Ajuste de cuentas
Hace ocho días fueron aprehendidos los generales Tomás Ángeles y Roberto Dawe. Y es fecha que nadie puede decir por qué, bajo qué cargos se les priva de su libertad y la razón de su arraigo de 40 días.
Hasta ahora, el único argumento extraoficial es que la detención de estos dos militares, junto con la del tercer general, Ricardo Escorcia, se hizo en respuesta a una supuesta lista enviada desde Estados Unidos. Y ubican la investigación en la Agencia Antidrogas de ese país, la DEA.
Indigo Staff
Hace ocho días fueron aprehendidos los generales Tomás Ángeles y Roberto Dawe. Y es fecha que nadie puede decir por qué, bajo qué cargos se les priva de su libertad y la razón de su arraigo de 40 días.
Hasta ahora, el único argumento extraoficial es que la detención de estos dos militares, junto con la del tercer general, Ricardo Escorcia, se hizo en respuesta a una supuesta lista enviada desde Estados Unidos. Y ubican la investigación en la Agencia Antidrogas de ese país, la DEA.
Nada más falso. Ni Estados Unidos ni la DEA tienen una lista de militares mexicanos a los que haya que fincar alguna relación con el crimen organizado. La mejor prueba es que ya pasaron ocho días y nadie puede exhibir una lista “made in USA” en la que se muestre el nombre de algún militar de alto rango de México.
Por ello comienzan a tomar sentido las versiones de analistas allegados a los altos mandos castrenses de que la aprehensión de los generales Ángeles y Dawe obedece a un ajuste de cuentas.
El saldo de una añeja rencilla personal y profesional entre el general secretario Guillermo Galván Galván y el propio Tomás Ángeles.
Un diferendo que data de 2006, de los días en que el presidente Felipe Calderón designó a su secretario de Defensa, decisión en la que jugó un papel crucial el actual secretario federal de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
Un conflicto que terminó expulsando al general Ángeles de la Subsecretaría de la Defensa y aceleró su retiro, pero que ahora habría de marginar definitivamente ante la posibilidad real de que pudiera serle útil al candidato presidencial favorito en las encuestas.
Es decir, una disputa del actual círculo de poder militar y de seguridad pública para garantizar su permanencia en el poder por un sexenio más. Sería el tercer sexenio en línea. Fox 2000, Calderón 2006 y a quien el voto favorezca en 2012. Analicemos.
El espionaje que cambió todo
Tomás Ángeles Dauahare es sobrino nieto de Felipe Ángeles, el héroe revolucionario. A los 19 años de edad, ingresó al Heroico Colegio Militar, y tres años después se graduaría como licenciado en Administración Militar por la Escuela Superior de Guerra.
Después de transitar por distintos cargos y zonas militares, en 1994 se convirtió en secretario particular del general Enrique Cervantes Aguirre, quien fuera secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Ernesto Zedillo.
Antes de concluir esa administración, y ya con Vicente Fox como presidente electo, Tomás Ángeles fue ascendido al grado máximo de general de División.
Durante dos periodos consecutivos, el divisionario fue agregado militar y aéreo en la Embajada de México en Estados Unidos, donde estableció vínculos con los mandos castrenses norteamericanos.
En el año 2000, cuando se inauguraba el Sexenio del Cambio, se le dio el cargo de director del Heroico Colegio Militar, y más tarde, en 2002, fue director general del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas.
La confianza generada por Ángeles en el gobierno panista le valió para ganarse el apoyo del nuevo equipo del entonces candidato panista Felipe Calderón.
Estaba tan bien posicionado, que meses antes de la toma de posesión de diciembre de 2006, se le ubicaba como el puntero indiscutible para asumir la titularidad de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Sus relaciones con Washington, su paso como secretario particular de un secretario de la Defensa, así como sus días al frente del Heroico Colegio Militar eran sus mejores cartas credenciales.
Pero sobrevino lo inesperado. En el cuarto de guerra de la campaña presidencial panista se detectó una operación que podría ser tipificada como espionaje a los candidatos opositores del PRI y el PRD.
Y se pretendió involucrar en ese operativo a Juan Camilo Mouriño, Arturo Sarukhán y Germán Martínez, entre otros hombres del círculo íntimo del candidato Felipe Calderón.
Con una serie de intervenciones, Genaro García Luna, el entonces director de la AFI, dependencia adscrita a la PGR, manipuló los miedos de los calderonistas. Y les vendió la idea de que el asunto no llegara a mayores. Pero no fue una operación gratuita.
El precio que debió pagar el presidente electo Felipe Calderón para evitar el escándalo incluyó, además de ratificar a García Luna como el superpolicía nacional, aceptar una modesta propuesta para la Secretaría de la Defensa Nacional.
Fue entonces cuando un bloque encabezado por el ahora secretario de Seguridad Pública propuso al general Guillermo Galván Galván. Ni el presidente Calderón ni Juan Camilo Mouriño tenían opción.
Salvaron cara con el general Tomás Ángeles al designarlo subsecretario de la Defensa Nacional. Sería el hombre de la inteligencia calderonista dentro de las milicias nacionales.
Pero la presencia del general Ángeles dentro del círculo íntimo del general Galván era incómoda. Como también lo era para Genaro García Luna.
En el desfile militar del 16 de septiembre de 2007, el general Ángeles fue el responsable de presidir la parada militar. Un asunto honroso que despertó todo tipo de especulaciones. Incluso, que era el relevo potencial del general Galván Galván.
En 2008, el general Ángeles fue removido de su cargo de subsecretario de la Defensa al amparo de que su edad de retiro se había cumplido.
Sus críticas de entonces a la fallida estrategia de combate al crimen organizado calaron hondo en la administración calderonista. No eran diferentes de las que hizo el pasado 9 de mayo en su participación en la Fundación Colosio como parte de la campaña de Enrique Peña Nieto.
A raíz del retiro, del general, la dupla de García Luna y el general Galván Galván dominó el escenario de guerra contra el narcotráfico. Con la presencia, siempre a la sombra, de un crítico: el general Tomás Ángeles.
Y es que el sobrino nieto del general Felipe Ángeles se opuso desde el principio a que el Ejército entrara a una guerra sin preparación, sin estructura, sin inteligencia. Había que hacerla, sí, pero hasta lograr las condiciones internas para realizarla correctamente.
Sus tesis ganaron validez cuando la Marina supo hacer frente a la contingencia preparándose no solo en los campos de entrenamiento de Estados Unidos, sino desarrollando amplias redes de inteligencia.
Muy pronto los marinos desplazaron al Ejército en las capturas estratégicas. Y también a la Secretaría de Seguridad Pública.
Se busca al nuevo secretario de Defensa
Las detenciones de capos realizadas por la Marina, comparadas con las que hacían el Ejército y la Secretaría de Seguridad Pública, pronto fueron el tema de conversación.
La ineficiencia de las policías federales, estatales y municipales debió compensarse con una mayor presencia del Ejército, lo mismo en Tamaulipas, que en Nuevo León, Chihuahua, Coahuila y Michoacán.
Por eso la urgencia de ratificar el control de los mandos de autoridad castrenses y de seguridad en el próximo sexenio. Gane quien gane.
De ahí la intranquilidad de los actuales titulares cuando vieron que el general retirado Tomás Ángeles aparecía como asesor dentro de la Fundación Colosio en materia de seguridad.
Colaborando con Enrique Peña Nieto, el puntero priista en las encuestas presidenciales.
Seis días después de su aparición en el evento de seguridad priista, donde cuestionó una vez más la estrategia calderonista, el general Tomás Ángeles, y más tarde el general Roberto Dawe, fueron detenidos y llevados al Campo Militar Número Uno.
Su arraigo de 40 días para la integración de los expedientes abre un impasse que tiene intranquilas a las fuerzas armadas. Pocos comulgan con la detención, sobre todo cuando se da sin pruebas contundentes.
Y para amortiguar el impacto de opinión, pero, sobre todo, para tranquilizar a los altos mandos castrenses, se dejó correr la versión de que la detención de los generales obedecía a expedientes de la DEA. Y que vendrían 15 más.
Hasta ahora, nadie confirma nada. Ni desde la DEA, ni desde el gobierno estadounidense. Porque nada hay. Si así fuera, ya se habría presentado. Y no habría necesidad de esperar a que venza el arraigo en una fecha peligrosa: dos días antes de que se celebre la elección presidencial.
Ángeles: ¿Cárcel por sus críticas?
Familiares del militar aseguran que hizo comentarios sobre el combate al narcotráfico porque quiere el bien del país.
La familia del general de División retirado, Tomás Ángeles Dauahare, considera que las opiniones vertidas por el militar en un foro de seguridad organizado por la Fundación Colosio el 9 de mayo en San Luis Potosí, habrían causado incomodidad entre los altos mandos de la Sedena.
El general -arraigado por la SIEDO para ser investigado por presuntamente haber recibido dinero de los Beltrán Leyva- criticó que no existe una estrategia para combatir al crimen organizado, y dijo que las actuales líneas de acción no nos conducían a ningún lado.
“Sí, es posible. Definitivamente es posible” que las apreciaciones del general -su padre-, pudieran haber despertado animosidad en sectores del gobierno federal, dijo una de sus hijas, la abogada agrarista Adriana Ángeles Zepeda, en entrevista exclusiva con Reporte Indigo.
Otra hija, Ana Luisa Ángeles Zepeda, licenciada en lenguas extranjeras, añadió: “Obviamente, mucha gente se sintió aludida y no les gustó esa honestidad.
“No sabemos, todo son conjeturas, pero mi papá dijo lo que siente por el bien de su país”.
No obstante, su esposa, Leticia Zepeda Contreras, sus hijas Ana Luisa, Adriana, su esposo Juan Manuel Flores Cabrera, y su nieto Tomás Albor Ángeles, se mostraron dispuestos a meter las manos al fuego por el general. Están seguros que es inocente.
Consternada por los hechos, Ana Luisa cuenta cómo es su padre: “Cuando lo ves a los ojos proyecta transparencia, proyecta tranquilidad. Es católico practicante, ferviente creyente de la justicia divina…”.
Su nieto, el estudiante Tomás Albor Ángeles, considera que en su ámbito familiar, el general “es un hombre muy sencillo, sin ningún pasado qué ocultar, nada malo”.
“Algo que me enseñó mi abuelo, desde que yo tengo conciencia, fue que un buen militar no traiciona, y no deja a nadie atrás, no abandona a sus amigos.
“No abandona a su gente y mucho menos a sus seres queridos. Es algo que me ha enseñado y lo trato de poner en práctica con mis amigos, con mi familia”.
Quizá por tener estos valores, el general no es bien visto por otras personas.
Adriana: Claro, eso es evidente. Desafortunadamente, hay gente que maneja otro tipo de… no se puede llamar valores… de actitud. Y la verdad es que no entienden lo que es ser una persona recta. Lo que es ser honorable, ético. Definitivamente, cuando una persona no es como uno, pues siempre se le ve con recelo.
¿Cómo es la relación del general Ángeles con otros generales y con el secretario Guillermo Galván Galván?
Adriana: mi papá lleva una buena relación con sus compañeros. Es una persona que se dedica a trabajar. Y las personas que se acercan a él siempre reciben apoyo, y una palabra humana. Y a las personas que no se acercan, mi papá simplemente las deja pasar.
Abogado denuncia lentitud de la CNDH
Por otro lado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) designó a la licenciada Josefina Eslava como visitadora para el caso del general.
El abogado Alejandro Ortega Sánchez presentó una queja ante esa institución (Folio 48641) por considerar que se están violando los derechos humanos y las garantías individuales del general Ángeles.
Al militar se le impuso un defensor de oficio con artilugios, contra su voluntad. Y esto, pese a que el abogado Ortega Sánchez presentó en tiempo y forma un escrito autorizado por su cliente, y que fue sellado por al SIEDO.
En breve charla telefónica, Josefina Eslava no mostró gran interés en el caso y no quiso comunicarnos con Luis Cabrera, quien en teoría también está asignado de modo directo para la defensa del general Ángeles, alegando protocolos burocráticos.
En tanto, hasta este domingo 20 de mayo, la familia del general y el abogado Ortega continúan sin conocer de manera oficial los cargos que se le imputan al militar.
Niegan sus familiares que el general Ángeles, descendiente directo del general revolucionario
Felipe Ángeles, brazo derecho de Pancho Villa, sea priista, o apoye a Enrique Peña Nieto.
“No, mi papá es un hombre apolítico”, explica su hija Adriana. Leticia Zepeda, esposa del mando castrense en situación de retiro, lo confirma: “Mi esposo es apolítico, totalmente”.
¿No tiene preferencia por algún partido, por alguna ideología?
Adriana: Mi papá cree más en las personas que en los colores. Entonces, puede haber una persona que mi papá crea que es honorable, y no se fija en el color de la bandera.