Antes de que llegara 2020, Yael Weiss ya estaba pensando en la idea de escribir relatos cortos que estuvieran dedicados a la mujer, como figura, como género, como persona e identidad. Hubo uno en particular, el de una adolescente con problemas de anorexia, que le detonó el ánimo por explorar a más personajes femeninos.
La escritora entregó su manuscrito, pero llegó el confinamiento y se hizo lenta la edición de su libro; sin embargo, este año logró la publicación de Las cicadas. Aunque durante esta crisis sanitaria Weiss escribió algunos de los relatos, comenta que tienen poco de esta atmósfera.
Para Weiss, era importante que el reflejo de la mujer se diera en distintas edades e identidades, por ello cada cuento es inconexo, y varían las situaciones sociales y personales de cada una, como, por ejemplo, una niña tiene conflicto con su infantilidad y en otra historia una menor se vuelve pintora y dibuja hombres desnudos para superar un trauma de violación.
“Está la mujer en plena edad de madurez, la joven que pierde la virginidad, la directora de escuela que es una persona muy moral, supuestamente, por fuera, pero tiene pornografía. ¡Vaya, es un abanico de edades y conflictos!”, ahonda la escritora.
Estos personajes y problemas que motivaron a Weiss, los tomó porque observaba una riqueza inexplorada en las letras. Finalmente, eso la alentó a redactar Las cicadas, aunque confiesa que para nada fue fácil y le tomó bastante tiempo el sentarse a tener su proceso creativo.
“El esbozo del libro fue bastante rápido, porque estaba motivada por la angustia de que el primer libro estaba siendo leído, pero, por ejemplo, el cuento homónimo, ‘Las cicadas’, fue reescrito tres veces (…) Tengo un conflicto de escritura y estoy tratando de mejorarla para lograr tener momentos sin intensidad, y vaya, vivo mucho así, la busco instintivamente, pero mi ideal es tomar las cosas con más calma”, explica.
Pareciera que, para la mayoría de los autores literarios, la meta estaría siempre en escribir una novela, por ser una escritura de largo aliento y así conquistas a los lectores; sin embargo, Weiss comenta que ella ya intentó hacer su propio esfuerzo, incluso, con una beca del FONCA, pero por ahora prefiere explorar la crónica, y espera este año publicar un libro con estos escritos que hizo tanto en la frontera sur como norte de México.
Feminismo: Falta el diálogo
Tres años han pasado desde que el feminismo en México tomó fuerza en las calles y retumbó en medios de comunicación y en los ámbitos laborales y políticos; sin embargo, con el confinamiento, el activismo pasó al área digital y se desdibujó la fortaleza que ya se había logrado, entonces ¿cuál es el siguiente paso? Para Weiss, ahora se requiere conversar.
“Le hace falta diálogo y un poco menos de intolerancia, para mi gusto. Sí hay que gritar, sí hay que enfadarse, sí hay que visibilizar, pero siento que hemos llegado a momentos donde se debe de platicar un poco más, la censura está muy alta del lado de los propios activistas”, expresa la también editora.
Yael Weiss ve cómo es que dentro de los mismos grupos feministas hay discrepancias y no se pueden hablar de los distintos puntos de vista de cómo continuar el movimiento social, lo cual está creando rupturas, en un terreno donde ni siquiera hay equidad con los hombres.
“Para empezar los hombres están callados, no pueden hablar, no creo que eso nos vaya a funcionar a largo plazo de ninguna manera. Yo ya decidí dejar de participar en cualquier proyecto que no sea inclusivo, donde haya puras mujeres, eso funcionó en un principio, estoy de acuerdo que había que hacerlo, pero ahorita ya me parece contraproducente”, se sincera.
Evitar la segregación, pero sobre todo, frenar la censura, es lo que Weiss propone, porque esto impide que se logre llegar a acuerdos y conversatorios, pero esto no sólo lo ejemplifica con el feminismo, lo dice para cualquier causa social o política que se vuelva radical en redes sociales o en el terreno presencial, porque pareciera que el tener una opinión diferente a la de las agendas establecidas, es un peligro que atenta contra un pensamiento único, y el linchamiento virtual se encuentra a la orden del día.