El huevo de la serpiente

El pasado 7 de mayo falleció la última sobreviviente del multihomicidio ocurrido en la sede de la Fiscalía de Jalisco, el 14 de septiembre de 2016, a donde ingresó Luis Homero Águila para disparar y asesinar a cuatro mujeres que ahí laboraban.

El “General Águila”, como se le conocía, pudo entrar sin ningún problema a las oficinas centrales de la Fiscalía portando dos pistolas: el revolver calibre 38 que accionó en repetidas ocasiones hasta caer abatido por agentes, y otra calibre 22, y 36 tiros útiles en sus bolsas.

Luis Herrera Luis Herrera Publicado el
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“Yo estoy declarado loco peligroso, y si me siguen perjudicando, puedo cometer una locura porque conozco el funcionamiento de todas las armas”
Luis Homero ÁguilaEn un oficio fechado el 15 de agosto del 2016, un mes antes del ataque

El pasado 7 de mayo falleció la última sobreviviente del multihomicidio ocurrido en la sede de la Fiscalía de Jalisco, el 14 de septiembre de 2016, a donde ingresó Luis Homero Águila para disparar y asesinar a cuatro mujeres que ahí laboraban.

El “General Águila”, como se le conocía, pudo entrar sin ningún problema a las oficinas centrales de la Fiscalía portando dos pistolas: el revolver calibre 38 que accionó en repetidas ocasiones hasta caer abatido por agentes, y otra calibre 22, y 36 tiros útiles en sus bolsas.

Cuando al titular de la Fiscalía, Eduardo Almaguer Ramírez, se le cuestionó la vulnerabilidad de su edificio principal, justificó que el sujeto era conocido por todos.

“Era una persona conocida, ya tenia varios años trabajando aquí alrededor de la Fiscalía y eso fue lo que generó ese relajamiento (…) continuamente entraba y salía tratando asuntos”, dijo Almaguer Ramírez.

El “General Águila” trabajaba como escribiente, se apostaba frente a la Fiscalía con una máquina de escribir y cobraba por redactar denuncias, principalmente de extravíos de documentos, placas o celulares.  

Desarrolló una animadversión contra las empleadas del Módulo de Información a las que asesinó, y en especial contra Araceli Bautista Rocha, la última en morir.

Sus denuncias como escribiente ya no eran aceptadas bajo el esquema del nuevo sistema de justicia, y dado que las empleadas del Módulo lo hacían saber a los usuarios, él supuso que era un “invento” de ellas para afectarlo.

El propio “General Águila” contó su vida en uno de los oficios que entregó a las autoridades, del 30 de mayo de 2015, dirigido al presidente Enrique Peña Nieto. 

“Dejé mi carrera de profesor de educación primaria para abrazar la de las armas (teniendo 21 años de edad) y dándome de alta el 4 de agosto de 1981 en el 4/o. Batallón de Infantería (con sede en ese tiempo en Guamúchil, Sin.) como soldado raso”, le narra.

Por su “empeño y dedicación para servir a mi patria”, el 11 de septiembre de 1982 se le ascendió a cabo de infantería. El 16 de febrero de 1984 ingresó al 79 Batallón de Infantería en Zapopan, y fue ascendido a sargento 2º escribiente (1 de julio de 1989) y a sargento 1º escribiente (16 de febrero de 1990).

Su carrera castrense se detuvo en 1991, cuando fue internado en el Hospital Militar Regional de Guadalajara, ahí se le diagnosticó un “estado paranoide”. En febrero de 1992 se formalizó su baja del Ejército.

La conspiración

En la mente del “General Águila” aquellos no eran hechos casuales, sino piezas de una confabulación en su contra, por denunciar por corrupción a un pagador del Ejército que había hablado mal de la institución, y dado que la V Región Militar la encabezaba el general Jesús Gutiérrez Rebollo, vio en él a su maquinador.

“Por los medicamentos que me dieron quedé completamente trastornado y me hicieron firmar de que aceptaba de que yo estaba loco… me dediqué a practicar trabalenguas, ejercicios mentales y de tensión dinámica, para solo así recuperarme de lo que me hicieron en el Hospital militar de órdenes del general”.

Los problemas que le surgían los fue tejiendo a esa narrativa conspiratoria que lideraba Gutiérrez Rebollo, lo mismo si lo detenía la Policía por andar en estado de ebriedad (23 de noviembre de 1991), que si le negaban empleo en corporaciones (1992).

El nombramiento de Gutiérrez Rebollo como titular del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (INCD) en diciembre de 1996,lo indignó. Y cuando aquel cayó en febrero de 1997 por nexos con el Cártel de Juárez, supuso que él propició la detención.

“Después de que se fue a México como director del INCD, presenté un informe al Consulado Americano… pues serían mis denuncias que presenté al Consulado o coincidencia, pero fue detenido a mediados de febrero del 97”.

El origen

Tras su baja, el “General Águila” pasaba dificultades para emplearse. La Policía tapatía lo aceptó el 18 de mayo de 1992, “pero más tardé en entrar que en salir ya que el 15 de junio de ese año se me ordenó que solicitara mi baja”, y “como no podía conseguir trabajo, me presenté al DIF Jalisco a solicitar apoyo y (…) me empezaron a ministrar despensas”.

Por esas fechas Guadalajara había sido cimbrada por las explosiones del 22 de abril de 1992 que dejaron muerte, destrucción y una mayúscula crisis política que removió al gobernador Guillermo Cosío Vidaurri, y trajo al interino Carlos Rivera Aceves.

Es aquí donde el “General Águila” revela que fue la esposa de Rivera Aceves, Olivia Miramontes Aguirre, quien como titular del DIF Jalisco intercedió para que comenzara a trabajar como escribiente de la Procuraduría, hoy Fiscalía.

Ese es su origen en la Fiscalía de Jalisco, que luego devendría en tragedia.

Ya en el sexenio de Francisco Ramírez Acuña (2001-2006), narra el “General Águila”: “se cambió la Procuraduría de la Calzada Independencia Norte a la Calle 14 de la Zona Industrial (…) por lógica al cambiarse dicha Procuraduría yo también me cambié para seguir trabajando”.

Era el huevo de la serpiente.

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