Tino Contreras, el jazzista que detuvo el tiempo
A los 8 años debutó tocando la batería en una orquesta de músicos profesionales, ahora Tino Contreras recorre el mundo con su música tocando en los festivales más importantes. El artista de 97 años comparte su caminar junto al jazz
Rubén ZermeñoEl tiempo se detuvo en Tino Contreras, no existe un antes ni un después para el jazz en México si no es con él. En 1954 participó en la grabación del primer disco de jazz mexicano Jazz en México y hace unos días fue la estrella del The London Latin Music Festival con un streaming que realizó desde la Casa Azul de Frida Kahlo.
Puntual a la entrevista, como todo lo que hace en su vida, Contreras sentencia que el “tiempo de los demás se respeta” y recuerda una anécdota de cuando conoció al “Duque del Jazz”, Duke Ellington.
“Estaba enojadísimo porque sus músicos no llegaban y me dijo que los quería matar por llegar tarde, le dije que yo nunca iba a matar a mis músicos, son indispensables para mí. Pero eso sí, yo los citaba una hora antes, porque sé que para los mexicanos el tiempo corre distinto”, bromea.
A Contreras le importa el tiempo, atesora y disfruta cada minuto que ha vivido durante 97 años. Pese a haber tocado en casi todo el mundo y conocido a los grandes de su profesión confiesa que aún tiene muchas metas por cumplir y cosas que hacer, como tocar en el Vaticano o regresar a comer y a tomar un café en el Restaurante Danubio, ubicado en el centro de la Ciudad de México, para él las dos cosas tienen la misma importancia, porque aún puede exprimirle más experiencias al tiempo, sea lo que sea que haga.
En busca de un lugar
Tino Contreras nació el 3 de abril de 1924 en Chihuahua, Chihuahua, justo en la época en la que el jazz se comenzaba a popularizar en Estados Unidos, en lo que él llama “una canasta de músicos”. Su padre Miguel y su tío Fortino eran músicos de valses en la época postrevolucionaria.
A los 8 años debutó tocando la batería en una orquesta de músicos profesionales y nunca volvió a soltar las baquetas, pese a que ha tenido breves amoríos con la trompeta, el piano y el canto.
Su carrera fue creciendo a la par que su edad, pasó de bandas familiares hasta llegar a la prestigiosa Orquesta de Luis Arcaraz. En 1954, con tan solo 30 años, Tino Contreras, ya era una institución en la música mexicana, aunque todavía no comenzaba su matrimonio con el jazz.
“En México no había un lugar para ir a escuchar jazz, muchos músicos improvisábamos después de tocar otros ritmos en las orquestas, pero no había un movimiento. Sentíamos la necesidad de abrir un lugar donde pudiéramos reunirnos y hacer un poco de jazz”, recuerda.
Así fue como en 1957 funda el Ríguz Jazz Bar, el primer lugar en México para escuchar jazz. Se encontraba ubicado sobre Avenida Insurgentes Sur, justo enfrente del Parque Hundido. En ese lugar se llevó a cabo su matrimonio con el jazz al grabar su primer LP como solista, Tino Contreras Jazz en Ríguz.
Tino Contreras, la gran estrella
En 1961, Tino Contreras fue invitado para tocar en el Festival de Jazz de Indiana, el más importante del mundo. Compartió cartelera con Duke Ellington, Dave Brubeck, Gene Kruppa, Rudy Rich y Max Roach, a quien el músico mexicano califica como la “realeza del jazz”.
“En los primeros días de la primavera de 1961 estaba a punto de subir al escenario del estadio municipal de Evansville, en el Festival de Jazz de Indiana. Recuerdo que el escritor y compositor Gene Lees, quien me invitó, me dijo que solo podía tocar 15 minutos. Le dije ‘yo el tiempo que sea, con que nos des chance de tocar 5 o 10 minutos, estamos más que contentos’”, narra.
Cuando comenzó el tiempo se detuvo, tocó una canción tras otra mientras los más de mil 700 asistentes enloquecían.
“Subí y comencé a tocar, toque la primera pieza, entró la segunda, después toqué un tema mío, comencé mi solo de batería y destrocé los tambores. La gente se quedó encantada, gritando, les dije que ya me tenía que bajar y me dijeron que no, que siguiera tocando, total que terminé tocando media hora. Tuve un éxito tremendo, quedamos como reyes”, recuerda Contreras el día en la que entró a la realeza del jazz.
Al día siguiente, en la portada del The Sunday Courier and Press, de Evansville, Indiana, estaba la fotografía de Contreras con la leyenda “Baterista mexicano despierta a la multitud del jazz, fue la gran estrella”.
Después de convivir con los monstruos de la batería, de los cuales ya formaba parte, Gene Krupa, Buddy Rich y Max Roach, Contreras conoció a Roland Kirk, un músico que tocaba tres saxofones a la vez y lo invitó a Alemania. “Le dije que no, que yo tenía en México a mi banda y mi bar”, le respondió.
Un año después, arrepentido de la negativa, formó un sexteto para irse de gira por Europa. En Grecia iba a tocar dos semanas, se quedó tres meses, en Estambul estuvo un mes, visitó París, Alemania, y Madrid, la gira duró más de un año.
“Fueron meses muy bonitos, conocí a Lola Beltrán en Madrid y en Grecia cuando llegué vi que había un letrero que decía que se iba a presentar Tinacos Contrerapolus, yo les pregunté quién era ese que iba a tocar, que ese no era yo, al final lo arreglaron y apareció mi nombre: Tino Contreras”, cuenta.
Enamorado de México
Desde ese entonces el nombre de “Tino Contreras” fue ampliamente conocido en el viejo continente, incluso más que en México, aunque dice que México nunca abandonará su cuerpo.
Contreras cuenta con 59 álbumes de estudio, 8 de ellos los grabó en Europa. Nunca ha sido patrocinado ni por gobiernos ni por la iniciativa privada. Todo el dinero que gana lo invierte para seguir produciendo música, en grabaciones y giras.
Por tercera ocasión desde que comenzó la pandemia de COVID-19, el músico mexicano tuvo que cancelar su visita presencial al London Latin Music Festival, festival del cual sería la estrella. Para no quedarle a deber a su público, realizó un concierto vía streaming desde la Casa Azul de Frida Kahlo hace dos fines de semanas, además, ese día festejó sus 97 años de edad.
Después de comentar que ha recorrido medio mundo, pero que aún le falta la otra mitad por visitar, Contreras confiesa su secreto para detener el tiempo y mantenerse joven.
“No tomo, no me gustan los alcohólicos, no me gustan los borrachos y no me gusta hablar con ellos, hay que tenerles mucha paciencia, hablan mucho y por eso la riegan. Además, todos los días toco el piano, la trompeta, la batería, canto y compongo, la composición no me deja en paz, no me deja quieto. Yo como dijo Pitágoras ‘después de Dios, la música’, imaginen una vida sin música, no tendría sentido, por eso me siento bien, no me duele nada. El dinero hace falta, pero vivir, vivir, vivir y volver a vivir es lo más importante”, concluye el jazzista que detuvo el tiempo.