A la edad de ocho años, adentrado en los parajes de su natal Durango y junto con su familia, en la década de los 80, Geney Beltrán se enteró del caso de una menor de edad que fue raptada y violada, situación que en un México rural era normal.
Años después, en Culiacán, Sinaloa, Beltrán se encontró con Cien años de soledad, al zambullirse en las letras de Gabriel García Márquez y conocer la historia del pueblo Macondo, fue que el duranguense decidió dedicarse a narrar cuentos y ensayos.
En su cabeza rondaba una idea, transcribir lo atroz, la violencia y el crimen impune que nunca se borró de su memoria infantil. “Me puse a escribir una novela sobre Tomasa cuando tenía unos 22 o 23 años, no llegué a ningún lado, terminé tirándola, no avancé y hace ocho años fue que retomé ese viejo proyecto, con una suerte de deuda personal, hasta terminarla. Me llevó unos seis años trabajarla”, recuerda Geney Beltrán, en entrevista con Reporte Índigo.
Ahora, a 20 años de distancia y seis libros después, el literato logra publicar Adiós, Tomasa, una observación mordaz al México olvidado por las instituciones, aquel que persiste en la lejanía del campo y que es controlado por la violencia y el crimen organizado.
Familiarizado con el tema por su cercanía con el noroeste del país, el escritor platica con soltura de las maneras en las que funciona la sierra duranguense y el Triángulo dorado, zona conocida entre Sinaloa, Chihuahua y Durango, por ser la base de operaciones del narcotráfico mexicano y de donde se extraen la mayoría de estupefacientes que llegan a los Estados Unidos.
“Para los habitantes de la sierra en los 80, el gobierno era el enemigo y el gobierno era el ejército, eso dice mucho también de lo que significa que no tengas tú un sentido de pertenencia a una sociedad nacional, a un Estado, a unas instituciones que tendrían como finalidad protegerte”, comenta el escritor.
En su experiencia, los cárteles operan porque el gobierno lo permite, es un asunto normalizado y además es llamado como “el negocio” entre los habitantes, por lo que dar fin a la actividad delictiva sería prácticamente imposible en México.
Adiós, Tomasa es publicado por Alfaguara, ya se encuentra en librerías y es aplaudido por la escritora Elena Poniatowska, quien ha dicho que es una lectura “impredecible, exigente y generosa”.
El peligro de la Guardia Nacional para Geney Beltrán
Desde que la Guardia Nacional entró en funciones el 30 de junio pasado, la incertidumbre ha rodeado a los ciudadanos en torno a este mando instaurado por el gobierno federal morenista, ya que patrullan al interior del metro capitalino y circulan en distintas entidades de México.
Geney Beltrán observa y ejemplifica al decir que el ejército en las municipalidades lejanas de la capital, sólo ha servido par provocar castigos y represión a quienes habitan esas zonas del país.
“Allá todos les tenían miedo a los soldados, porque además no eran del pueblo, eran de otros estados (…) La visión siempre era negativa y era para llegar a castigar, no tenía ningún cariz protector y lo que se ha estado discutiendo sobre la militarización es muy preocupante, porque ya se ha renunciado a la posibilidad de tener cuerpos policiacos honestos, con una buena formación, con un respeto ético a los derechos humanos”, subraya.
México como Estado, al renunciar a instruir a nuevos agentes policiacos o fuerzas del orden, estaría cayendo en un peligro autoritario hacia sus gobernados, además de repetir la historia que Beltrán ya ha visto en la sierra duranguense.
“El ejército tenía otras funciones, ¿por qué se está haciendo ese hibrido anómalo de la Guardia Nacional? Por lo menos en los pueblos de la sierra sería repetir una lección que se ha venido dando desde hace décadas; para estos habitantes no sería algo nuevo”, indica el también editor.
Es inminente legalizar las drogas
El narcotráfico seguirá empoderándose en México, siempre y cuando exista corrupción, esta es la observación que hace Beltrán, por lo que precisa que el camino está en legislar a favor de los enervantes, lo que cerraría su industria en opacidad.
“Si sigue siendo prohibida es porque es un negocio en el cual intervienen, no sólo particulares que la cultivan y la trasiegan, sino porque hay toda una estructura política y empresarial que se beneficia de ese dinero, todos los demás discursos que dejen de lado esa realidad son falsos”, añade el literato de 43 años.
El autor pone de ejemplo a Estados Unidos, que ya aprobó en ciertas zonas el consumo personal, su venta y distribución, tanto para fines lúdicos como medicinales de la cannabis, situación que resalta por cómo el comercio se queda del otro lado de la frontera y aquí están los muertos por la constante guerra contra los capos de la droga.
“Es absurdo que en Estados Unidos ya se haya legalizado la marihuana y en México se sigua combatiendo; si el mercado está en Estados Unidos y si el narcotráfico ha florecido en México es porque hay una demanda allá, si no estuviéramos al lado del imperio no tendríamos ese mercado, de fondo hay una gran hipocresía, que desde los 80 se dejaba ver allá en la sierra”, opina.