40 años de lucha, de colores y de celebración

Unicornios, princesas, vaqueros, futbolistas, trans, vestidas, muscolocas, drags, desfilaban ante la mirada de familias completas que aplaudían su caminar
Pablo Espindola Pablo Espindola Publicado el
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Han pasado casi 40 años de la primera Marcha del Orgullo Gay en el país. Hoy México es otro. La Ciudad de México es otra. Convivieron en una de las arterias de la capital dos mundos que se creían opuestos: el arcoíris con su coraje y sus tacones, y la afición futbolista patriota y orgullosa y, muchas veces, exclusiva de la masculinidad, de golpes en el pecho. El sístole y el diástole de un país diverso y festivo.

Hoy el festejado fue México, pese a la violencia, la corrupción, el desánimo y la intolerancia de todos los días, más de 250 mil personas llenaron las calles con  sueños y esperanzas.

No fueron dos goles, fue demostrar que sí podemos; no es la lucha de una comunidad por ejercer su sexualidad, es el deseo de un país por un futuro mejor; no fue un grupo, fueron miles de mexicanos que se unieron para demostrar que el país está cambiando y no gracias a sus gobernantes, no, no es por ellos, es por la gente, por los mexicanos, por los “¡pinches mexicanos que nunca se rinden!”            

“No soy un puto sidoso, soy un maricón en resistencia”, “Si México pudo contra Alemania, tú puedes contra tu homofobia”, son algunas de las consignas que se podían leer en las pancartas, consignas cargadas de historia, de lágrimas, de malos ratos que se vivieron en esta ciudad, pero que hoy permite celebrar porque a más de 40 años los logros son muchos y significativos.

“Nunca había venido a una marcha, me da miedo que me vieron aquí, con ellos, con los jotos como usualmente se les llama. Solo veía fotos de marchas pasadas y deseaba algún día poder estar aquí. Hoy sigo teniendo miedo, pero al ver a tontos, tan orgullosos de ellos, tan orgullosos y seguros de lo que son y en lo que creen me abrazan con su confianza y me hacen desear tanto un México diferente, un México mejor”, comenta un joven que junto a sus amigos festeja la oportunidad de ser y de existir.

Carros alegóricos recorren Paseo de la Reforma, son como pequeñas fiestas que al compás de la música de Gloria Trevi, Jeans, Fey y Gloria Gaynor alientan a los marchantes a seguir adelante, a seguir festejando con orgullo.

Unicornios, princesas, vaqueros, futbolistas, trans, vestidas, muscolocas, drags, desfilaban ante la mirada de familias completas que aplaudían su caminar. Niños pequeños con coronas y capas miraban con alegría a todos estos personajes y es posible que no entendieran el motivo ni comprendieran las diferencias, pero la alegría y el espíritu de triunfo sin duda las podían percibir los más pequeños.

La marcha estuvo respaldada por la comunidad internacional, las embajadas de Canadá, Estados Unidos, Suecia, Argentina formaron parte del contingente  que afirmaba que “la inclusión nos hace más fuertes”.

Esta Marcha del Orgullo Gay será memorable porque como lo expresó Patria Jiménez, al inicio de la mima, “todas y todos vamos a abrir nuestros corazones para que esta ciudad lata al ritmo de nuestros corazones. Han sido 40 años, y hoy tenemos a los jóvenes dispuestos a vivir el presente y a construir el futuro en el que quieren vivir. No nos vamos a detener hasta que haya libertad y mucha justicia para todos”.

¿Vale la pena seguir luchando? Para muchos de ellos no hay duda, no hay vuelta de hoja, es importante que la marcha continúe, llenar las calles de colores, de muestras de amor, de baile y música porque a 40 años de su creación esta manifestación se ha convertido en una celebración en la que todos alzan su voz para decir “nadie es libre hasta que todos y todas seamos libres”.  

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