Une al mundo, rompe Internet
El contenido viral –sobre todo los memes– ha cambiado la manera en que las personas interactúan dentro y fuera la Red.
Así como un meme puede convertir en materia viral un movimiento estudiantil, también puede filtrar información confidencial, impulsar estrellas de la nada y, por supuesto, saturar –y romper– el Internet con debates tan banales como el que se llevó a cabo por el vestido azul con negro, digo blanco con dorado (o viceversa).
María Alesandra PámanesEl contenido viral –sobre todo los memes– ha cambiado la manera en que las personas interactúan dentro y fuera la Red.
Así como un meme puede convertir en materia viral un movimiento estudiantil, también puede filtrar información confidencial, impulsar estrellas de la nada y, por supuesto, saturar –y romper– el Internet con debates tan banales como el que se llevó a cabo por el vestido azul con negro, digo blanco con dorado (o viceversa).
Otro ejemplo es la iniciativa en el sitio Kickstarter para financiar el smartwatch “Pebble Time”, que recaudó 11 millones de dólares en 48 horas.
Y es que mientras en México se había detenido a Servando Gómez Martínez, conocido como “La Tuta”, líder del grupo Caballeros Templarios y quien formó parte de La Familia Michoacana, en Gaza se descubrieron obras del controversial Bansky en contra de los ataques de Israel. A la par del acto solidario de Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, de mediar la situación entre el gobierno y la oposición en Venezuela, los internautas (incluidas cuentas de medios de comunicación y redes sociales), se enfocaron en compartir y viralizar la discusión sobre los colores del vestido que publicó Laura Coleman.
En cuestión de minutos, Internet estaba inundado de teorías desde científicas, hasta neurológicas y psicológicas para esclarecer las razones por las que algunos veían el vestido en tonos azul y negro (colores reales), y otros lo identificaron al instante como blanco con detalles en dorado.
Inclusive sitios Web publicaron que parejas, familias, colegas y amistades se pelearon tras discutir por los colores de la famosa prenda. Celebridades tampoco se quedaron atrás y expresaron sus puntos de vista, junto con memes.
¿Por qué un meme se puede volver más viral que una imagen que muestre situaciones que verdaderamente pueden unir y separar al mundo?
La respuesta puede ser muy variada, pero hay cierto material que, al ser identificado por el cerebro como “potencialmente viral”, automáticamente es ubicado por los usuarios como contenido que debe compartirse.
El área encargada de hacer ese procedimiento es la unión temporoparietal (TPJ, en inglés), región cerebral que se caracteriza por hacer la diferencia entre el yo y los demás.
Además, esta área del cerebro es fundamental para hacer juicios morales.
En una investigación de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Matthew Lieberman asegura que “las buenas ideas encienden el sistema de mentalización. Lo que nos hace querer compartirlas con la gente”.
Es irónico que esto sea lo que una al mundo, sin importar el huso horario, el idioma, las creencias políticas, religiosas, sociales o hasta la velocidad con la que se descarga el contenido en Internet.
La periodista especializada en Internet, Delia Rodríguez, describe a los memes como “virus” mentales y recomienda que “cuando recibas una información viral que te saque de quicio, que te emociona, que te impulsa a compartir, hay que pararse a pensar ‘quién ha dicho esto, por qué’. Preguntarte si te están intentando manipular”.
En su libro “Memecracia, los virales que nos gobiernan”, Rodríguez habla de la memecracia como un “el sistema en el que vivimos inmersos, un mundo en el que Internet ha multiplicado la información y los medios de comunicación han fallado”.
Sin embargo, esta unión tras la viralidad de la banalidad acerca al mundo por instantes, días o semanas, pero los separa de la información que debería tener atención internacional. Mientras los conflictos y problemas sociales, políticos y económicos siguen, un meme más se está gestando y está listo para ser viralizado.
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La memecracia y su importancia
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De memes a figuras internacionales