La semana pasada, se presentó en el Museo Nacional de Aire y Espacio, uno de los 19 elementos pertenecientes a la Smithsonian Institution, un hombre construido de partes biónicas y órganos artificiales.
El “hombre biónico”, que mide un metro con 83 centímetros y pesa 77 kilogramos, es la estrella de un documental transmitido este fin de semana en el canal de la Smithsonian Institution, realizado por la compañía británica Shadow Robot Co, con la finalidad de presentar los avances que la medicina ha tenido en esos ámbitos.
“Esto no es un truco para impresionar”, señaló el director de la Smithsonian Institution, John Dailey, “es desarrollo científico real”.
El proyecto tuvo un costo de un millón de dólares y requirió de 28 partes corporales artificiales –entre ellas páncreas, pulmones, el bazo y el sistema circulatorio– que fueron prestadas por diferentes empresas de biomedicina.
La cara del robot no se mueve y no tiene piel cubriendo sus órganos, después de todo, la idea es mostrarlos.
Su ensamblaje tomó un total de tres meses, que comenzó en agosto del 2012.
Lo controlan desde una computadora a través de Bluetooth, porque su inteligencia artificial es limitada, y algo parecida a los programas de computadora que responden a ciertas preguntas preprogramadas.
Zoológico de robots
Que el nuevo “hombre biónico” de la Smithsonian Institution respondiera de manera básica a los estímulos de su público, no quiere decir que no sean posibles reacciones más sofisticadas.
El FRAC Centre, una galería de arte y arquitectura contemporáneos en Francia, tiene una exposición titulada “Petting zoo”, en la que los visitantes y curiosos pueden interactuar con los objetos (animales robots).
Y, efectivamente, es más parecido al concepto de un zoológico que una exposición cualquiera, porque estos responden a los movimientos del público de acuerdo a diferentes personalidades: seguidores, juguetones o enojados.
Cada “animal” está formado por tres tubos luminosos que reaccionan a lo que hace la persona que los esté viendo. Estos robots están diseñados para expresar humores distintos y para comunicarse a través de sus movimientos.
Sus creadores, Theodore y Stephen Spyropoulos, tenían como objetivo principal hacer “arquitectura participativa, que pareciera viva”. Y para lograrlo, Theodore y Stephen Spyropoulos usaron cámaras, sensores de sonido y programas de procesamiento de datos para hacerlo realidad.
Adiós, baristas
Una cafetería portátil y 100 por ciento automatizada podría amenazar a los Starbucks de Estados Unidos.
Briggo es una combinación entre una máquina de café y un barista bien entrenado, que puede preparar cualquier bebida que se le pida con cantidades precisas, en el momento exacto en que la necesitas lista.
La primera de ellas está en una cafetería de la Universidad de Texas, en Austin, pero sus creadores tienen otras locaciones, aún secretas, en las que planean establecerse.
Dentro de sus 4.6 metros cuadrados, en Briggo se encuentra todo lo necesario para preparar una impresionante variedad de bebidas: tubos de calentamiento, sensores, brazos robóticos y los ingredientes necesarios.
Puede cumplir con solicitudes muy específicas (¿dos shots de expreso, leche de soya y jarabe de vainilla?), y cada vez que la pidas tendrá exactamente el mismo sabor.
Por si fuera poco, la aplicación para smartphones de Briggo permite que hagas tu orden para que esté lista cuando necesites. Y si quieres algo inmediatamente te avisa cuál es tu tiempo de espera.
También puede recordar tus bebidas favoritas y tu información de pago, así que un click es todo lo que necesitas para tomar el café como te gusta.