Trabajo a distancia con hijos; entre el home office, travesuras y la escuela en casa

Quedarse en casa ha implicado para algunos más que ver tv y trabajar a distancia, padres de familia combinan las juntas con episodios incontrolables de llanto o con temas musicales de fondo
Elizabeth González-Manrique Elizabeth González-Manrique Publicado el
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A partir de marzo de 2020 miles de padres de todo el país se enfrentaron a un nuevo reto laboral que poco tenía que ver con el trabajo, combinar el home office y el cuidado de sus hijos todo sin descuidar ninguno de los dos aspectos.

La encuesta regional 2020: ¿Cómo se transformó el ámbito laboral y familiar?, realizada por la IAE Business School, reveló que México es uno de los países de América Latina en el que empleadores adoptaron el esquema del trabajo en casa debido a la pandemia de COVID-19.

Según este sondeo antes de la pandemia solamente 34 por ciento trabajaba de manera remota en tiempo completo y 10 por ciento algunos días de la semana, mientras que durante la pandemia 68 por ciento de los mexicanos encuestados  tienen esquemas de home office a tiempo completo.

Mientras a través de redes circulaban publicaciones en las que se destacaba que el tiempo de confinamiento podría, o debería, ser  usado en aprender idiomas, leer mucho o adquirir nuevas habilidades, padres de familia consideraron solo dos actividades como prioritarias: trabajar y rendir laboralmente y mantener sanos y salvos a sus hijos durante la jornada laboral dentro de casa.

Aunque no todas las historias tratan de tragedias, algunas incluso narran episodios graciosos, los accidentes se encuentran a la orden del día cuando el niño carece de supervisión adecuada y posee una edad menor a 10 años.

“Casi me tumba de una silla”

Angie, una joven madre de un niño de 7 años, ha tenido que implementar diversas estrategias para poder cuidar del pequeño Adair, todo mientras atiende juntas y cumple con un turno laboral de 9 horas.

Aunque ambos se han adaptado bien a trasladar la escuela en casa, a veces simplemente el pequeño niño, quien tenía 6 años al iniciar la cuarentena y acababa de entrar a primaria, se aburre y comienza a ser “creativo” en sus juegos.

“Mi hijo al inicio de la cuarentena acababa de entrar a la primaria, tenía 6 con 7 meses, así que había que repasar mucho con él el tema de la lectura, y estando en casa tuve mucho más tiempo hacerlo. Actualmente va en segundo año, ya tiene 7 años 5 meses, y ya esta practicando cosas que normalmente le hubieran enseñado hasta tercero y en cuestiones de alimentación, cuidado personal y días que se ha sentido mal, también he podido estar más al pendiente”, cuenta Angie.

Adair es la “estrella” de las juntas de su madre y no solo pasa a saludar, sino que se convierte en participante activo de los encuentros laborales de Angie. 

Cuando ve que estoy en videollamadas, le gusta ser el protagonista cada que puede. Mi jefa que es muy amable, siempre que lo ve o lo escucha le habla para saludarlo, pero él llega para quedarse
Angiemadre en home office

En una ocasión, relata la joven madre, el pequeño consideró “pescar” los pies de su progenitora, lo que casi deriva en un ridículo colosal frente a un cliente importante.

Una vez en plena llamada super importante con un cliente, se le ocurrió que era buena idea jugar a pescar mis pies. Yo no me di cuenta de que me amarró un lacito, y cuando menos sentí, me jaló fuerte el pie y casi me lleva con todo y silla. Afortunadamente no grite, pero si tuve que apagar la cámara para reírme, porque, aunque al principio no supe ni que paso, después me dio mucha gracia su ocurrencia
Angiemamá en home office

Otro día, el niño ofreció un concierto silencioso, que no permitió que su madre se aburriera, ni tampoco que pusiera atención a la junta.

“Un día le dieron ganas de hacer un concierto en plena junta y como le pedí que no hiciera ruido, decidió seguir cantando y actuando en silencio atrás de la compu, pero si me preguntas ¿de que trató la junta? francamente ni me acuerdo por estar distraída con el espectáculo”, mencionó.

La madre del niño de siete años optó por colocar un colchón en la sala, su sitio de trabajo actual, para que el pequeño juegue y pueda vigilarlo, y también para que descanse, pues madruga junto su mamá y ambos están alerta a las 07:00 horas de lunes a viernes.

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Así como Angie, Laura, madre de un niño de dos años, también ha vivido experiencias graciosas, sin embargo algunas han estado teñidas con la sangre de su hijo y uno que otro “chichón”.

Laura comenta que al principio de la pandemia su esposo siguió saliendo de casa, aproximadamente un mes más, pero que ella al ser madre lactante fue la primera en ser enviada, al ser la única con hijos, a hacer home office.

El 16 de marzo de 2020 fue el último día en el que pisó su sitio de trabajo, para convertir su hogar en una improvisada oficina en la que la decoración era cosa del pequeño Roberto.

Ella trabajaba bajo el esquema de teletrabajo algunos días a la semana, sin embargo, entonces contaba con el apoyo de su madre, en cuya casa se refugiaba mientras alguien más se encargaba de que su hijo “se mantuviera vivo”, como ella misma bromea.

Antes trabajaba dos días a distancia, pero mi hijo era cuidado por mis padres, cuya casa me quedaba caminando de la mía, al empezar el confinamiento fue imposible, porque mis padres pertenecen al grupo de personas vulnerables y no los vi durante los 3 primeros meses de pandemia, aunque igual estaba encerrada me daba terror llevarles el contagio
Lauramamá en home office

Roberto, quien entonces tenía poco más de un año de edad, comenzaba a caminar, sin embargo, con el gateo su desplazamiento era suficiente para causar uno que otro desastre. Todo empeoró cuando comenzó a caminar, y a correr.

“Pues resulta que mi querido bebé quebró una cosa por aquí y una por allá, un día saltó de la cama y se cayó, todo en cuestión de segundos, se le hizo un chichón enorme, mis papás me preguntaron en la videollamada diaria qué había pasado con un tono de voz nunca antes usado por ellos para mi”, platica la mamá de uno.

Pero lo peor estaba por venir, una caída terminó con la nariz quebrada lo que derivó en una acción que era “imposible” hasta entonces, y que Laura repetía constantemente a su bebé, ir al hospital.

Me la viví diciéndole ‘no podemos ir al hospital ahorita’, igual que miles de mamás con hijos haciendo home office, pues sí que podíamos, y tuvimos que hacerlo, porque con esa nariz rota y sangrante simplemente ir a urgencias fue necesidad, no opción. Me acuerdo del reguero de sangre y me duele el estómago
Lauramamá en home office

Tras considerar que es seguro reunirse con sus padres, pues una y otra familia mantienen un estricto confinamiento, Roberto pasa algunos días con sus abuelos, y ya no aparece más en las juntas digitales de su padre, cuyo horario laboral es superior a las 12 horas y a quien los compañeros le preguntan por el invitado “de honor” de los encuentros en los que se hablan de negocios, mientras suena el popular tema coreano “Baby Shark” de fondo.

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