Bellas Artes le dice adiós

Justo al mediodía la carroza con los restos fúnebres de Carlos Fuentes arribó al Palacio de Bellas Artes. Esta vez, no hubo tumultos, el homenaje fue breve y sencillo. Gabriel García Márquez, su gran amigo, fue también el gran ausente.

Una foto en blanco y negro del escritor sonriendo sirvió de marco para el austero altar en el que se le rindió homenaje.

Justo al mediodía la carroza con los restos fúnebres de Carlos Fuentes arribó al Palacio de Bellas Artes. Esta vez, no hubo tumultos, el homenaje fue breve y sencillo. Gabriel García Márquez, su gran amigo, fue también el gran ausente.

Una foto en blanco y negro del escritor sonriendo sirvió de marco para el austero altar en el que se le rindió homenaje.

La directora del Conaculta Consuelo Sáizar abrió el discurso. En primera fila, flanqueando a la viuda del escritor Silvia Lemus, el presidente de México Felipe Calderón Hinojosa, su esposa Margarita Zavala. Del otro lado, el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard y su esposa.

“Hasta luego Carlos Fuentes”, dijo al final de su breve discurso Sáizar frente al féretro de madera cubierto con la bandera de México. Afuera, del Palacio de Bellas Artes, unos cuantos seguidores se reunieron en torno a una cerca fuertemente resguardada por el Estado Mayor Presidencial.

Luego, Federico Reyes Heroles tomó la palabra. El también escritor se dirigió a la viuda y a su inconsolable hija Cecilia. Ante los invitados, entre los que se encontraban el rector de la UNAM, José Narro Robles, el ex rector Juan Ramón de la Fuente, el pintor José Luis Cuevas, el orador compartió pasajes de su relación con Carlos Fuentes.

Lo mismo bailando en Cartagena que en Buenos Aires, Carlos Fuentes, dijo el orador, fue el gran seductor que atrapaba con la palabra.

Organizador de aventuras, viajero incansable, diplomático neutral pero sobre todo, pluma de tenerle miedo, Fuentes hizo de su casa un lugar de encuentros.

Del pasado y presente, un recorrido por múltiples pasajes de su extensa obra literaria, en donde “La región más transparente” se abrió paso entre todas.

Fue esta obra justamente la causante de un nuevo tropezón literario del Presidente Calderón, quien al hacer uso de la palabra se refirió a “La región más transparente del aire”.

El error, omisión u olvido desató el murmullo en el recinto, pero el Presidente siguió con  su discurso.

Antes Marcelo Ebrard había tomado el micrófono y pidió un aplauso para quien calificó como un nacionalista patriota que marcó la historia del país.

Como parte del riguroso evento, Felipe Calderón, Margarita Zavala, Marcelo Ebrard, Rosalinda Bueso, Consuelo Saizar y Bertha Fuentes, hermana del escritor, montaron la guardia principal de honor.

Al cabo de hora y media el protocolo terminó. Bajo las escalinatas comenzaron los saludos y los abrazos. Así fue el adiós a uno de los grandes de la literatura.

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El último Honoris Causa que se le concedió al escritor Carlos Fuentes fue a propuesta del Departamento de Filología Española, Moderna y Clásica de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) en España, con la Dra. María Payeras Grau como representante.

La propuesta tenía meses de haberse realizado, hasta que por fin se anunció oficialmente el 14 de mayo del presente año. Horas después, el día 15 de mayo, los mismos medios de comunicación a los que la Universidad había anunciado el reconocimiento, llamaron para informar la muerte del escritor.

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I. Juan Ramón Jiménez decía que Pablo Neruda era un gran mal poeta. Lo mismo opino de Carlos Fuentes: fue un gran mal novelista. Quizá el mejor de México, claro está, después de Martín Luis Guzmán, Agustín Yañez, Juan Rulfo, etcétera.

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Conocí a Carlos Fuentes cuando yo tenía 14 años de edad. Fue durante unas vacaciones en Acapulco. Recuerdo que él llegó y me sorprendió por su dinamismo: era un gran jugador de dominó, jugó con nosotros Scrabble, el juego de formar palabras con el que nos divertimos bastante.

Recuerdo mucho su habilidad para dibujar. En un cuaderno que yo tenía, él trazó unas caricaturas de los que estábamos ahí presentes.