Una pluma atemporal
David Toscana es un escritor musical, casi como un director de orquesta o compositor, cuyas letras se caracterizan por armonía y dinamismo en el ritmo.
Al estar inmerso en las estructuras cuadradas de la ingeniería, tomó la decisión de sumergirse en el universo de las palabras y convertirse en un escritor de oficio que asegura que “es bastante claro que la literatura es emocionante, la ingeniería es aburrida, la literatura desarrolla la imaginación”.
María Alesandra Pámanes
David Toscana es un escritor musical, casi como un director de orquesta o compositor, cuyas letras se caracterizan por armonía y dinamismo en el ritmo.
Al estar inmerso en las estructuras cuadradas de la ingeniería, tomó la decisión de sumergirse en el universo de las palabras y convertirse en un escritor de oficio que asegura que “es bastante claro que la literatura es emocionante, la ingeniería es aburrida, la literatura desarrolla la imaginación”.
En entrevista con Reporte Indigo, dijo que como escritor no se debe pensar en el cine primero, sino en la música y en sinfonías, pues “la novela no solo está hecha para leerse, también para escucharse”. La música, como los acontecimientos históricos, trasciende a pesar del tiempo.
En “La ciudad que el diablo se llevó” (2012), su más reciente libro, Toscana prueba cómo un escritor puede adaptar acontecimientos lejanos o de otros países y culturas como propios, tal como sucede en esta obra, al tomar como propia la devastación en Varsovia, Polonia, tras la Segunda Guerra Mundial.
Y señaló que “el novelista puede meterse a donde había puertas cerradas”, a diferencia de un historiador.
Y es que para David Toscana, “la historia cuenta cosas que ocurrieron y la novela cuenta cosas que ocurren”.
Esta obra está contada a través de las miradas de cuatro personajes principales, Ludwik, Feliks, Kazimierz y Eugeniuz, que se enfrentan a la vida al terminar la guerra, en una ciudad de ruinas, escombros y dolor.
Al ser mexicano, enfatiza que “es una historia que no vivimos de primera mano, entonces se puede ver diferente e incluso desacralizar y tratar los hechos con un poco de humor negro”.
Pero, enfatizó que no la quiso tratar como una tragedia, “la historia nos dice que es una tragedia, pero en la novela (sus personajes) dicen: ‘aquí hubo millones de muertos y nosotros seguimos vivos’ (…) la novela es esa celebración dentro de la tragedia”.