdida de semen tanto como fuera posible y la forma de hacerlo era simple: dejar a medias el acto sexual o retener el semen.

El primer método consistía en dejar de estimular el pene durante la meseta, es decir, la fase previa al orgasmo.

El segundo método era un poco más complejo pero podría traer más beneficios al hombre.

En este punto, cuando el hombre estaba a punto de eyacular, debía aplicar presión en la base del pene para que el fluido que va a ser expulsado, en lugar de salir a través de la uretra, se dirija hacia la vejiga.

Con esto se creía que el semen viajaba hasta la cabeza y así se alimentaba el cerebro.

Quizás el sexo tao se fue al extremo con los hombres pero si algo demostraron estas prácticas ancestrales, es que estaban muy adelantados a su tiempo por la manera en cómo concebían el placer de la mujer.

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