El debate sobre la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) vuelve a ser motivo de controversia.
La reciente confirmación de que Omar Fayad, gobernador de Hidalgo, resultó positivo a la prueba del Covid-19 solo unos días después de que convivió con el mandatario, han generado diversos cuestionamientos, pues además el jefe de Estado no ha detenido sus giras.
El último de sus viajes lo realizó ayer a Tlaxiaco, Oaxaca, para la reinauguración de un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Aunque en sus eventos el personal que lo acompaña promueve que haya sana distancia entre los asistentes y se colocan vallas para evitar que la gente se acerque mucho a AMLO, este sigue abordando aviones y en aeropuertos acepta tomarse fotografías con los ciudadanos que lo ven pasar o los saluda de mano cuando se lo ofrecen.
La sobreexposición en medio de una pandemia global como la que se vive y el no acatar las medidas impuestas por la SSA son actos imprudentes del mandatario, comenta Damián Zepeda, senador del PAN.
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“Es una grave irresponsabilidad y no permite que se transmita el sentido de urgencia e importancia de atender las recomendaciones”, comenta.
Por su parte, la diputada federal de Movimiento Ciudadano, Martha Tagle, asegura que el presidente no necesita exponerse para garantizar la gobernabilidad del país.
“Me pongo en su lugar y creo que le preocupa el tema de la gobernabilidad del país. Pero considero que es importante, y él lo sabe, que puede gobernar desde el espacio donde se encuentre.
“Hoy en día la tecnología le permite desde el propio Palacio de Gobierno, donde además está su residencia, tomar las decisiones que este país requiere y tener las reuniones virtuales con todos los gobernadores y funcionarios que se necesiten”.
De acuerdo con las autoridades de Salud, entre la población más vulnerable se encuentran las personas mayores de 60 años. Esta situación se agrava si padecen algún problema respiratorio, cardiovascular, diabetes u obesidad.
López Obrador se encuentra en ese círculo de mayor riesgo, debido a que tiene 66 años y, de manera pública, aceptó padecer hipertensión. Además de que en el 2013 ingresó al hospital por un problema cardiaco.
“Cuánto debemos saber y cuánto no debemos saber con respecto de la salud de un jefe de Estado es una discusión que lleva bastante tiempo y se ha resuelto de manera distinta en diferentes partes del mundo (…)
“Lo que debería existir es una comunicación muy distinta en los términos en los que se está dando. Una comunicación respetuosa y libre de ocultamiento. Mientras más clara sea, más directa y más respetuosa, mejor”, explica María Scherer, columnista y académica del CIDE.