2018: Ni una más
La violencia física y sexual contra las mujeres –un fenómeno que se ha propagado como una pandemia en los últimos años en el país- debe ser un tema prioritario y urgente que los próximos candidatos a la presidencia deberán de incorporar a sus propuestas de gobierno. México está en deuda con ellas
María Alesandra Pámanes[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”0_lfrz99rr” responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /]
México se encuentra en el momento idóneo para dar un paso hacia adelante en la erradicación de la violencia de género. El rol y el tema de la mujer el próximo año formarán parte de la agenda electoral y, con ello, se puede lograr un cambio a favor de ellas a nivel político, económico y social.
Partidos, movimientos y candidatos serán en 2018 una plataforma para acabar con la impunidad y con los casos de feminicidios, acoso y abuso sexual en el país.
La violencia política por razones de género no solamente afecta y limita a las mujeres, es un ingrediente más en la fórmula que deteriora la equidad en la sociedad y lo que impide el crecimiento de la nación, como señala Gabriela Williams Salazar, consejera del Instituto electoral de la Ciudad de México.
En el Mapa Digital “Mujeres gobernando lo local”, Georgina Cárdenas Acosta, quien forma parte del Centro de Investigaciones y Estudio de Género (CIEG-UNAM), invita a que se ponga atención a los casos y la problemática de esta pandemia en el marco del proceso electoral 2017-2018 y considera que este reto compete a autoridades electorales locales y nacionales.
“(Desde el año 2007) se promulgó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, se han declarado 12 alertas de género en igual número de entidades federativas, y 10 más están en proceso de resolverse”, dice Cárdenas Acosta.
El proceso electoral 2017-2018 es la oportunidad que tiene México como país para proporcionar seguridad a sus candidatas.
Las soluciones deben ser integrales y en conjunto (instituciones, sociedad civil y asociaciones), con nuevas propuestas que sean presentadas durante la agenda electoral y que, por un lado, intensifiquen las medidas actuales y por otro implementen iniciativas derivadas del proceso electoral.
Es de particular importancia que tribunales electorales locales –y federales– documenten casos de violencia y maltrato a la mujer y se empeñen en la protección de los derechos humanos a toda mujer.
Mujeres, víctimas de su género
Tal como el combate al narcotráfico, las garantías de la seguridad, las medidas anticorrupción, las alternativas eficaces para disminuir la pobreza en el país, así como la impunidad, la violencia de género es una realidad que se enfrentará en las elecciones como en ninguna otra administración y/o proceso electoral.
“Creo que México es un país muy progresista en materia normativa, legislativa y jurisprudencial, se han emitido sentencias muy importantes que han hecho avanzar los derechos de las mujeres no sólo para México, sino para el mundo, incluida la tipificación del feminicidio”, señala en entrevista para Reporte Indigo Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres México.
“(Este país cuenta) con una capacidad importantísima para romper con la impunidad, pero no vemos suficiente avance en priorizar el análisis informativo con un enfoque de género”, señala.
Golpearla, agredirla verbalmente, torturarla de manera psicológica e inclusive asesinarla… el maltrato a la mujer es una realidad normal, común, aceptada y en constante aumento en casi todos los países del mundo.
En la actualidad, mientras se busca que se incremente la participación femenina en rubros como la ciencia y la tecnología, las mujeres en el mundo son víctimas de algo que no es opcional: su género.
Hoy, en países como México, ellas no pueden salir libremente a las calles porque son víctimas potenciales de homicidio, acoso y abuso sexual, así como otras manifestaciones que atentan contra sus derechos humanos y su vida.
Una de cada tres mujeres en el mundo ha sido víctima de violencia física, verbal, psicológica o emocional por lo menos alguna vez en su vida, por ello la violencia de género está considerada una pandemia a nivel global, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Esta pandemia se ha exparcido por todos los países del mundo y la violencia hacia la mujer actualmente es algo normal, casi convencional.
“Pareciera que fuera algo aceptado en la sociedad el que un hombre maltrate a una mujer, es parte de la naturaleza humana y ese es un problema real, por los casos que existen y por la justificación de esos casos”, dice Sanz Luque.
De acuerdo a los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (ENDIREH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 66 por ciento de las mujeres mexicanas ha sufrido un incidente de violencia a lo largo de su vida en al menos un ámbito y ejercida por cualquier agresor.
El 49 por ciento de las mujeres sufrió violencia del tipo emocional, el 29 por ciento fue víctima de discriminación laboral y el 43.9 por ciento fue agredida por su pareja en algún momento de su vida.
Según datos de la ENDIREH 2016, del 66 por ciento mencionado, un 41.3 por ciento ha sido víctima de un incidente de violencia sexual en su vida.
Sanz Luque, quien fungió como vicepresidenta de la Red de Evaluación del Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), señala que entre los procesos que sí funcionan para erradicar este problema están una mayor inversión en la prevención de la violencia, “que es un problema intolerable e inaceptable, no es natural y se puede erradicar”.
A su vez, se necesitan políticas públicas efectivas que respondan a este fenómeno. En el mundo la cifra de mujeres víctimas de violencia de género es una de cada tres y en México son seis de cada 10, lo que significa que el Estado tiene que hacer políticas públicas que sean capaces de atender esta problemática en específico.
Además necesitamos que estas políticas sean integrales y que incorporen todas las dimensiones de las instituciones públicas encargadas de dar respuesta, que tengan respuesta en salud, en protección, en justicia y en garantías de no repetición para que la mujer que ha sido víctima y atraviesa por todo el circuito institucional para recibir una respuesta le garanticen que no va a volver a ser víctima”, indica Sanz Luque, “esto es un tema clave para garantizar que el ciclo de la violencia se rompa”.
También se necesita el involucramiento de la sociedad.
“Para ello hacemos un llamado tanto a las instituciones del Estado que son las responsables de garantizar los derechos de las mujeres y las niñas, como de la sociedad civil, necesitamos una sociedad civil activa, necesitamos de los jóvenes y las jóvenes para involucrarse con esto, de los medios de comunicación, del sector privado (…)”, señala Belén, quien fuera jefa de Evaluación de Políticas de Desarrollo en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España.
Problema educativo y cultural
La violencia contra las mujeres no es un problema unidimensional y en él subyacen muchos elementos y el más profundo es la desigualdad estructural de género y la discriminación basada en género, comenta Belén Sanz Luque.
“Es decir, la concepción de que una mujer puede ser controlada por un hombre y que eso es natural, de que el amor implica que el hombre controle a la mujer, de que si un hombre no es celoso no ama, que si una mujer no siente celos de su pareja no es deseada, son estereotipos y prácticas que están tan arraigadas a nuestra sociedad, que el primer elemento que tenemos que hacer es reflexionar sobre ellas, necesitamos ser conscientes de que eso no es igualdad, que eso no es dignidad y que no es amor (…).
De esa manera, en una sociedad como la mexicana se reproducen relaciones de desigualdad que desembocan en violencia.
Una de las grandes alternativas para atacar este problema desde el origen es incluir en la educación básica –para formar a niños y niñas– el valor de la vida y el respeto a los derechos humanos por igual, enseñarles el verdadero significado del amor y la importancia de amar al prójimo, independientemente de su género.
Sin discriminar… al hombre
“Tenemos que trabajar con los hombres, es un problema de la sociedad y los hombres tienen que ser nuestros aliados”, dice Belén Sanz Luque.
Este problema se atiende y enfrenta desde la corresponsabilidad, no se va a resolver sólo si las instituciones hacen su trabajo, comenta Belén.
“O sólo si los medios de comunicación hacen su tarea de difusión y de no perpetuar los estereotipos, de no tolerar ninguna forma de violencia, necesitamos todos los ingredientes”.
La mujer le puede poner el ejemplo al hombre al no discriminar, al incluirlo de manera equitativa en este compromiso social. No se trata de excluirlo, sino de incluirlo.
“México es un país con una sociedad civil sumamente dinámica, sumamente formada y diversa y su acción colectiva es clave para erradicar la violencia”, agrega.
La Regla de las 3 E’s
Una fórmula sencilla de ayudar a erradicar la violencia a la mujer desde la propia trinchera es “La Regla de las 3 E’s”, la cual destaca por EDUCAR a la población para EMPODERAR el papel de la mujer y así ENALTECER la importancia de erradicar esta pandemia.
Unidas, jamás vencidas
Se avecinan tiempos electorales para México y es una oportunidad de oro para que se avance en la lucha pacífica contra la violencia de género. No más acoso y abuso sexual, violencia política por el simple hecho de ser mujer, ni un feminicidio más.
La campaña de activismo de ONU Mujeres, “Únete”, está en marcha y todos pueden poner su granito de arena desde un click.
No se necesita ir a manifestarse para eliminar la impunidad de estos casos. El apoyo a las víctimas tiene varios frentes y es cuestión de cada uno formar parte del mismo.
Al igual que con movimientos como #MeToo, “Únete” busca que nadie se quede atrás con una campaña global de sensibilización e incidencia para prevenir y eliminar cualquier forma de violencia contra mujeres y niñas en el mundo.
Sus tres ejes son el alto a la impunidad, la divulgación de estadísticas y la responsabilidad de prevención y concientización.
La empatía es crucial para dar a conocer que el respeto también puede ser viral.
Impunidad de género
Son muchos los factores que influyen en la violencia de género y en una nación como México la impunidad es uno de ellos. De hecho, la impunidad es el paraíso de los agresores.
“Muchos de los casos quedan en completa impunidad porque el enfoque de justicia no incorpora suficientemente qué puede haber causado que la mujer, por ejemplo en casos de feminicidio, haya tenido que acabar en la muerte”, dice Belén Sanz Luque.
Además de ello, la impunidad tiene que pasar por la no tolerancia hacia la violencia.
“Las sanciones no sólo deben ser institucionales, también deben ser sociales, se puede empezar por evitar mensajes en redes sociales y medios de comunicación (…) No se confíen los perpetradores, no estamos en un nivel de impunidad absoluta, ningún crimen contra las mujeres va a quedar impune”, enfatiza Sanz Luque.
Mujeres libres de violencia
El documental “Batallas Íntimas” de la cineasta Lucía Gajá trata sobre el maltrato a la mujer a través de cinco historias de países diferentes, pero que enfrentan una situación similar: la violencia doméstica.
Derechos y prevenciones
> La mujer tiene derecho a vivir relaciones sentimentales libres de toda forma de violencia.
> La prevención comienza desde la primera humillación que sufre una fémina.
> La empatía es crucial para dar a conocer que el respeto también puede ser viral.
> La ignorancia, en ocasiones, es no querer ver y enfrentar la realidad.
Mujer de paz
Belén Sanz Luque considera crucial la visibilización de este problema. La nueva y actual representante de ONU Mujeres México es sinónimo de esfuerzo, acción y paz para la mujer en la sociedad, así como de equidad y acción colectiva.
“Tiene más de 15 años de experiencia en políticas de desarrollo, con especial énfasis en políticas de igualdad de género y derechos de las mujeres, y evaluación de políticas públicas en ámbitos internacionales”, dice de la española Sanz Luque el sitio oficial web de ONU Mujeres.
“Donde, bajo su dirección, estuvo acompañando el histórico proceso de paz que vivió este país y el apoyo a la participación de las mujeres y a la promoción de un enfoque de género en la construcción de la paz, siendo este proceso uno de los de mayor nivel de inclusión de mujeres”.
Fue Coordinadora Residente, a.i., del Sistema de Naciones Unidas en dicho país y trabajó como Directora de Evaluación primero de UNIFEM y posteriormente de ONU Mujeres desde la sede del organismo en Nueva York.
Además fue presidenta del Grupo de Evaluación de las Naciones Unidas, promoviendo un enfoque de derechos humanos y de género en la evaluación que realiza el sistema de la ONU, así como Jefa de Evaluación de Políticas de Desarrollo en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España y Vicepresidenta de la Red de Evaluación del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, y como miembro del Comité Directivo de la Red de Género del mismo organismo.