En México, el poder de fuego de los cárteles de las drogas va en aumento. La mayor muestra de ello es la virulencia de las organizaciones criminales que se manifiesta en el incremento -casi constante- de los índices de homicidios, los que en su mayoría son cometidos con armamento de grueso calibre, poco convencional y de alto costo.
Atrás quedaron los tiempos en que los homicidios del narco se ejecutaban con pistolas y fusiles similares a los utilizados por las fuerzas policiales.
Hoy, la mayoría de las ejecuciones del crimen organizado, y la defensa de sus intereses, se hacen con armas cada vez más sofisticadas, en donde la dilecta no deja de ser el fusil AK-47 de última generación.
Sin embargo, de acuerdo con José de Jesús González Rodríguez, investigador del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, quien toma como base los decomisos de armas hechos por la PGR a miembros detenidos de los cárteles de las drogas, cada vez es más frecuente entre ellos la portación de armamento con características especiales por su potencialidad, alcance, penetración y capacidad de fuego.
Del cuerno de chivo a la antimateria
El nuevo tipo de armas que se presume en poder de los grupos del crimen, y que se ha comenzado a detectar en base a los decomisos hechos por las fuerzas federales de seguridad y por la PGR, tiene que ver con fusiles Barret calibre .50, así como con armas de fuego denominadas “de nueva generación”.
En esa categoría se encuentran armas como la subametralladora y la pistola FN Herstal de fabricación belga, “conocida como Five-Seven y que por sus características técnicas, así como por las cualidades de su munición, -subsónica, trazadora y de penetración- es capaz de traspasar blindajes y es llamada coloquialmente matapolicías”.
Otras armas ya consideradas de manejo común entre los cárteles de las drogas, que han incrementado la capacidad de fuego de esas organizaciones y que las han tornado más peligrosas, son las llamadas “armas antimateria”, destinadas no sólo a neutralizar el objetivo humano, sino destruir todo el entorno que lo resguarda, como vehículos y viviendas.
En ese renglón destacan, de acuerdo con los decomisos realizados por la PGR en lo que va de este año, los cohetes antitanques de los tipos M72 y AT-4, los lanzacohetes RPG-7, los lanzagranadas MGL calibre 37 y 40 Mm., las granadas de 37 y 40 milímetros y las granadas de fragmentación.
Los nombres y calibres de estas armas pueden no decir mucho, pero son las mismas que utilizan algunos de los principales grupos terroristas de todo el mundo, como Al Qaeda.
De acuerdo con el maestro en criminología, Álvaro Segovia, la escalada en armamento entre los cárteles del narcotráfico en México, no sólo denota la intención de una resistencia más violenta para preserva su dominio, “sino que habla del poder económico con el que cuentan los cárteles para hacerse cada vez más de un mejor armamento”.
Cartera abierta
De acuerdo al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), los cárteles mexicanos invierten al año millones de dólares (MDD) en compra de armas:
>> 120 MDD
Cártel Jalisco Nueva Generación
>> 90 MDD
Cártel del Pacífico
>> 60 MDD
Cártel del Golfo
>> 70 MDD
Los Zetas
>> 45 a 55 MDD
La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, Los Arellano Félix, Cártel de Juárez, La Línea, Los Beltrán Leyva
Gastos millonarios
Según el ranking elaborado por la Revista Forbes Israel, para armarse el grupo terrorista Estado Islámico cuenta con recursos anuales por el orden de los 2 mil millones de dólares, Hamas dispone de más de mil millones de dólares, las FARC cuentan con más de 600 millones de dólares por año, Hezbollah usa un fondo anual de 500 millones de dólares.
Los Talibanes tienen acceso a 400 millones de dólares, y Al Qaeda cuenta con un presupuesto para armamento por más de 150 millones de dólares.
Esas cantidades no distan mucho de las que disponen los cárteles de las drogas en México, en donde se estima, de acuerdo con fuentes del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) invierte 120 millones de dólares al año en equipo de guerra, en tanto que el Cártel del Pacífico destina más de 90 millones de dólares para armamento.
Las estimaciones de inteligencia del Gobierno federal apuntan a que Los Zetas invierten 70 millones de dólares por año, apenas 10 millones más de lo que aplica para armamento el Cártel del Golfo.
Mientras que los grupos La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, Los Arellano Félix, el Cártel de Juárez, La Línea y Los Beltrán Leyva gastan en promedio anual entre 45 a 55 millones de dólares por año en la adquisición de armamento.
De esa forma, mientras que a los grupos terroristas más importantes del mundo se les estima un gasto promedio anual de más de 5 mil millones de dólares en armas, los cárteles de las drogas en México destinan casi 400 millones de dólares en ese renglón, es decir, casi un 8 por ciento del gasto principal global en armas.
Para el Departamento de Estado de Estados Unidos, el gasto global que hacen los grupos de terroristas y cárteles de las drogas para comprar armas cada año en todo el mundo es de 8 mil millones de dólares, lo que aun así representa casi un 5 por ciento del gasto que los cárteles mexicanos de la drogas hacen en ese renglón.
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