Un año después de su victoria en las urnas, Andrés Manuel López Obrador, sabedor de la realidad, tomó los micrófonos desde el Zócalo de la capital para refrendar su compromiso de no fallarle al pueblo de México. Una ruta que el mandatario nacional sabe perfectamente que recorre solo de la mano de sus aliados y sin contrapesos ni oposición.
Durante el proceso electoral federal de 2018, López Obrador no sólo consiguió la hazaña de barrer las boletas en las 32 entidades del país, sino que en su transición hacia la presidencia, logró prácticamente borrar del mapa una de las figuras prioritarios para el funcionamiento de la vida democrática: la oposición.
Al ser uno de los pocos personajes que a lo largo de tres sexenios se mantuvo navegando las aguas del antagonismo hacia los Gobiernos federales, López Obrador llegó al día de la elección con una aceptación de casi el 50 por ciento de los mexicanos.
Ahora, la casa encuestadora De Las Heras Demotecnia, reveló este lunes que el mandatario mantiene una aprobación del 70 por ciento, lo que a su vez deja en evidencia la debilidad de los partidos de oposición en el país.
“El triunfo de AMLO en el 2018 no se puede entender sin analizar el papel de quienes hoy son oposición y de las decisiones que tomaron cuando éstos ocupaban el poder mientras gobernaban”, indica el especialista en comunicación política estratégica, José Manuel Urquijo.
Para el analista resulta evidente que los diversos partidos del país siguen intentando encontrar su lugar en el nuevo tablero político que dejaron las elecciones del pasado 1 de julio.
Un escenario en donde instituciones como el PRI, el PAN e incluso el PRD –que dominaron la toma de decisiones durante las últimas décadas– atraviesan un desequilibrio generado por el enojo y el hartazgo de la sociedad; la cual, con su voto, los removió de ese mismo tablero dejándolos inertes ante el nuevo reacomodo de la política nacional.
“Venimos de ser gobernados por el PRI durante 70 años y de una alternancia con el PAN que duró 12 años. Los dos sexenios del PAN no terminaron de consolidar el cambio por el que se votó en México en el 2000; el PAN decepcionó a los mexicanos. No hubo un cambio. La violencia e inseguridad se dispararon y la pobreza se mantuvo”, afirma el experto José Manuel Urquijo
Narrativa presidencial
A consideración del especialista en comunicación política, el triunfo de AMLO no se debió únicamente a la gran campaña que realizó, sino a la construcción de un discurso “mesiánico” que adoptó el mensaje que los ciudadanos querían escuchar.
El desgaste de la oposición política es el resultado de la lejanía que se tuvo con el pueblo mexicano; con quienes acuden a las urnas a votar. No se dieron cuenta que las viejas tácticas no funcionarían en la elección del año pasado. Se confiaron y fueron derrotados, comenta José Manuel Urquijo.
Hoy, un año después de la derrota, las fuerzas políticas desplazadas enfrentan procesos de reestructuración internos que no terminan de darles resultados como oposición.
El PRI, desplazado del poder y relegado al tercer lugar en las preferencias a nivel nacional, se encuentra en la búsqueda de un nuevo rumbo con la renovación de la dirigencia de su Comité Ejecutivo Nacional.
Un proceso programado para agosto de este año, en donde los priistas enfrentan el reto de reformarse a nivel ideológico o mantenerse como un partido de acompañamiento de Morena en el poder Legislativo.
Para Acción Nacional, que quedó como segundo lugar en la contienda de julio de 2018, la pérdida de bastiones clave en los últimos comicios como Baja California y Puebla resultó un duro golpe de realidad que los dejó aún más debilitados a nivel nacional, sin embargo, ahora se perfila como la única opción con el suficiente capital político para aglomerar a los inconformes con el régimen de la Cuarta Transformación.
Por su parte, partidos como Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza, Verde Ecologista de México y PRD, los cuales se encuentran sin la fuerza suficiente para enfrentarse a la maquinaria de Morena a nivel nacional, no parecen opciones viables para los próximos comicios intermedios de 2021.
“La oposición, entendida como los grupos parlamentarios en el Congreso y como los líderes partidistas, lanzan críticas a las acciones del actual Gobierno federal como si tuvieran la legitimidad y la credibilidad para hacerlo. No han entendido que el pueblo –por más que se diga que no– tiene memoria; y que hoy por hoy, en el imaginario colectivo, los partidos políticos tradicionales siguen siendo los causantes de los males que aquejan a este país, afirma Urquijo.
¿Y los gobernadores de oposición?
Otra relación que cambió con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador al poder, fue la de los gobernadores con el Gobierno federal.
A pesar de que solo cuatro de los 32 mandatarios estatales, seis en las próximas semanas por los triunfos electorales de junio pasado, son de Morena — Tabasco, Veracruz, Chiapas, la Ciudad de México y próximamente Puebla y Baja California—todos han decidido apoyar al primer mandatario. Otro aliado es el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, del PES.
Sin embargo, la oposición aún tiene mayoría en los estados. El PRI gobierna en 12 y en Puebla tiene un gobierno interino; el PAN en 10; el PRD en 2; MC en 1; además del gobierno sin partido, de Nuevo León.
Tras su triunfo electoral en julio del 2018, López Obrador decidió reunirse con cada uno de los mandatarios estatales para plantearles algunas ideas generales de su gobierno.
A todos se les dijo lo mismo: se evitaría el manejo político de los recursos estatales; se les apoyaría en obras importantes; y no se les dejaría de lado en las tareas de seguridad.
Ya en el poder, el primer desencuentro ocurrió cuando el Gobierno federal decidió eliminar del Presupuesto de Egresos de la Federación los recursos para los estados que se etiquetaban en el Ramo 23, pues de ahí se financiaba mucho del gasto de inversión en las entidades.
Vinieron después los eventos del presidente López Obrador en los que los gobernadores eran abucheados, algunos incluso reclamaron al decir que se trataba de muestras de rechazo orquestadas políticamente, lo que fue desmentido.
A pesar de tener notorias diferencias ideológicas con el presidente, a los gobernadores no les quedó de otra más que adaptarse al nuevo contexto político.
En decisiones como la conformación de la Guardia Nacional, por ejemplo, se opusieron a las bancadas de sus partidos en el Congreso de la Unión para conseguir que la medida presidencial fuera apoyada por unanimidad.
Poco a poco, los gobernadores se han ido alineando a la política emitida desde Palacio Nacional, lo que recuerda a lo que ocurría antes de la alternancia en el poder federal.
En la presidencia de Ernesto Zedillo, los gobernadores de oposición comenzaron a ganar más elecciones. Ocho estados estarían gobernados por la Oposición y, en 1997, en el Distrito Federal ganaría Cuauhtémoc Cárdenas.
Un primer indicio de rebeldía de los gobernadores ocurrió en ese sexenio, cuando el perredista Ricardo Monreal, entonces gobernador de Zacatecas, decidió marchar desde su estado para pedir al presidente Zedillo que concluyera algunas obras en su entidad.
El empoderamiento de los mandatarios estatales fue en aumento. Durante el sexenio del panista Vicente Fox, comenzaron a tomar mayor fuerza por la diversidad de sus orígenes —ya no eran todos del PRI—, lo que obligó al presidente a negociar con ellos para que lo apoyaran.
Al cabo de algunos años, esto provocó que el Gobierno federal perdiera poder frente a los estados, situación que se agravó más con Felipe Calderón por el clima de violencia y por el reparto de recursos millonarios como parte de las participaciones federales.
Ya en el sexenio del priista Enrique Peña Nieto, los gobernadores volvieron a alinearse con el Gobierno federal, pues la mayoría de ellos eran de origen priista. Sin embargo, su mayor problema fueron los escándalos de corrupción en que varios de ellos se vieron involucrados.
Ahora en la presidencia de López Obrador, los gobernadores se han visto alineados con las políticas del primer mandatario.
Llenar espacios
Ante la falta de partidos políticos o figuras que desde los poderes estatales contrarresten la influencia del presidente y los efectos de su agenda, sectores alternos se han dado a la tarea de ocupar un espacio en la balanza nacional para tratar de fungir como contrapesos en la toma de decisiones.
El más marcado de ellos se consolidó en la Iniciativa Privada (IP), sector cuyas observaciones, planteamientos y, en algunos casos, rechazos hacia los megaproyectos del régimen de la 4T han servido para sustituir los vacíos que dejaron los partidos políticos opositores.
Sin embargo, para Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPC), esta realidad –el saber que no existe una auténtica oposición hacia Andrés Manuel López Obrador– es un hecho “triste”, pues no preocupa sólo por la toma de decisiones, sino por la fractura que se da en el sistema democrático de partidos a nivel nacional.
“Para que haya una oposición primero tiene que haber una proposición. Y como la proposición de la 4T ha sido difusa, contradictoria y la narrativa presidencial cotidiana no está del todo hilvanada; la oposición está extraviada. Estamos viendo a los partidos tradicionales en una crisis severa”, asegura.
En el marco de la celebración de AMLO en el Zócalo, la Coparmex advirtió que las estrategias en materia económica, de seguridad, migración y megaproyectos generan incertidumbre y preocupación
Sobre el impacto que en este momento ha mantenido la IP como oposición, el presidente de la ANPC comenta que los empresarios de México han sumado esfuerzos para “ganarse el oído del presidente” en poco tiempo. Una acción que representa la suma de esfuerzos para hacer entender al mandatario que no se trata de una pugna, sino de un esfuerzo constructivo por el bien del país.
“Yo creo que el sector privado debe seguir buscando la manera de que las cosas funcionen, no por López Obrador, sino por el país. Es decir, lo que está en juego ahorita es que la viablilidad económica de la nación no se ponga en jaque.
“Estamos en un momento en donde la mayoría de las naciones están atravesando un estancamiento prerecesivo o recesivo, entonces evidentemente nosotros discrepamos de los dichos de que estamos bien económicamente, porque está bastante claro que las cosas no están en donde las deseamos”, expresa.
Por su parte, en el marco de la celebración de AMLO en el Zócalo, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) advirtió que las estrategias del presidente en materia económica, de seguridad, migración y grandes proyectos de infraestructura generan incertidumbre y preocupación.
De igual forma, señalaron que la baja inversión y la falta de crecimiento económico despiertan alertas en el ámbito económico.
“Este es el momento de iniciar un programa emergente de reactivación de la inversión pública y privada, en el corto plazo, pero se requiere que el gobierno sea puntual respecto al Estado de Derecho, que brinde certeza jurídica y, desde luego, que genere confianza con sus dichos y con sus hechos”, comentó el organismo empresarial a través de un comunicado.
La oposición desde abajo
Durante este mismo año, otros sectores que han tenido una postura crítica contra el régimen de la Cuarta Transformación son las organizaciones de la sociedad civil, defensores de derechos humanos y movimientos indígenas organizados del país.
En lo que va del 2019, al menos cinco defensores de derechos humanos y ambientalistas han sido asesinados, de acuerdo con los informes de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH).
Asesinatos como el de Samir Flores, en Morelos; José Luis Álvarez, en Tabasco; y los de José Santiago Gómez y Noé Jimenez Pablo, en Amatán, Chiapas han generado una ola de rechazo de estos sectores contra la actual administración.
Por su parte, en temas como la Guardia Nacional, colectivos que reúnen a diversas organizaciones de la sociedad civil como “Seguridad sin Guerra” son los que han tomado la batuta en cuanto a cuestionamientos y exigencias en la operación y creación de este cuerpo armado y de otras decisiones, tales como la cancelación del NAIM o las consultas populares que se han realizado hasta ahora.