¿Te has asustado con el sonido de un mensaje? ¿Te quedas pegado al teléfono después de tus horas laborales? ¿No puedes dejar de atender correos, mensajes y redes sociales?
Si respondiste que sí a alguna de ellas, es probable que estés sufriendo tecnoestrés y no te hayas dado cuenta.
El tecnoestrés es el uso desmedido de los equipos tecnológicos durante el 24/7. Es decir, que lo padecen las personas que están conectadas las 24 horas, los 7 días de la semana.
Este trastorno debe tratarse con un especialista para que las consecuencias no tengan afectaciones graves a la salud, lo emocional y lo psicosocial.
“Pareciera que los jóvenes son los más afectados porque nacen en la era digital y evidentemente ese es su mundo, su vida y su trabajo, sin embargo, encontramos una población amplia de adultos que padece este trastorno por su contacto inherente y por otro lado, por sus miedos a ejecutar de forma correcta la tecnología”, explica la psicoanalista, Adriana Ortiz.
El término tecnoestrés fue acuñado en 1997 pero su diagnóstico ha aumentado en los últimos años con el avance del internet y las redes sociales. El trastorno hace referencia a la autodestrucción de los individuos con el uso exagerado de las tecnologías.
“Algunos de los pacientes son canalizados a terapia por un médico general. Cuando llegan con él, explican la experimentación de malestares gastrointestinales, dolor de cervicales, dolor de cuello, dolor de cabeza, estreñimiento, entre otros. Al analizar el perfil, los médicos notan que uno de los grandes factores de la ecuación radica en el estrés”, explica la especialista.
Los problemas que se presentan pueden ir más allá de la salud y presentar trastornos sociales y emocionales que lleven a un individuo al aislamiento, el enojo, la ansiedad, la irritabilidad o el cansancio mental.
Para la psicoanalista, al tratarse de una dependencia o adicción es importante inducirla a una terapia, pues el paciente podría sentir los mismos síntomas que pasa un adicto a las drogas cuando se encuentra en el periodo de abstinencia.
“Es importante darnos cuenta de los límites. Cuando empezamos a notar repercusiones en nuestro entorno social y nuestra salud es tiempo de poner un alto y acudir con un especialista”, recomienda la psicoanalista.
Por otra parte, se considera que el tecnoestrés también logra atacar a todos aquellos individuos que desconocen el uso correcto de las tecnologías y se estresan por no entender el entorno digital.
Es importante remarcar que no sólo lo presentan personas adictas a la tecnología o a los videojuegos, sino los que desconocen el mundo del internet, las nuevas TIC, o porque tienen una necesidad de estar conectados por el ambiente laboral de su trabajo.
El secreto al igual que con todo aquello que nos causa una adicción es poder manejarlo sin exceso.
El mal del “sabelotodo”
“¿Por qué somos tan adictos a la tecnología?”, se pregunta Adriana Ortiz.
Para la psicoanalista debemos tener en cuenta que lo que nos provee la tecnología también radica en tres fantasías de poder: omnipotencia, omnipresencia, omnisciencia o el ¡yo lo sé todo!
Gracias a que la tecnología es cada vez una herramienta más accesible, logramos tener control de todo lo que vemos o escuchamos (omnipotencia), conseguimos estar en los momentos justos y en todos los lugares del mundo (omnipresencia) y tenemos la típica ambición de saberlo todo (omnisciencia).
“La tecnología tiene un propósito que ya ha quedado más que claro y es brindar al hombre todo el poder del conocimiento a un clic, sin embargo, puede ser un aliado destructivo que acabe gracias a las nuevas fantasías de poder”, explica Ortiz.
Ahora ya tienes una explicación sensata para que puedas entender al ¡sabelotodo del grupo!, y es que este trastorno radica en todos, pero empodera y destruye a algunos más que a otros.
Tecnoansiedad y tecnofatiga
La tecnoansiedad forma parte de uno de los tipos de estrés derivados del abuso de la utilización de los gadgets y smartphones.
En esta parte entran pensamientos negativos sobre la capacidad y competencia en un ambiente, principalmente laboral, donde el uso de las TIC es fundamental, creando miedos hacia las nuevas tecnologías.
La “fatiga informativa” resultante de ella, puede plantearse dentro de los requisitos de la Sociedad de la Información y concretarse en la sobrecarga informativa cuando se utiliza Internet, provocando un enorme cansancio mental.