Un festival pa’todos

El fin de semana, apenas seis meses después de su última edición, se llevó a cabo el cuarto Pa’l Norte Rock Festival en el Parque Fundidora.

Más de 50 bandas de talla internacional, nacional y local se presentaron en los dos escenarios principales y la carpa ascendente.

Según cifras oficiales fueron 44 mil y 70 mil personas, respectivamente, un total de 114 mil asistentes. 

Ximena Sariñana salió en un vestido de flores dando brincos de lado a lado del escenario para decir que ama Monterrey y mandar saludos a Alejandro Rosso, de Plastilina Mosh.

Martha I. Dávalos Martha I. Dávalos Publicado el
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50
bandas internacionales, nacionales y locales

El fin de semana, apenas seis meses después de su última edición, se llevó a cabo el cuarto Pa’l Norte Rock Festival en el Parque Fundidora.

Más de 50 bandas de talla internacional, nacional y local se presentaron en los dos escenarios principales y la carpa ascendente.

Según cifras oficiales fueron 44 mil y 70 mil personas, respectivamente, un total de 114 mil asistentes. 

Ximena Sariñana salió en un vestido de flores dando brincos de lado a lado del escenario para decir que ama Monterrey y mandar saludos a Alejandro Rosso, de Plastilina Mosh.

“Ya llegó su pinshi diosa” fue el grito de la Galatzia, quien entre canción y canción hizo lo que la llevó a la fama de Internet: contar chistes. 

Dedicó minutos a alabar la tierra de la carne asada y decir que por todo se hace una en Monterrey: “mataron a tu papá, carne asada, se murió la abuelita, carne asada”.

Gondwana trajo la primera lluvia de la tarde, pero eso no hizo que la sonrisa del cantante Quique Neira desapareciera de su rostro ni de los fans, quienes corearon “Verde, amarillo y rojo”.

Antes de las 8 de la noche regresó la lluvia y los impermeables improvisados. Varios se dieron resguardo en el Pilo’s Bar, con sus mesas blancas de plástico, billar y hasta rocola. 

En su primera visita a la ciudad, el grupo 311 calmó al público con sus melodías más lentas, aunque también prendieron con “Jackpot” y “Existencial hero”. 

La gente pedía más con las manos en alto, pero una manta blanca cubrió el escenario y llegó el turno de Kinky al otro lado. 

Siguieron el rock indie de The Kooks y las presentaciones sorpresas de Crazy Town y Big Boy. 

El rapero Flo Rida cantó antes de Calle 13, que recordó el caso Ayotzinapa. Pasadas la 1 de la mañana cerró Molotov al clásico grito de “Puto”. 

El sábado la temperatura aumentó desde temprano y poco después de las 3 de la tarde, con el inicio de la presentación de La Gusana Ciega, los rayos del sol se dejaron sentir al máximo.

El colectivo de música electrónica norteña originario de Tijuana, Nortec, puso a saltar al público con éxitos como “Tijuana sound machine”. 

Más y más fans fueron llegando. Belanova deleitó con sus canciones conocidas como “Tus ojos”, “Rosa pastel” y “Me pregunto”. La banda colombiana Aterciopelados, liderada por Andrea Echeverri, se presentó ante casi un lleno total y precedió a Enanitos Verdes, grupo que tocó clásicos del rock en español como “Lamento boliviano” y “Guitarras blancas”.

El cartel pasó de talentos locales como Los Claxons, a artistas sorpresa como el rapero Coolio, hasta llegar a bandas internacionales como la argentina Babasónicos. 

Shirley Manson de Garbage, con su cabellera rosada, dio paso a otra sorpresa de la noche, los setenteros The Village People y sus inolvidables “Macho man” y “Y.M.C.A”.

Entrando a la recta final, apareció Café Tacvba, banda que puso a bailar a todos con “La chica banda”, “Ingrata”, “Déjate caer”, entre otras. 

Los originarios de Las Vegas, Imagine Dragons, prendieron con su rock alternativo, aunque también se dieron tiempo de cantar “Cielito lindo”.

Cinco minutos antes de la 1 de la mañana, Intocable obligó a que todos agarraran pareja antes de la clausura del festival con “Fuerte no soy”, “Soñador eterno”, “Enséñame a olvidar” y más.  

Comida, música y kermés

Además del Pilo’s Bar, los asistentes tuvieron actividades para despegarse un rato de los escenarios. Había tiendas de ropa, stands de tatuajes y más.

El área de comidas tenía desde hamburguesas hasta tacos de trompo y kebabs. Varias filas de mesas ofrecían descanso, aunque el primer día casi nadie se sentó porque todo estaba empapado.

La organización fue clave, con empleados entregando rollo a las entradas de las letrinas, dispensadores de gel antibacterial en las comidas e informadores ambulantes que se reconocían con sus letreros.

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