La luchadora social Rosario Ibarra de Piedra murió el sábado 16 de abril de 2022 sin conocer el paradero de su hijo Jesús Piedra Ibarra. El lunes se cumplieron 47 años de su desaparición forzada.
La memoria de su lucha, de ella misma y la de su primogénito están en un museo en la Ciudad de México. Desde sus orígenes este recinto estuvo pensado para recordar y no olvidar.
“Hoy los invitamos a transitar por este Museo de la Memoria Indómita esperando que al salir lleven con ustedes el conocimiento de la historia que los malos gobiernos no quieren contar y la convicción de luchar para que la desaparición forzada no exista más en ningún lugar de la tierra”, se lee en un texto de Rosario Ibarra de Piedra colocado en una pared de dicho recinto.
El 18 de abril de 2012 el inmueble ubicado en la calle Regina número 66 fue entregado a Rosario Ibarra de Piedra por ser la presidenta del Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, también conocido como ¡Eureka! Esta organización fue fundada en 1977 por la desaparición de su hijo Jesús Piedra Ibarra, integrante de la Liga Comunista 23 de septiembre.
“El 18 de abril de 1975, a manos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), fue detenido-desaparecido en Monterrey, Nuevo León, Jesús Piedra Ibarra. Desde entonces, su familia, pero especialmente su madre, Rosario Ibarra de Piedra, se dio a la tarea de buscarlo y reclamarlo a las autoridades mexicanas”, menciona otro muro como parte de la exposición permanente.
Sin embargo, en su lucha se dio cuenta de que no era la única que buscaba a su hijo desaparecido y se encontró con otras madres con el mismo reclamo: su presentación con vida.
“Así fuimos conformando un grupo organizado, integrado por familiares de los desaparecidos, en su mayoría, las madres de quienes estaban siendo víctimas de la represión”, dice la pared de una de las salas.
El 12 de junio de 2012 terminó la instalación museográfica del espacio independiente que antes funcionó como central de bomberos, Cruz Verde y morgue. Y en un acto solemne, el Museo de la Memoria Indómita fue inaugurado el 14 de junio del mismo año.
El 16 de marzo de 2006 el Comité de Patrimonio Inmobiliario otorgó a favor del Comité ¡Eureka! el Permiso Administrativo Temporal Revocable (PATR) a título gratuito para abrir el recinto. Pero la espera fue larga, pues para su apertura tuvieron que pasar años desde que en 2005, después de 30 años de lucha, el Comité ¡Eureka! planificó crear un museo.
El acervo en Casa de la Memoria Indómita
“¿Hasta cuándo la justicia dejará de aparentar ser ciega?”, dice una lona con la imagen de Rosario Ibarra de Piedra que recibe al público del Museo Casa de la Memoria Indómita. Ella trae colgada del cuello la fotografía de su hijo desaparecido, Jesús Piedra Ibarra.
Detrás está más de una docena de reconocimientos que le fueron entregados a la activista por los derechos humanos por diversos motivos como celebrar su vida, su lucha y su participación en eventos públicos. Pero, así como fue condecorada, no aceptó recibir la medalla Belisario Domínguez que entrega el Senado de la República y le dejó la custodia al presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me lo devuelvas junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos y añorados hijos y familiares”, leyó su hija en una carta que envió el día de la entrega, el 23 de octubre de 2019.
El Museo Casa de la Memoria Indómita exhibe documentos, fotografías, audiovisuales y objetos relacionados con las desapariciones forzadas. Por ejemplo, el teléfono desde el cual Rosario Ibarra de Piedra recibía llamadas de su hijo antes de ser desaparecido o cirios que daban esperanza a las familias de quienes no están localizados.
“Cuando doña Rosario va a denunciar lo que había pasado, le dicen ‘no lo tenemos, no hay una orden de aprehensión en su contra y también ella les dijo que era estudiante de la Universidad Autónoma de Nuevo León’ y le dijeron que les comprobara. Entonces ella va y no había rastro de ningún documento, a eso se le conoce como desaparición administrativa”, mencionó durante el recorrido el sociólogo Rubén García, quien funge como guía del museo.
El núcleo de la muestra expositiva emana del archivo histórico del Comité ¡Eureka! De hecho, existe un convenio con la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) para su organización, clasificación, digitalización, conservación y generación de instrumentos de consulta.
El recorrido por el Museo Casa de la Memoria Indómita empieza en 1968, con el genocidio del 2 de octubre. Continúa con la matanza del Jueves de Corpus que ocurrió el 10 de junio de 1971, la cual es conocida como “El Halconazo”.
“Un genocidio es aquel que busca el exterminio de un grupo. Lo que ocurrió el 10 de junio fue una matanza porque el grupo paramilitar iba tras los líderes del 68 que tenían identificados”, explicó García.
La exposición permanente sigue con el cuarto de México Rosa, con videos propagandísticos de la Secretaría de Inteligencia y Espionaje contrastados con la cobertura de un país que iba a ser sede de los Juegos Olímpicos en 1968 y, posteriormente, de la Copa Mundial de Fútbol en 1970. Después está la Sala del Terror, donde a oscuras se escuchan los testimonios reales de gente a la que el Estado ha desaparecido.
“El propósito del Museo Casa de la Memoria Indómita es generar un espacio en donde los crímenes del Estado cometidos en el país se expongan a través de información, de alguna manera es un reconocimiento a los luchadores sociales desaparecidos en el país”, se lee en la página oficial del recinto.