Alto a la diabetes, emergencia sanitaria de México
Esta enfermedad que causa la muerte de más de 227 mexicanos al día se ha convertido en un grave problema de salud pública en el país; niños, adolescentes y adultos comparten cómo es vivir con este padecimiento y las políticas públicas que se tendrían que implementar para que mejoren sus condiciones de vida
José Pablo Espíndola y Fernanda MuñozValentina tiene seis años y de pequeña jugaba con sus muñecos a medirles la glucosa y a inyectarlos, para ella eso era normal, ya que cuando tenía un año y ocho meses fue diagnosticada con diabetes mellitus tipo 1.
Aunque Valentina pertenece sólo al 5 por ciento de los casos de diabetes en México, su papá, Hugo Wirth, asegura que es importante que los niños que no la padecen tengan buenos hábitos alimenticios para que después no desarrollen diabetes mellitus tipo 2.
Aproximadamente 227 mexicanos mueren al día por culpa de esta enfermedad.
Para Segundo Romero, una forma efectiva de combatir esta enfermedad es con educación, porque es un pilar fundamental que ayuda al autocontrol. Por ello, el lanzamiento de campañas como “Diabetes a tu manera” cobran relevancia.
La iniciativa fue lanzada el pasado martes 5 de noviembre en el marco del Congreso Internacional de Nutrición y Endocrinología (SMNE) en la ciudad de Guadalajara, Jalisco.
“No todos los pacientes son iguales y la enfermedad de cada uno es diferente, así como el medio ambiente en el que se desenvuelve.
“Cuando uno tiene que tomar la decisión de qué acciones tomar en cuenta para mejorar su control de glucosa, se tienen que analizar todas estas patologías, si es un paciente joven, si es un paciente anciano, si tiene poco tiempo de evolución, si tiene mucho tiempo de evolución, si tiene complicaciones o no”, explica Guillermo González Gálvez, director del Instituto Jalisciense de Investigación en Diabetes y Obesidad.
Otro aspecto importante que se debe considerar es el propio paciente y si éste tiene acceso al tratamiento que se le está dando, si su nivel educativo es suficiente para hacer los esquemas de automonitoreo y si en su entorno tiene la capacidad de apegarse a la dieta.
Este 14 de noviembre se conmemorará el Día Mundial de la Diabetes, aniversario de Frederick Banting, quien junto con Charles Best, concibió la idea que les conduciría al descubrimiento de la insulina.
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Mismo calvario, diferente viacrucis
La diabetes es una enfermedad que no discrimina, pero la situación económica de la persona que la padece sí define su tratamiento y calidad de vida.
De forma general la diabetes se clasifica en cuatro tipos: la mellitus tipo 1, que habitualmente se encuentra en niños y adolescentes, aunque hoy se sabe que se puede manifestar en cualquier etapa de la vida, dice Guillermo González Gálvez, director del Instituto Jalisciense de Investigación en Diabetes y Obesidad.
“Es de las más severas porque se desarrolla por destrucción delpáncreas, generalmente por un proceso autoinmunológico (…) habitualmente esos pacientes tienen que ser hospitalizados”.
La diabetes mellitus tipo 2 que es la más común y se asocia principalmente al desarrollo de sobrepeso y obesidad.
Además se ve favorecida por un mal estilo de vida, como tener una alimentación de baja calidad y no hacer ejercicio.
También existe la diabetes llamada gestacional, que es la que se presenta durante el embarazo y es distinta a la de una paciente que ya tenía diabetes tipo 1 o 2.
“En la mayor parte de las pacientes una vez que se resuelve el embarazo se quita el problema, pero requieren un seguimiento a largo plazo, porque ese antecedente las predispone con el tiempo a que desarrollen diabetes mellitus tipo 2”, señala González.
Además hay otros tipos de diabetes que se dan a consecuencia de síndromes monogénicos, enfermedades del páncreas o inducidos por productos químicos.
“Tenemos que tomar en consideración siempre el acceso a las diferentes intervenciones que cada paciente tiene y esto lo llamamos indivualización de cada paciente, es decir, un tratamiento que yo puedo establecer muy bien para uno puede no ser el adecuado para otro.
“No por el tratamiento, sino por las características en particular de cada paciente y eso es lo que ha hecho cada vez, además de complejo, un arte manejar a cada paciente con diabetes porque implica una experiencia importante para lograr estos desenlaces”, explica el médico.
Hace 20 años sólo existían pocas opciones para tratar la diabetes como la metformina o la insulina; hoy en día hay una amplia gama de medicamentos.
En el caso de la diabetes tipo 2 hay diferentes tratamientos, en un inicio se puede probar con algunos medicamentos orales para que el paciente conforme baje de peso, cambie su alimentación, haga ejercicio y su glucosa disminuya, dice Ana Laura Segundo Romero.
Aunque el tratamiento con insulina es de los más accesibles, los mitos que hay alrededor de él impiden que la gente lo tome, porque piensan que les hará daño o que ya están muy graves, pero la insulina es eficaz si se aplica a tiempo.
“Ahora ya existe nueva tecnología como dispositivos tipo pluma que tiene la insulina pre-cargada y que solo pones una aguja que puede ser ultrafina, de hasta 4 mm, y la puedes andar cargando sin ningún problema”, explica.
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Una infancia ‘diferente’ por la diabetes
Valentina “debutó” al año y ocho meses. Fue un diciembre de 2015 cuando sus padres se enteraron que padecía diabetes. Ahora, a sus seis años, cuenta con mucha información.
Los médicos tardaron semanas en diagnosticarla, llegaron a pensar que tenía rubéola, por el sarpullido que le salía. Una mañana, cuando estaba a punto de desvanecerse, sus padres la llevaron a Urgencias del Instituto Nacional de Pediatría, donde finalmente dieron con la enfermedad que padece, platica Hugo Wirth, padre de la menor.
“Después la llevamos al IMSS, pero hubo una serie de cosas que no nos gustaron, por lo que la cambiamos a un endocrinólogo pediatra particular, quien nos comentó que el tratamiento del Seguro Social era bastante obsoleto”, asegura Wirth.
Gracias a un seguro de gastos médicos mayores, Valentina ahora cuenta con una microinfusora, que le permite conocer la cantidad de carbohidratos que debe consumir. El sólo aparato cuesta 120 mil pesos y de los insumos son 8 mil mensuales.
Hugo considera que también es fundamental crear conciencia en las escuelas para que entiendan de qué se trata este padecimiento.
Para Hugo, los padres deben conocer todo sobre el padecimiento y no ser víctimas de la ignorancia para poder tomar decisiones vitales sobre la salud de los hijos, ya que una acción equivocada puede tener consecuencias devastadoras.
Por su parte, Luis Robledo, de 24 años, aprendió a inyectarse insulina a los 14.
“Hoy en día mi mamá me dice que cuando me diagnosticaron con diabetes tipo 1 ella lloraba, pues no tenía ni la remota idea de cómo se debía tratar una enfermedad como esta”.
Fue gracias a cursos y talleres con médicos especialistas que su madre aprendió a llevar una vida libre de azúcares, con inyecciones y chequeos.
“Si lo pienso, no tuve una adolescencia tan difícil, sí se me antoja hacer y comer cosas distintas a las ordinarias, pero ya crecí con ello, mis amigos se van acoplando a mí y yo a ellos (…) Mi única batalla ha sido inyectarme en la escuela, a veces frente a todos”, confiesa Luis.
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Desde los ojos adultos
La diabetes es una enfermedad común en el país, a pesar de ello, los mexicanos siguen sin atenderla como debe ser, ocasionando muchas veces la muerte.
Raúl Velázquez, de 61 años de edad, padece diabetes tipo 2 desde 2006, y asegura que uno de los retos más grandes a los que se ha tenido que enfrentar es a la falta de atención e información, pues el sólo hecho de salir a tomar un café o acudir a una comida corrida es un problema.
“En una ocasión, en una cocina me dijeron que no tenían sustituto de azúcar, algo tan mínimo e importante para la gente como yo”, platica Velázquez.
Para Raúl, la alimentación es el factor más difícil de llevar, pues además de que algunos restaurantes pareciera que no los toman en cuenta, los productos para diabéticos son caros, como las golosinas que venden en las tiendas de autoservicio y en farmacias.
“Unas galletas rondan los 50 pesos, mientras que el medicamento, quienes lo compramos en farmacias similares, nos sale en 90, es casi el mismo precio”, dice.
En el caso de María Elena Cruz, de 63 años, la diabetes fue la primera de las enfermedades crónicas que hoy padece. Aunque hace 25 años se enteró del diagnóstico ahora tiene que ser dializada.
Hace un año, a María Elena le diagnosticaron hipertensión, hace 10 meses insuficiencia renal y ahora también tiene problemas de la vista, dice su hija Gloria Reyes.
Durante muchos años, la habitante del Estado de México se atendió en el Centro de Salud, donde le daban medicamento, pero hace seis meses el Seguro Social es el que absorbe la mayoría de los gastos. Aún así, la familia invierte en su dieta especial y para ciertos insumos que no le proporcionan.
“Toma medicamentos en la mañana y en la tarde, cuestan entre 300 y 400 pesos, esos no se los da el seguro; sin embargo, ahí le están dando casi todo, los gastos no son muchos, digamos que solo invertimos en su alimentación”, dice su hija.
María Elena se dedicaba a vender ropa en un tianguis, actividad que tuvo que dejar cuando empeoró su salud. Ahora depende únicamente de algunos de sus hijos porque otros se deslindaron.
Además de la parte económica, la falta de estudios fue otra de las causas que repercutió en la salud de María Elena.