¿Por qué un niño se vuelve asesino?
En México, un ‘juego de sicarios’ terminó con la muerte de un menor a manos de sus primos y algunos cárteles de la droga han reclutado a pequeños para sus oscuros intereses
Indigo StaffAl foco rojo todos voltearán pues será aquel que, aunque tenuemente, iluminará a aquellos seres que no acaparan los grandes reflectores, a los otros, aquellos que forman parte de la historia no oficial de México y el mundo…
La guerra contra el narcotráfico, iniciada en el gobierno del presidente Felipe Calderón, puso al descubierto las labores de menores de edad, de entre 12 y 14 años, en algunos cárteles de la droga… el más común, el de halcones, aquellos que vigilan y dan alerta, el más terrible, el de sicarios.
Casos como el de El Ponchis, El Cris, Gloria, Antonio y Erick, quienes no superaban los 18 años cuando fueron capturados con armas de grueso calibre por autoridades federales acusados de asesinatos que, en algunos casos incluían mutilación de genitales o decapitación, encendieron la alarma en nuestro país.
Cifras de la Red de Derechos de la Infancia de México (Redim) revelan que, en promedio, los menores reclutados tienen 13 años; a las niñas se les utiliza con fines de explotación sexual.
La guerra contra el narcotráfico y su mediatización provocaron un enaltecimiento de todo lo que tuviera que ver con el mundo de los narcos: armas, drogas, manera de actuar. Gente como “El Chapo” Guzmán y “El Mayo” Zambada se convirtieron en ejemplo a seguir para muchos adolescentes y niños, los corridos ayudaron a ensalzar su aurea maligna pero triunfadora.
En mayo de 2015, imitando lo que habían escuchado de los narcos, secuestradores y demás criminales a los que se les compone una que otra canción, cinco niños que “jugaban al secuestro” asesinaron a otro en la colonia Laderas de San Guillermo, en Chihuahua. El caso, por supuesto, conmocionó a México.
La saña con que sus primos mataron a Christopher Márquez, de tan sólo seis años, fue inaudita para haberse cometido entre niños de 11 y 15 años, una niña incluida… A “Cristo” lo llevaron a un paraje solitario, lo amordazaron, torturaron, le sacaron los ojos, le cortaron los labios y al final lo apuñalaron 23 veces en la espalda; según el relato de los victimarios todo se trató de un “juego”.
¿Qué lleva a un niño a asesinar?
En México, específicamente, algunos niños están expuestos a dosis de violencia en su familia, a observar a la misma como parte de su entorno, en su barrio y medios de comunicación en cuyas primeras planas aparece un cadáver y cuya venta se da en puestos de periódicos colocados, muchas veces, cerca de una escuela.
Niños que han vivido en un entorno difícil, en donde los padres de familia no se encargan de ellos o los mismos consumen drogas y alcohol, son presa fácil de los grupos delincuenciales quienes les ofrecen protegerlos, además de pagarles por sus servicios.
Otra cuestión que incide en la violencia psicológica que deriva, la mayoría de las veces, en agresiones es el bullying. Según cifras de la Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos del Congreso de la Unión, en 2015 México ocupaba el primer lugar en violencia entre estudiantes, lo que afecta directamente a alrededor de 19 millones de alumnos de primaria y secundaria.
Un niño siempre reproduce lo que ve a su alrededor y la violencia desatada en Reynosa, Tamaulipas, ejemplifica cómo el entorno afecta el accionar del infante.
En esa zona del país, en donde los estudiantes de primarias narran cómo ven pasar a los convoyes de narcotraficantes, algunos con cadáveres en sus camionetas, y escuchan las historias de terror que se empiezan a convertir en cosa común, algunos de ellos ya cobran derecho de piso por comprar en la cooperativa o por usar el baño, además de que amenazan a sus maestros, según información que recoge El Financiero, citando al doctor José Antonio Lara Peinado, un experimentado psicoanalista mexicano.
¿Y mentalmente?
Los niños matan, principalmente, por un arranque de furia momentáneo que los lleva a cometer el crimen sin reflexionar. Ejemplos sobran en todo el mundo.
Para el doctor Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco, citado por del diario El País, un niño puede asesinar a sangre fría si existen las siguientes condiciones: daño cerebral que afecte los mecanismos reguladores de la conducta y provoque una impulsividad extrema o alguna vulnerabilidad de tipo biológico o psicológico.
Para el experto Andrés Pueyo, quien es catedrático de Psicología en la Universidad de Barcelona, para que un niño cometa un homicidio se tienen que dar dos componentes: de personalidad y oportunidad, pues a su parecer en algunos casos los niños no tienen la intención de matar sino están presionados por una situación emocional determinada -celos, por ejemplo-, que desencadena en violencia si se dan las circunstancias.
“En la violencia infantil, los componentes de oportunidad son muy importantes”, insistía Pueyo en una entrevista que concedió al mismo diario en 2008.
Para ejemplificar el sentido de oportunidad al que se refiere el experto se puede citar el caso de una estudiante que fue víctima de un compañero de clase, de apenas seis años, con el que se había peleado constantemente. El niño cogió una pistola, que sus padres adictos tenían en su hogar, imitó la acción de estos al cargarla con balas y se dirigió al colegio en donde disparó contra la niña.
Abandono, ¿culpable?
Cuando la noticia de los asesinatos de El Ponchis sacudió a México, decenas de medios se dieron a la tarea de desentrañar su corta vida, su pasado y presente.
Edgar “N”, quien a los 14 años ya era un sicario reconocido, con cuatro homicidios en su haber, perdió a sus padres a los nueve años por lo que se fue a vivir con su abuela, la cual ya se hacía cargo de cinco nietos más.
Los padres de El Ponchis pasaron la mayor parte de su vida recluidos en cárceles por adicción y posesión de drogas, por lo que el menor nunca contó con ellos para nada.
La madre de El Ponchis no regresó a México y, tras ser liberada, se casó nuevamente y tuvo dos hijos.
Edgar siempre tuvo en la mente visitarla y fue, precisamente, en uno de esos intentos que fue detenido en el aeropuerto Mariano Matamoros de Cuernavaca, cuando iba a abordar un avión que lo trasladaría a Tijuana para abordar otro vuelo a San Diego, Estados Unidos, lugar donde ella vivía.