Violencia y sequía en Los Cabos
Dos amenazas invaden a Baja California Sur, uno de los principales destinos turísticos de México: la creciente ola de violencia que el pasado fin de semana dejó 11 personas asesinadas y la falta de agua en la zona de Los Cabos.
Ambos problemas podrían terminar con el turismo, el cual es la principal fuente de empleo y de ingresos en esa entidad.
En plena temporada vacacional alta y en una de las playas más concurridas del estado se registró una balacera el pasado 6 de agosto.
Rubén Zermeño
Dos amenazas invaden a Baja California Sur, uno de los principales destinos turísticos de México: la creciente ola de violencia que el pasado fin de semana dejó 11 personas asesinadas y la falta de agua en la zona de Los Cabos.
Ambos problemas podrían terminar con el turismo, el cual es la principal fuente de empleo y de ingresos en esa entidad.
En plena temporada vacacional alta y en una de las playas más concurridas del estado se registró una balacera el pasado 6 de agosto.
Por ser domingo, la Playa Palmilla, ubicada en el kilómetro 7.5 del tramo carretero San José del Cabo-Cabo San Lucas se encontraba llena de familias locales y de turistas.
Cerca de las 13:40, un grupo de hombres armados irrumpieron en la zona de playa contra tres hombres que estaban tendidos en la arena bajo la sombra de una palmera.
Primero atacaron con una pistola y luego con rifles de asalto. El sonido de las balas y los gritos de los bañantes fue registrado por el celular de un grupo de turistas que se encontraban metros atrás del lugar de la refriega.
Por la balacera murieron los tres hombres que recibieron el ataque directo, un hombre y una mujer que se encontraban cerca resultaron lesionados por balas perdidas. Una niña de año y medio que estaba en medio del tiroteo resultó ilesa.
Las detonaciones causaron pánico entre los visitantes que después del caos y ya con la presencia de policías y militares fueron a ver los cuerpos tirados sobre la arena.
Playa Palmilla es una de las más visitadas por los turistas de San José del Cabo, ya que cuenta con la certificación Blue Flag (Bandera Azul) por cumplir varios estándares de calidad, entre ellos el de seguridad.
Once ejecuciones, ningún detenido
El ataque de Playa Palmilla fue el más sonado por ocurrir a plena luz del día y en un lugar rodeado de turistas y niños, pero durante el fin de semana pasado en Baja California Sur ocho personas más fueron asesinadas, todas en la zona de Los Cabos.
A las 18:00 horas del mismo domingo, un hombre fue ultimado en la Comunidad de Ciudad Insurgentes, en el municipio de Comondú. Iba bajando de un autobús cuando un sujeto le disparó a quemarropa.
Un día antes, un hombre con impactos de bala y huellas de tortura fue encontrado en un camino de terracería; cerca del Aeropuerto Internacional, en la misma colonia, otro cuerpo fue encontrado en un basurero clandestino.
En la Colonia el Zacatal, un grupo de sicarios a bordo de una camioneta interceptaron al conductor de un automóvil compacto color blanco y lo asesinaron a balazos. Otro hombre corrió con la misma suerte en la Colonia Primero de Mayo.
El viernes fueron tres los ejecutados en las colonias Vista Hermosa, La Ballena y Navarro Rubio. En ninguna de las 11 ejecuciones hubo personas detenidas.
Según fuentes locales, los delitos comenzaron a incrementar desde julio del 2014, cuando ocurrió un enfrentamiento entre grupos internos del Cártel de Sinaloa.
Durante la balacera murió Esteban Espinoza Velázquez, alias “El Pantera”, jefe de seguridad de Dámaso López Núñez, “El Licenciado”, y de su hijo el “Mini Lic”, ambos ya presos.
En estos tres años, Baja California Sur ha sido el territorio en pugna entre diversos grupos dedicados al narcotráfico, y pese a que el gobierno ha reforzado el lugar con fuerzas federales en La Paz y Los Cabos, la violencia y los homicidios persisten.
Según el informe del Semáforo Delictivo, para los primeros seis meses del año en curso, Baja California Sur es una de las entidades que encabezan la lista de estados con más delitos de alto impacto (semáforo rojo).
En homicidios por cada 100 mil habitantes, Baja California Sur es la cuarta entidad con la tasa más altas, 26.7 asesinatos, solo antecedida por Colima, Guerrero y Baja California.
Pese a la ola de violencia que sacude a la región, durante este verano la ocupación hotelera de las 16 mil habitaciones disponibles se mantiene en el 70 por ciento.
Según el Fideicomiso de Turismo de Los Cabos, las visitas crecieron un 20 por ciento con respecto al 2016, convirtiéndolo en el cuarto destino de playa más popular de México.
El Oasis se seca
Por su localización geográfica, la zona de Los Cabos, al sur de la Península de Baja California, es un lugar desértico donde las precipitaciones pluviales son escasas y la temperatura promedio en verano es de 33 grados centígrados.
Esto ocasiona que el agua sea un elemento que constantemente hace falta a los más de 200 mil habitantes y a los miles de turistas que llegan a la región.
El aire acondicionado y la extracción del agua han hecho que la vida en la zona sea sustentable, pero los poblados y las ciudades no tienen suficiente agua para enfrentar el incremento de la oferta turística.
Según Estadísticas del Agua en México, de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la península es la segunda región hidrológica-administrativa con menor disponibilidad de agua per cápita en el país, solo arriba del Valle de México, que tiene problemas por su alta densidad de población.
Para combatir el problema, René Núñez Cosío, director general de agua potable de Los Cabos, anunció varias medidas para mejorar el servicio de agua en el municipio, como la implementación de tomas públicas para cuantificar y racionar el agua en zonas irregulares; tandeos con criterios de equidad, la construcción de nuevos pozos y una desaladora.
El proyecto fue presentado por Peña Nieto el pasado 26 de julio, costará 900 millones de pesos y se comprometió a que estará terminado antes del fin de su administración.
“Otro compromiso en el que estamos trabajando es darle más agua a Los Cabos, San José del Cabo y Cabo San Lucas, porque no tienen agua suficiente, porque el número de habitaciones, la oferta turística va creciendo y el agua es escasa, por eso iniciamos el proyecto”.
Expertos en medio ambiente coinciden en que el proceso de desalación no es la mejor solución para conseguir agua potable, ya que es una tecnología cara, utiliza mucha energía y tiene consecuencias ecológicas adversas, como la destrucción de la flora y fauna marina, además de arrojar fango de desecho al mar.