AMLO en el barrio latino

En el barrio de Saint-Germain está la Casa de América Latina en París, es un espacio dedicado al intercambio cultural y es un puente al diálogo entre Francia y los países latinoamericanos. Ahí estuvo Andrés Manuel López Obrador.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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En el barrio de Saint-Germain está la Casa de América Latina en París, es un espacio dedicado al intercambio cultural y es un puente al diálogo entre Francia y los países latinoamericanos. Ahí estuvo Andrés Manuel López Obrador.

La casa está en la calle principal del barrio donde se han sembrado las semillas de algunos de los movimientos políticos y sociales más importantes y representativos de la segunda mitad del siglo 20. Saint Germain es, por ejemplo, el padre de movimientos como el del 68. Y si bien hoy es una de las zonas más caras de la ciudad -abarrotada de restaurantes y boutiques, y de librerías ancestrales que sucumben cada año ante la crisis que atraviesa la lectura y los libros-, no olvidemos que en ese entonces era el campo de batalla entre los estudiantes de la Universidad de París que portaban un ideal político progresista que se mostraba crítico frente a la élite gobernante, frente a la creciente sociedad de consumo, al autoritarismo, e imperialismo, que paralizó al gobierno del general de Gaulle, y que más tarde desembocó en las históricas barricadas que inmortalizaron (aún más) al barrio latino.

La Sorbona es el corazón que hace latir a toda esta área conocida como Rive Gauche y es también el corazón de las ideas y movimientos más brillantes de la postguerra en Francia; de los cafés que gestaron el movimiento feminista y el existencialismo, y que encontraron una personificación armónica en el dúo De Beauvoir-Sartre. Saint Germain son las letras, los intelectuales, el pensamiento, la crítica, la rebelión, la contracultura, la lucha, la filosofía, el debate, la oposición: Saint Germain es quizá todo aquello a lo que López Obrador aspira legitimar en su movimiento pacifista de la oposición en México.

En Saint Germain está la sede del edificio del partido socialista francés, a tan solo unas cuadras de la Casa de America Latina. París es la ciudad en donde decide hacer su primera visita al extranjero como representante y presidente del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Andrés Manuel sabía que en Francia encontraría un auditorio amable, porque es, por su historia y sus personajes, un país que ve con buenos ojos los discursos que apelen a lo social, a la injusticia, al combate al nepotismo y el abuso del poder, a lo progresista, y a la oposición.

Escoger el país del presidente Mitterrand -a quien por cierto él dice admirar muchísimo-, lo acerca, desde su perspectiva, a aquellos que parecen ser lo más hartos de la realidad mexicana y con los que su discurso coquetea constantemente: los jóvenes. El discurso de López Obrador recoge el malestar generalizado de los jóvenes que fueron. Y que para los franceses asistentes no dejan de ser los mismos males desde el año 68: la elite gobernante, la creciente sociedad de consumo, el autoritarismo, el neoimperialismo, y que desde las protestas del Mayo francés forman parte de la identidad de esa nación que se muestra siempre muy orgullosa de su historia. 

En la conferencia “Lucha por el Renacimiento de México” había gente sentada en el suelo y afuera de la sala. Por los letreros que llevaban en apoyo a Morena, se notaba que algunos venían desde otras parte de Europa, “Suiza está contigo, AMLO” decían algunos de esos letreros. Había simpatizantes de Morena en París, del colectivo Ayotzinapa en Francia, y curiosos mexicanos y franceses.

En el discurso abundó sobre el México harto de la izquierda débil y dividida; el México que repudia la maña de políticos que gobiernan a base de cuotas y cuates, el México decepcionado del partido de la transición que pudo ser histórica, pero que dejó muy mal sabor de boca, un México inseguro de los candidatos independientes, que tienen una futuro incierto en la política mexicana. 

López Obrador se mostró como la vía que va a redireccionar el despertar transformador en México. 

Dijo que, de llegar a ser gobierno, buscará revertir las llamadas reformas estructurales, sobre todo las que tienen que ver con la privatización de bienes y recursos públicos.

“Pero esto no se hará por decreto. No somos ni actuaremos como ellos. No se responderá a la imposición con imposición. Siempre se va a convocar a la consulta ciudadana. El método democrático será la guía. Desde luego, nosotros defenderemos con argumentos nuestra postura, pero el pueblo tendrá la última palabra, el pueblo decidirá”, mencionó en la conferencia.

A su paso por París, impregnó con el romanticismo de su revolución pacifista, que para otros significa una campaña electoral adelantada para el 2018 hecha con recursos desconocidos y fallida en su intento de acercarse a los paisanos y connacionales, porque cuando pasó por esta ciudad, todo se quedó en los salones de palacios.

“En fin, estamos seguros que, en el 2018, le ganará la dignidad al dinero y triunfará la justicia sobre el poder”, afirmó el presidente del Consejo Nacional de Morena en la Casa de América Latina. 

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