Adiós a Bejarano
René Bejarano fue derrotado. Simplemente, no pudo conseguir más espacios dentro del gobierno capitalino, ya no tiene el control de la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) y tampoco la dirigencia del PRD.
El bloque afín al jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, logró acotar al líder de la corriente más grande de la ciudad capital: Izquierda Democrática Nacional (IDN).
El escenario de esta batalla fue la Expo Canaco, donde las huestes perredistas se dieron cita para ungir a Raúl Flores como nuevo presidente del partido del Sol Azteca.
Jonathan Villanueva
René Bejarano fue derrotado. Simplemente, no pudo conseguir más espacios dentro del gobierno capitalino, ya no tiene el control de la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) y tampoco la dirigencia del PRD.
El bloque afín al jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, logró acotar al líder de la corriente más grande de la ciudad capital: Izquierda Democrática Nacional (IDN).
El escenario de esta batalla fue la Expo Canaco, donde las huestes perredistas se dieron cita para ungir a Raúl Flores como nuevo presidente del partido del Sol Azteca.
Lo tenían a tiro. Los números del Tucob (Todos Unidos contra Bejarano) daban para dejarle sin nada, incluido el segundo cargo más importante dentro del PRD: la Secretaría General.
Sin embargo, le dieron esa y tres carteras más. Pero dejaron en claro que, por el momento, el jefe del Ejecutivo local cuenta con un partido renovado y una ALDF a modo para sacar su proyecto de gobierno.
Y decimos por el momento debido a que en la asamblea la correlación de fuerzas está en constante movimiento, sobre todo porque dentro del bloque mancerista quedaron muchos inconformes.
Eso es algo que sabe muy bien la IDN y solo está a la espera de que decidan sumarse a su causa quienes no obtuvieron ningún espacio de poder por cerrar filas con el mandatario capitalino.
La gran batalla entre Miguel Ángel Mancera y René Bejarano fue de estrategia, de golpes políticos que terminaron por favorecer al inquilino del Antiguo Palacio del Ayuntamiento.
Pero la pelea quedó inconclusa y amenaza con prolongarse –al menos– durante los próximos dos años. Por eso, en los festejos los manceristas no estuvieron eufóricos y por eso los bejaranistas aún respiran.
La elección
Fieles a su costumbre, los grupos de poder estiraron la liga de las negociaciones. Una reunión privada, luego otra, y otra más. Unas se celebraron fuera del lugar donde se llevó a cabo la elección y otras en el 4º piso de la Expo Canaco.
El grupo de René Bejarano se dio cuenta de que ni con grandes propuestas conseguiría más votos de los que tiene por sí solo –95– y de que ya había perdido varios más.
Los afines al jefe del Ejecutivo local llegaban arropados por sus huestes. La mayoría de ellos en el papel de “rock star”, sabedores de que sin sus votos no habría cambio en la correlación de fuerzas.
Todos apostaban por dejar sin nada a René Bejarano. O al menos esa fue la primera instrucción que recibió el TUCOB desde la Secretaría de Gobierno para conseguir que el líder de la IDN cediera la presidencia a cambio de la Secretaría General.
Fue una derrota con sabor a victoria. Unas horas antes de la elección, Izquierda Democrática Nacional no tenía nada, pero se quedó con cuatro posiciones claves dentro del partido.
En cuanto a la ALDF, seguirán esperando que los grupos minoritarios decidan sumarse a su propuesta para remover del cargo de presidente de la Comisión de Gobierno a Manuel Granados.
En el acuerdo de las tribus y el GDF se habló de espacios para todos. Por eso a la hora de designación hubo voces de inconformidad, pues el total de carteras no era suficiente.
Por eso los líderes de los grupos minoritarios intentaron detener la elección en el que el bejaranista Enrique Vargas se convirtió en el secretario general del PRD-DF.
En esa revuelta hubo varios damnificados. Empezando por el jefe delegacional en Iztapalapa, Jesús Valencia, que se quedó sin espacios dentro de la nueva dirigencia.
El asunto de fondo está en el conflicto de éste funcionario con el titular de Transportes Eléctricos, Eduardo Venadero, que, con la ayuda de la Secretaría de Gobierno, logró descarrilarlo.
Golpes certeros
Desde el GDF se dieron golpes estratégicos. Además de conseguir el apoyo de todas las tribus, lograron arrebatarles varios votos a la poderosa IDN de René Bejarano.
El primer tiro lo dirigieron contra la delegación Tlalpan, en la que sumaron a sus filas al diputado Carlos Hernández Mirón y al ex delegado de esa demarcación, Higinio Chávez.
Por si fuera poco, oficializaron la alianza con Miguel Ángel Vásquez, que está a cargo de la Dirección General de Administración y Desarrollo de Personal de la Oficialía Mayor, desde la que maneja más de 44 mil millones de pesos.
El tema quedó de manifiesto cuando su pupila Sinthya Campos, que es consejera política, le dio su voto al grupo de los manceristas.
En la delegación Magdalena Contreras, también se registró una sensible baja pues la diputada Claudia Cortés, que pertenece al grupo de Héctor Guijosa, dejó las filas de IDN.
Por eso, tanto Tlalpan como Contreras son demarcaciones divididas, que a la postre, debilitarán la gobernabilidad de las delegadas Maricela Contreras y Leticia Quezada, respectivamente.
Por esa razón, René Bejarano no quiso mostrar sus cartoncillos en las reuniones privadas. Se limitó a mostrar carro completo, cuando varios de sus pupilos ya estaban en el bloque opositor.
Pero desde el GDF se dio prioridad a la gobernabilidad. Decidieron darle la Secretaría General para evitar una ruptura mayúscula que convierta la ciudad de México en un polvorín.
Pero ambos bandos tomaron la decisión de generar un acuerdo que alargará la batalla por la ciudad capital. En una batalla de estrategia y de resistencia.
Ocho horas de reunión y equivocaciones
El triunfo de los manceristas sobre los bejaranistas se apegó al estilo de los perredistas: gritos, conatos de bronca, pifias, desorden y jaloneos fueron la constante.
La discusión se extendió por más ocho horas, donde se rompieron acuerdos una y otra vez. Primero entre IDN y el Tucob. Después, entre los afines al jefe de gobierno.
El lugar donde se realizó la reunión era un horno. Poca ventilación, exceso de gente y de controles de seguridad.
El presidente de la mesa directiva, Carlos Estrada, afín al actual jefe de gobierno, pidió un reconocimiento para él, pero confundió su nombre con el de Gabriel Mancera, un filántropo y político del siglo pasado que ahora es recordado por la avenida que lleva su nombre.
Ahí hubo rechiflas y burlas de sus compañeros. Claro, después de que Iván Texta, uno de los líderes de ADN (otra corriente perredista) dijo con micrófono en mano que sí había “astenciones” (sic).
Luego se dieron los forcejeos entre los grupos de poder, mientras los bejaranistas se reían del embrollo en que se metieron los manceristas por adquirir tantos compromisos en su afán de minimizar a Bejarano.