Testamento indie

Cuando se anunció la muerte de Adam Yauch, mejor conocido como MCA de Beastie Boys, una carretada de elogios y buenos comentarios le siguieron en redes sociales y medios de comunicación de parte de su base de fans y personajes de la música. 

Juan Antonio Zertuche Juan Antonio Zertuche Publicado el
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Cuando se anunció la muerte de Adam Yauch, mejor conocido como MCA de Beastie Boys, una carretada de elogios y buenos comentarios le siguieron en redes sociales y medios de comunicación de parte de su base de fans y personajes de la música. 

Si algo inspiraba MCA, era respeto artístico. Además de formar parte de uno de los actos de rap más icónicos de la historia, Adam Yauch era un director fílmico en ascenso y un comprometido activista de derechos humanos. 

Apenas hace unos días, parte de su testamento se hizo público. Luego de más de 30 años de carrera musical, Yauch pudo hacer una fortuna para heredarle 6.4 millones de dólares a su esposa e hija, de 13 años de edad. Pero además del destino de su fortuna material, MCA dejó muy en claro su voluntad en el ámbito artístico: su imagen, música y el arte que creó en vida, de ninguna manera podrán ser utilizados en anuncios publicitarios.

Como artista o integrante de una banda (sobre todo indie), una de las peores cosas que te pueden decir es “vendido” (“sellout” en inglés). Aunque en los últimos años se ha tolerado el uso de canciones en comerciales de televisión, por ejemplo, la integridad e independencia artística son dos de las divisas mejor valoradas por fans. 

Esta simbiosis entre música y publicidad es más normal entre los grandes actos de pop: ahí está la mancuerna que hicieron Michael Jackson y Pepsi, quizá el ejemplo más emblemático de esta fusión.

Pero en un escenario en el que la venta de discos en su formato físico está en declive, los artistas y las bandas están buscando alternativas para obtener recursos. Salir de gira es una de ellas, pero ninguna opción más redituable que vender una canción para musicalizar un anuncio de tele. 

 En la escala de desaprobación, vender una canción para una campaña política es todavía peor visto. No solo se compromete la integridad artística por dinero, también se entra en el pantanoso compromiso de ideas, causas e ideales. 

David Byrne demandó hace un par de años al gobernador de Florida, Charlie Christ, por un millón de dólares por usar sin su permiso la canción “Road to Nowhere” de Talking Heads, por ejemplo.

El testamento de MCA de Beastie Boys es una declaración de principios que le da todavía mayor respeto como artista.

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