Tres motivos para creer que The Last Dance es la mejor serie documental de Netflix

Querido, cinéfilo: las opiniones vertidas en La Cinemágora no representan la perspectiva del medio. Esta crítica de ‘The Last Dance’ NO CONTIENE SPOILERS

Era elástico, rápido, competitivo, ganador, carismático y tenía su propia marca. Era el tema del desayuno, la comida y cena. Era Michael Jordan, el atleta por quien expresidentes como Bill Clinton y Barack Obama testificaron en la serie documental de Netflix The Last Dance.

El director de la obra, Jason Hehir, reunió más de 10 mil horas de grabaciones y cerca de 100 entrevistas. Sólo dos rivales de Jordan se negaron a participar por cuestiones casi obvias: Karl Malone y Bryan Russell.

A pesar de ello, este es el trabajo destacado de Hehir, quien realizó otras series documentales como The Fab Five (2011), en el que narra sobre los jugadores de baloncesto masculino de los Wolverines de Michigan de los años 90 conocidos colectivamente como los Fab Five: Chris Webber, Jalen Rose, Juwan Howard, Jimmy King y Ray Jackson.

Aunque es atrevido señalar a The Last Dance como la mejor serie documental de la historia de Netflix, existen tres motivos para creer que así es.

1- Emociones garantizadas

Jason Hehir no sólo utiliza a su favor material inédito de la NBA para causar impresión en el espectador, sino que de modo intencional toca fibras delicadas de Michael Jordan y de las personas que le rodean, ya sean adversarios.

Es a propósito que el director desnuda a Jordan, quien confiesa cómo su liderazgo tóxico era algo necesario para ganar aunque ello implicara recibir el odio de sus compañeros.

Esto es apenas uno de los pilares, pues las escenas recopiladas cargan nostalgia en sí mismas de los años 80 y 90. Y suman el lado mediático y de la cultura pop que Jordan fincó a lo largo de su carrera.

Tampoco es casualidad que el recién fallecido Kobe Bryant aparezca en The Last Dance, ni que el estreno de la obra de Hehir se haya adelantado para el 19 de abril por el aislamiento social que se vive a consecuencia del COVID-19.

Fuera de estos elementos sustanciales, Jason Hehir también se dedicó a reunir canciones que repercutieran en las emociones del público para aderezar el material fílmico de las décadas pasadas.

Así, acompañan al documental desde los Beastie Boys hasta Pearl Jam, pasando por The Allan Parsons Project, Fatboy Slim, Run DMC y llegando a artistas contemporáneos como Drake.

Por último, aunque la intimidad es demasiada, el director dejó fuera a las esposas de Jordan porque no estaba interesado en mostrar ese lado del atleta.

2- Para todo público

El baloncesto no reúne tanto público como el futbol soccer. Pero, Michael Jordan por sí solo conquista gran parte de la atención como consecuencia del impacto que tuvo fuera del ámbito deportivo, Space Jam (1996, Joe Pytka) por ejemplo.

En The Last Dance se habla de la dinastía de los Chicago Bulls; pero, todo ello anclado en el mejor jugador de basquetbol de la historia: Michael Jordan. Esto provoca que el documental no se cierre a un nicho deportivo.

Por esa razón, la serie documental ya alcanzó los 24 millones de hogares alcanzados en Netflix. Pues gran parte del grueso de The Last Dance descansa en la manera cómo nos sitúa en los vestidores de los Bulls de Chicago.

Los momentos épicos, de tensión y cruciales en la historia de Jordan se vuelven pequeños ganchos que capturan la atención del espectador en cada capítulo y lo obligan a reproducir casi de inmediato el siguiente.

Tal efecto, en el que también se observa morbosamente la reacción de los basquetbolistas, convierte al público en un jugador más que entiende la importancia de ganar una final en 1998.

3- Calidad periodística

Sin duda alguna, la calidad de investigación que Jason Hehir invirtió a The Last Dance es incuestionable. Muy rápido se nota que cada entrevista, filmación y edición de fechas fue realizada minuciosamente para ser digerible.

La investigación comenzó en la temporada 1997/98, cuando Jordan y sus compañeros de los Bulls le dieron a NBA Entertainment un acceso exclusivo con las cámaras al detrás de escena del equipo aquel curso, catalogado como The Last Dance por el entrenador Phil Jackson.

Sin embargo, narrar la historia cronológicamente conllevó un desafío enorme para Hehir. Al pensar en la estructura del documental decidió convertirlo en una serie de diez episodios.

En cada uno de los capítulos, el director cimenta un juego de flashbacks que tienen la meta de ser dinámicos para el público y que éste no se aburra por la continuidad rigurosa de la historia.

Para Jason Hehir también implicó que en su búsqueda por entrevistados hubiese persuasión. Así, 106 testimonios no se negaron en ningún momento a participar en el documental.

Finalmente, el primer encuentro entre Jason y Michael Jordan tuvo lugar en un hotel de Manhattan el 27 de septiembre de 2017 y duró menos de una hora. De acuerdo con el cineasta, ambos conectaron tan rápido que se nota a MJ hablar fluidamente durante las entrevistas.

RECOMENDACIÓN: 5 ESTRELLAS DE 5 (IMPRESCINDIBLE)

También puedes leer: Crítica ‘Violet y Finch’: pensamientos suicidas en una película más triste que Celda 7

Te puede interesar