Arte para la paz
A través del teatro, la música o la danza, Tania y Gregorio visibilizan la crisis de inseguridad y violencia por la que atraviesa el país en escuelas de zonas lastimadas por esta situación
Imelda García[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”1_7v81dud8″ responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /]
Antes de comenzar cualquier función en las escuelas que visitan, Tania y Gregorio piden a los estudiantes levantar el puño izquierdo y guardar un minuto de silencio para recordar a las víctimas de la violencia que sacude al país.
Para ellos, lograr que los jóvenes tomen conciencia de la situación que enfrentan sus comunidades, fue todo un logro. Los artistas hacen intervenciones en escuelas de zonas marginadas, golpeadas por la violencia en todas sus presentaciones.
“¿Por qué guardamos un minuto de silencio? Es en contra de los feminicidios, en contra de todos aquellos que han sido callados, en contra de todas las desapariciones; y a partir de esto empiezas a generar conciencia”, dice Gregorio.
A través de su asociación Impacto Social y Arte Comunitario, Tania y Gregorio llevan obras de teatro, conciertos, talleres de pintura y otras cosas más a escuelas de todos los niveles del Estado de México.
Después de presentarse, ellos y los artistas que los acompañan abren foros de discusión con los alumnos, que pueden llegar a convertirse en catarsis no solo para los estudiantes, sino para los maestros, los padres de familia o cualquier persona que sea testigo de lo que ahí ocurre.
“Una vez una señora se me acercó después de un monólogo sobre el abuso sexual, diciéndome que ella acababa de darse cuenta con lo que vio, que ella había sido víctima de abuso sexual. Y me lo decía con lágrimas en los ojos, dándome las gracias por haberla hecho ver algo que ella no había podido”, narra Tania.
Y como esa, muchas anécdotas salen de los labios de estos dos artistas, que decidieron dejar de lamentarse y pusieron manos a la obra.
Amistad creativa
Tania y Gregorio se conocieron hace más de 10 años en un reclusorio de la capital mexicana. Hoy son compañeros creativos que llevan arte a escuelas de comunidades marginadas o conflictivas; su caravana llega con cultura de paz a zonas de violencia.
Y no, no estaban presos cuando se conocieron. Ambos estaban llevando una dosis de libertad de espíritu a quienes viven tras las rejas.
Se trata de Tania Ángeles Begún, quien es actriz, guionista y directora, que ha participado en varias puestas escénicas y en televisión, como en la teleserie Las Aparicio. La otra mitad del equipo la conforma Gregorio Escobar, un artista plástico y productor, especializado en proyectos de arte comunitario y en murales; una de sus obras se encuentra en el CCH Azcapotzalco.
“Cansados de marchar tanto y de reclamar, decidimos hacer este tipo de proyectos. Porque ya estábamos hartos de exigir al otro y, con lágrimas, estar hartos de la situación del país; y dijimos: ‘Ok, ¿qué haces tú? Tú eres artista plástico, eres productor. Yo soy actriz y escritora. Hagamos un proyecto’”, dice Tania.
Y fue así como la actriz escribió varios guiones de teatro, monólogos y otras obras; y Gregorio produjo, montó escenarios y gestionó apoyos. Comenzaron entonces a llevar arte a las escuelas, desde preescolar hasta universidad.
No se trata de un arte que solo entretiene. Se trata también de visibilizar la grave crisis de inseguridad y violencia por la que atraviesa el país.
Una vez que la comunidad ha entrado en la mística del tema que tratarán, se desarrolla la actividad artística, que puede ser desde una obra con varios personajes, un monólogo o un baile, y viene entonces la escenificación de las situaciones de violencia y conflicto.
Posterior a eso, Tania y Gregorio o los artistas que participaron ese día, abren un espacio de diálogo en donde los estudiantes comparten sus experiencias.
“Hacemos intervenciones escénicas, hacemos procesos. Tenemos un método de trabajo en el cual involucramos a la escuela, formamos nuevos públicos, y acercamos estas experiencias estéticas a toda la comunidad educativa”, explica Gregorio.
La actriz recuerda cuando después de tratar el tema del bullying, un joven se levantó de su asiento y acusó a otro de molestarlo. Después de un diálogo, terminaron llorando al pedir perdón.
“Abordamos temáticas muy fuertes como trata de personas, feminicidios, drogadicción al crack. Son temas muy directos, muy fuertes, sin tapujos, para que los alumnos después de la obra de teatro se abran, platiquen, lloren”, reflexiona Tania.
El arte en esta forma, apunta Gregorio, no solo toca sino que trastoca y transforma, “porque las emociones son latentes a través del arte y eso hace que el público entienda más la problemática”.
Labor ambulante
Con su organización Impacto Social y Arte Comunitario, Tania y Gregorio llegan a las escuelas con las lonas, las sillas, la escenografía, el equipo de sonido y los actores para crear una experiencia agradable y significativa para los estudiantes.
Entre los dos llevan a cabo la tarea creativa, aunque en algunos casos contratan a otros artistas a quienes buscan atraer hacia ese modo de arte.
Aunque a veces ellos mismos pagan de su bolsillo estas obras, han obtenido financiamiento de los programas de apoyo a la cultura impulsados por la Cámara de Diputados dentro del Ramo 23, mismos que el Ejecutivo desapareció para el 2019.
Sin embargo, como todos los proyectos culturales comunitarios, los artistas necesitan a más personas que los ayuden. Así que ahora, con la llegada de un gobierno de izquierda, es necesario que estos apoyos no cesen.
Otra manera de ayudar al proyecto es mediante la visibilización. Tania pide a la gente entrar a las redes sociales y compartir no solo lo que hace su organización, sino los testimonios que enriquecen su labor.
“Aparte de donativos sería unirse a la causa, porque justo buscamos hacer un arte social que impacte y que ayude a transformar a nuestro país para tener mejores chavitos, mejores seres humanos, para tener gente empática, menos egoísta”, setencia Tania.