Alcaldías… la burocracia que viene

Las 16 delegaciones de la Ciudad de México y la transformación que tendrán para convertirse en alcaldías engrosará, de acuerdo con el proyecto, la burocracia incrustada en la estructura de la capital.

“Las delegaciones se han convertido en las cuevas de Alí Babá y los cuarenta ladrones”, soltó en tribuna el senador del Verde Ecologista, Pablo Escudero, cuando intentó abordar el tema de las 16 demarcaciones de la capital.

Icela Lagunas Icela Lagunas Publicado el
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La creación de la Asamblea Constituyente contempla a cien integrantes electos por voto y designación directa, y sus respectivos ‘asesores’
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Las 16 delegaciones de la Ciudad de México y la transformación que tendrán para convertirse en alcaldías engrosará, de acuerdo con el proyecto, la burocracia incrustada en la estructura de la capital.

“Las delegaciones se han convertido en las cuevas de Alí Babá y los cuarenta ladrones”, soltó en tribuna el senador del Verde Ecologista, Pablo Escudero, cuando intentó abordar el tema de las 16 demarcaciones de la capital.

Tras considerar que el modelo de las delegaciones es obsoleto y después de tantas discusiones, se aterrizó que ahora las 16 delegaciones políticas serán Alcaldías.

El alcalde va a tener una representación política como en los cabildos, con un grupo de concejales cuya objetivo es que funcionen como contrapeso a la hora de tomar decisiones en su territorio, incluso serán estos quienes le aprueben el presupuesto con base en las demandas de barrios y colonias.

Así como se aprobó en la reforma política del DF, las primeras Alcaldías de la Ciudad de México entrarían en funciones en el año 2018, en la recta final de Miguel Ángel Mancera al frente de este gobierno y en periodo de plena carrera por la sucesión presidencial.

El modelo de alcaldía, munícipes que funcionarán a partir de una correlación con su consejo significará, necesariamente, engrosar la burocracia que ya de por sí representa un tema a tratar en la capital.

Si a ello se suma la creación de la Asamblea Constituyente que desde ahora contempla a cien constituyentes electos por voto y designación directa, y sus respectivos “asesores” como se acostumbra en la Asamblea Legislativa del DF, el tema de las contrataciones y la nómina con cargo al erario público se profundiza.

Los órganos colegiados

Durante la discusión del dictamen de reforma política las 16 delegaciones de la Ciudad de México fueron motivo de choque entre los partidos.

La pregunta de si la reforma política las transformará de fondo o simplemente les cambiará el nombre a alcaldías, fue el centro de la polémica.

Desde hace años que se debate el tema, la Comisión Especial para la Reforma Política de la ALDF propuso en algún momento que se estableciera un Consejo de Delegados Políticos del Distrito Federal con capacidad de decidir sobre las políticas públicas y servicios que preste la administración pública en cada una de sus demarcaciones territoriales.

De acuerdo con esta propuesta, dicho Consejo se encargaría de aprobar y vigilar las políticas públicas que salieran desde la administración central hacia las delegaciones.

Estaría presidido por el jefe de Gobierno y se reuniría mensualmente con los titulares de las diferentes secretarías para evaluar el desempeño de la actividad administrativa del GDF.

Una especie de órgano mediador entre el GDF, las delegaciones y ciudadanía.

La propia delegación tendría un cambio en sí misma a fin de dotarlas de personalidad jurídica propia, patrimonio propio y fortalecer sus finanzas, para lo cual se proponía otorgarles capacidad recaudatoria propia y facultad de contraer deuda pública.

Con esta idea, las delegaciones como órganos autónomos dentro de la Ciudad de México, estarían facultadas incluso para contar con sus propios cuerpos de seguridad pública y recaudar el cobro de impuestos entre sus gobernados.

En aras de este fortalecimiento a las delegaciones se propuso la creación de órganos colegiados, en cada una de ellas, cuyos integrantes ejerzan funciones de deliberación, decisión y vigilancia con respecto a la actividad administrativa y ejercicio de facultades del jefe delegacional.

La elección de los integrantes de estos órganos colegiados quedaría sujeto al procedimientos electoral que para tal efecto se establezca en la materia.

La idea fue que dichos órganos se constituyeran como un contrapeso a la función ejecutiva que desempeña el jefe delegacional, sin que se llegara a compararlos con los cabildos municipales.

Lo que se quedó en el camino…

En el tintero se quedaron estas propuestas de nombre: “Estado del Valle de México” y “Ciudad capital”; la reforma política eliminó Distrito Federal y lo dejó simplemente en Ciudad de México, como mundialmente se conoce.

Como parte de la discusión y depuración de la propuesta de reforma política para la Ciudad de México hubo muchos temas que se consideraron y que no aparecen en el documento final que despertó polémica entre partidos, pero que gracias al pacto es una realidad.

Se contempló por ejemplo, una nueva división político-administrativa para las delegaciones, tras considerar que la división territorial vigente, en donde existen delegaciones con territorios enormes como Iztapalapa y Gustavo A. Madero, no responde a una proporcional división donde se tienen demarcaciones pequeñitas, como Iztacalco y Miguel Hidalgo, lo que provoca una deficiente prestación de los servicios públicos.

Con todas las dudas e inconformidades la reforma política aún tiene un largo camino por recorrer. 

Ayer, el Partido Acción Nacional en la Cámara de Diputados, en voz de su coordinador Ricardo Anaya, adelantó que votarían en contra. En el Senado se votó a favor pese al rechazo de su contenido; en la Cámara de Diputados, el debate continuará.

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