Agresor de sacerdote ¿fanático o imitador?

John Rock Schild podría ser un fanático religioso o un imitador. El joven que atacó al sacerdote Miguel Ángel Machorro no ha declarado ante el Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia capitalino; sin embargo, desde su captura dice frases sueltas, cambia su nacionalidad e insiste hablar con personajes de la política nacional y mundial.

Icela Lagunas Icela Lagunas Publicado el
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Médicos del Hospital Ángeles Mocel atendieron al sacerdote Miguel Ángel Machorro de tres lesiones, dos en el cuello y una cerca del pulmón
A través de Armando Martínez, presidente del Colegio de Abogados Católicos, la Iglesia negó que el atentado sea un acto de terrorismo

John Rock Schild podría ser un fanático religioso o un imitador. El joven que atacó al sacerdote Miguel Ángel Machorro no ha declarado ante el Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia capitalino; sin embargo, desde su captura dice frases sueltas, cambia su nacionalidad e insiste hablar con personajes de la política nacional y mundial.

El detenido primero dijo ser francés, luego ciudadano norteamericano. Desde su llegada no ha parado de soltar incoherencias, además de exigir hablar con el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, de lo contrario, no dirá nada.

Con este aparente estado mental, los peritos de la Procuraduría General propusieron evaluar al joven para determinar si está fingiendo un desorden o si pudiera tratarse de algún fanático o imitador.

De ahí que permanentemente es vigilado por personal policiaco para evitar que pudiera ocasionarse algún daño.

“Quiero hablar con Enrique Peña Nieto… quiero hablar con Enrique”, insistía desde que subió a la patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública local y luego en la Agencia Central de Investigación de la colonia Doctores, instalaciones del llamado Bunker, donde permanece detenido.

De acuerdo con los especialistas, después de la agresión que cometió en contra del sacerdote, el joven podría estar fingiendo para evitar que se conozca su verdadera identidad ya que al momento de ser revisado no portaba identificaciones ni teléfono celular.

Pese a su aparente estado de indefensión, la policía de investigación intenta determinar dónde vive, si hay registros de su ingreso al país vía aérea con el nombre de John Rock o si es un ciudadano mexicano que ha tratado de confundir a las autoridades. Si pertenece a un grupo religioso, extremista, de culto o secta.

Sin embargo, el detenido tampoco solicitó hacer uso de su derecho para informar de su detención a algún familiar, amigo o abogado que pudiera apoyarlo legalmente para enfrentar el cargo por intento de homicidio en su contra.

Mientras eso ocurre con el supuesto John Rock, el sacerdote Miguel Ángel Machorro fue reportado como estable por los médicos del Hospital Ángeles Mocel que lo atendieron de tres lesiones, dos en el cuello y una cerca del pulmón.

Al borde de la muerte

De manera oficial, la Arquidiócesis Primada de México dio a conocer que el atentado contra Miguel Ángel Machorro ocurrió al terminar la misa de las 18 horas en la Catedral Metropolitana.

Según la versión de algunos fieles que se encontraban al interior del recinto, el agresor tomó por el cuello al sacerdote e intentó degollarlo con un cuchillo de combate de los conocidos como “Boxer”, lo derribó y de inmediato comenzó a desangrarse en el piso al dañarle la vena principal del cuello.

Al escuchar un fuerte golpe, algunos de los feligreses voltearon y observaron al sacerdote tirado en un charco de sangre y con la sotana blanca enrojecida, por lo que comenzaron a gritar y pedir auxilio.

Los primeros elementos en ingresar fueron los de la Policía Federal, responsable de la custodia en la Catedral Metropolitana, quienes doblegaron al supuesto John Rock. Minutos después la Policía Preventiva también ingresó al recinto y se percató que, lejos de oponer resistencia, el hombre asumió una actitud muy dócil.

“Tengo derecho a guardar silencio, tengo derecho a guardar silencio”, repetía a manera de respuesta ante los cuestionamientos que le hacían los uniformados para conocer su nombre, edad, su nacionalidad y el motivo por el que atacó al cura.

El hecho encendió la alerta y movilizó a los servicios de emergencia. Primero, paramédicos de la Cruz Roja ingresaron a la Catedral para auxiliar al párroco que ya era apoyado por algunos civiles; luego, un helicóptero del Agrupamiento Cóndores despegó de la zona de Tlaxcoaque, muy cerca del Centro Histórico, para trasladarlo hasta el hospital en el que permanece aún internado en la colonia Roma.

Ahí fue ingresado al quirófano, mientras que la policía trasladaba a su agresor a la Agencia Central de Investigación. La puesta a disposición ante el Ministerio Público fue elaborada por elementos de la Policía Federal y de la Preventiva capitalina.

La Iglesia Católica no tardó en reaccionar; a través de Armando Martínez, presidente del Colegio de Abogados Católicos de México, se pronunció de manera cautelosa negándose a dar por hecho de que se trate de un acto de terrorismo.

Ayer, Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México, explicó que el sacerdote estuvo al borde de la muerte derivado del abundante sangrado.

El vocero precisó que de acuerdo con información del propio gobierno de la Ciudad de México, el detenido no había declarado en ningún momento ser musulmán o islamista y que esa teoría había surgido simplemente en las redes sociales sin que hubiera elementos para demostrarlo.

El atentado, sin embargo, es el primero del que se tenga conocimiento en la Catedral Metropolitana debido a que se trata de uno de los recintos más custodiados en pleno corazón de la capital de México.

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