Un abrazo de lectura desde la Universidad Michoacana
En Michoacán se encuentra un acervo bibliográfico que data de 1492; en entrevista, la directora general de bibliotecas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo asegura que estos espacios gratuitos son necesarios para los ciudadanos, pero la falta de recursos apenas ayuda a subsistir a las 52 librerías de la institución educativa
Hidalgo NeiraEn Michoacán se encuentra un acervo bibliográfico que data de 1492; en entrevista, la directora general de bibliotecas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
En pleno centro histórico de Morelia, Michoacán, en donde estuvo el templo de la Compañía de Jesús, residen desde 1930 miles de escritos procedentes de todo el mundo. El huésped bibliográfico de mayor longevidad data del siglo XV, justo del año en el que Cristobal Colón llegó a América, este libro es Crónicas de Núremberg, donde se narra la historia universal conocida hasta 1492.
El ejemplar es resguardado en una bóveda de seguridad con combinación, dentro de una caja que lo preserva de la humedad. Es tratado con guantes para su observación y al abrir el escrito se descubre en latín pasajes que están oficializados desde la visión católica.
En el apartado que habla de la historia papal, hay un bloque que se encuentra completamente tachado, este corresponde al relato de la Papisa Juana, capítulo que fue censurado en este ejemplar, pero sí se encuentra disponible en otras ediciones.
Así como las Crónicas de Núremberg, otros miles de libros antiguos se encuentran disponibles en la Biblioteca Pública de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), que opera desde la tercera década del siglo XX, después de que el estado incautara los bienes a la iglesia.
“El acervo de esta biblioteca proviene del antiguo seminario tridentino y luego de las distintas órdenes religiosas que estaban en la ciudad, estas dan forma al acervo que se integra a la biblioteca. Como podrán imaginarse, la mayoría de los libros son de carácter religioso”, comenta Gabriela Sánchez Medina, directora general de bibliotecas de la Universidad Michoacana.
Reporte Índigo hizo un recorrido por el inmueble que fue edificado en el siglo XVII, lugar en donde descansa el archivo antiguo de la Universidad Nicolaíta, siendo el tercero más extenso de México con 23 mil volúmenes, después del de la biblioteca José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y del Fondo Antiguo de la UNAM, siendo este el más extenso del país.
Sánchez Medina revela que la UMSNH otorga un presupuesto anual de dos millones de pesos, y está en manos de la dirección general de bibliotecas el generar una cantidad similar, pero esto no es suficiente para las más de 50 librerías universitarias con las que cuenta la institución de educación pública.
“Estamos trabajando con alrededor de cuatro millones anuales, que no alcanzan; son 52 bibliotecas y, por ejemplo, si tú miras ahora un poco este edificio, tiene deterioro, en restaurar sólo este edificio no me alcanzan los cuatro millones”, subraya la directora, en entrevista.
Una biblioteca viva en la Universidad Michoacana
El que fuera templo religioso asombra por su inmensidad, por sus paredes recubiertas por estanterías hasta el techo abovedado. Tiene impresos en latín, de corte legal, e incluso botánico. Este acervo antiguo también resguarda documentos originales que están rubricados por Miguel Hidalgo y Costilla, quien llegó a ser rector del Real Colegio Primitivo de San Nicolás Obispo.
El espacio universitario cuenta con la biblioteca personal de Melchor Ocampo, quien fuera gobernador de Michoacán, sus libros tienen marca de fuego, lo que es un sello que se postraba en el canto y era la seña que dejaba el hierro empleado al rojo vivo en las hojas.
Al hojearse estos volúmenes se aprecia que han sido cuidados con tacto especial, algunos han podido ser digitalizados, pero la mayoría sólo están disponibles en el inmueble moreliano; la directora de bibliotecas expresa que quien desee acudir a revisarlos o consultarlos, puede hacerlo siguiendo los protocolos correspondientes.
Atendemos desde investigadores que vienen y consultan, y también tenemos chicos escolares que quieren ver y sí les enseñamos algunos de los libros antiguos”, añade Sánchez Medina.
Para poder acercarse a algún libro del acervo antiguo, se llena un oficio, que más que burocrático es para establecer un control. La respuesta para quien busca la consulta se emite lo antes posible, en ocasiones el mismo día, y se especifica un monto por la digitalización (en caso de ser necesaria), el cual puede llegar a ser de tres pesos por hoja.
Las puertas del recinto están abiertas para cualquier persona, Sánchez Medina incita a que los transeúntes se acerquen, no sólo los lectores, porque ella ve en este lugar un punto de encuentro que es tomado por la ciudadanía para sus actividades diarias, de ocio o entretenimiento.
“También tenemos un acervo contemporáneo, en este damos servicio a chicos de primaria, secundaria y preparatoria y eso hace que tengamos una movilidad muy interesante de estudiantes, están consultando, viendo, hacen las tareas y yo veo que esa es la parte que le da vida a esta biblioteca, porque siempre tenemos usuarios en las mesas, hay chavos trabajando, gente que entra a hacer labor de oficina, a esperar, es un lugar de paso, donde la gente a veces entra a resguardarse, a conectarse a internet y eso me parece interesante, porque es una apropiación del espacio”, platica la directora general.