Vida nocturna entre extorsión

Arriban de noche  y madrugada, en grupos de 12 o hasta 20 hombres de entre 18 a 25 años. Exigen, con pistola en mano, se les permita el paso a los bares y antros más populares de la capital para vender cocaína y todo tipo de estupefacientes entre la clientela.

No hay quién les pueda marcar un alto, pues negarles el ingreso equivale a perder la vida, como le ocurrió a Ismael Contreras Garduño, socio del bar La Terraza de la Roma, en diciembre pasado.

La asociación de bares y centros de espectáculo propone un trabajo en conjunto con autoridades de la CDMX
“El empresario (…) se expone a ser víctima de la delincuencia, no hay denuncia porque se van contra él en una cadena que parece no tener fin”
Ismael Rivera CrucesRepresentante de Anidice
A los antros llegan a extorsionar supuestos integrantes de los cárteles La Unión, Los Zetas o del Cártel Jalisco Nueva Generación

Arriban de noche  y madrugada, en grupos de 12 o hasta 20 hombres de entre 18 a 25 años. Exigen, con pistola en mano, se les permita el paso a los bares y antros más populares de la capital para vender cocaína y todo tipo de estupefacientes entre la clientela.

No hay quién les pueda marcar un alto, pues negarles el ingreso equivale a perder la vida, como le ocurrió a Ismael Contreras Garduño, socio del bar La Terraza de la Roma, en diciembre pasado.

O el caso más reciente de la balacera en la Pulquería “La Elegante” de la Zona Rosa, donde un grupo de seis personas abrió fuego contra empleados que no les permitieron la entrada al darse cuenta que iban armados.

Ismael Rivera Cruces, representante de la Asociación Nacional de la Industria de Discotecas, Bares y Centros de Espectáculos (Anidice) da detalles de esta realidad, que ni las autoridades delegacionales ni el Gobierno de la Ciudad de México han podido frenar en los centros nocturnos de la capital.

Pese a este círculo tortuoso de extorsión, amenazas y drogas, los empresarios que apuestan a fomentar la vida nocturna en la ciudad no se atreven a denunciar, pues saben que correrían peligro de muerte, o que al final, terminarían por cerrar su negocio y salir huyendo para evitar represalias.

Personal y clientes, indefensos

Se ostentan como integrantes de La Unión (el cártel que se disputa el mercado de la droga en los antros de la Ciudad de México), los Zetas o del Cártel Jalisco Nueva Generación.

No se sabe si realmente lo son, pues les basta con el temor que siembran las armas.

“Los establecimientos no pueden contrarrestar a estos grupos que llegan armados a los negocios, aunque la Ley de Sociedades Mercantiles obliga a los arcos detectores de metales son insuficientes, porque ya saben que deben dejar el arma en los autos y cuando hay un pleito, salen corriendo por las pistolas y regresan armados, cómo podemos detenerlos”, explica Rivera Cruces.

“Son chavos jóvenes entre 17 a 25 años que se están peleando la plaza de la venta de drogas, se requiere un trabajo de inteligencia. Operativos adentro no, porque un desencuentro puede arrojar muchas víctimas, se necesita a la policía local y la federal. Que no se pierda el contacto de las autoridades con los empresarios”.

Los elementos de seguridad que vigilan los accesos de bares y discotecas no pueden oponerse a estos grupos, no cuentan con un arma para defenderse. Están ahí como guardias preventivos para inhibir los actos de violencia entre la clientela.

No obstante, cuando llegan estos grupos de diez, 15 ó 20 hombres armados no hay manera de contenerlos.

“A pesar de que hay contacto con las autoridades y operativos para salvaguardar la integridad de las zonas, el incremento de la gente armada que está por todos lados, y más en los establecimientos de noche, es frecuente en las zonas más concurridas como la Condesa, Roma, Zona Rosa, Acoxpa e Insurgentes”.

A ciencia cierta no se sabe de dónde provienen, sólo que están presentes con mucha fuerza en la delegación Cuauhtémoc por una simple razón: es el corazón de la capital y la región que concentra la oferta de diversión nocturna y entretenimiento.

“Tienen amenazados a los responsables en varios sentidos, los obligan a dejarlos entrar, a consumir sin pagar nada de la cuenta.

“Es un grupo delincuencial porque la gente que va a divertirse pues no va armada. Se identifican como un grupo que quiere vender adentro de los lugares, dicen muchas cosas, entonces no hay nada certero respecto a qué grupo representan”, detalla Rivera Cruces.

Cadena de daños

El representantes de restauranteros y centros nocturnos propone un trabajo en conjunto con autoridades de la Ciudad de México y de la Federación.

Al final los empleados y operadores de un bar conocen la operación, el modus operandi, quiénes son, información que se puede proporcionar a las autoridades por los canales correspondientes y el blindaje necesario para no arriesgar la vida.

Cuando una balacera se registra y hay muertos, se pierde todo, explica el también empresario  pues después de los hechos las autoridades terminan por clausurar el lugar definitivamente y cerrando la llave de empleo a decenas de personas.

De ahí que propone comenzar a investigar y aterrizar trabajo de inteligencia, encubierto, que no ponga en riesgo a nadie.

Las cámaras de vigilancia instaladas en la entrada y lugares estratégicos del lugar pueden ayudar a detectar los rostros de las personas que entran a los establecimientos.

“Los empresarios están en la mejor disposición de colaborar y de actuar con las autoridades.

“No es común que se denuncie de manera formal pues están amenazados, el empresario sale a muy altas horas de la noche solo y se expone a ser víctima de la delincuencia, no hay denuncia porque se van contra él en una cadena que parece no tener fin”, subraya.


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