Candidatos en campaña sin miedo al ridículo
A través de bailes, serenatas y memes, los candidatos que buscan ganar un puesto de elección popular el próximo 6 de junio, recurren al ridículo para tratar de posicionar sus nombres entre la población y obtener sus votos, una estrategia que, a pesar de su popularidad, denota la falta de calidad en los contenidos políticos que se promueven en el país
Carlos MontesinosCon las campañas electorales llegaron también los memes, bailes, videos, tiktoks y demás contenidos en los cuales muchas veces los candidatos hacen el ridículo para llamar la atención del electorado.
En las redes sociales, estas acciones son la comidilla diaria y una garantía de reacciones, lo que funciona para el “posicionamiento de marca” de los aspirantes a un cargo público.
Desde el 4 de abril pasado es cotidiano enterarse de actos de campaña extravagantes, sórdidos o simplemente divertidos realizados por algún candidato.
Tal es el caso de Carlos Mayorga, aspirante a diputado federal por Encuentro Solidario, quien arrancó su campaña en Ciudad Juárez emergiendo desde un ataúd. O Manuel Herrera, de Movimiento Ciudadano, quien pide el voto en Zapopan llevando serenata con su versión de la canción “Piensa en mí”.
Estas peculiares estrategias de campaña solo se acrecientan con el uso de plataformas como TikTok o Instagram, en donde se puede ver a Cristóbal Arias haciendo equipo con un peluche de la Pantera Rosa en sus aspiraciones por gobernar Michoacán.
Mario Zamora, bromea que el alcantarillado de Sinaloa llevará Tecate light hasta las casas de los ciudadanos y Fernando Larrazábal se contonea al ritmo de “Rasputín” mientras enlista los cargos que ha ocupado.
La cosecha de ridículos parece no tener fin y para mantener al tanto a los twitteros surgió la cuenta “Candidatos Out of Context”, abierta un par de días después del banderazo inicial a las campañas y que en cuestión de una semana ya supera los 19 mil seguidores en Twitter con apenas 295 mensajes publicados. Todos y cada uno mostrando las maneras en las que los candidatos buscan hacerse los simpáticos ante la ciudadanía rumbo al 6 de junio.
A consideración de Enrique Ortega, estratega de imagen pública y CEO de la agencia Lata de Ideas, este no es un fenómeno nuevo.
En entrevista con Reporte Índigo, explica cómo el auge de las redes sociales y las condiciones en las que llega el país al proceso electoral más grande de la historia han contribuido a que candidatos y partidos se decanten por “caer bien” al electorado.
La actual emergencia sanitaria por COVID-19 y las limitantes para realizar actos masivos presenciales se suman al hecho de que hay más de 20 mil cargos públicos en disputa por no menos de seis candidatos por contienda. Lo que ha causado que las redes sociales sean un territorio de suma importancia en las campañas para posicionar perfiles en el ojo de la ciudadanía.
“Las redes sociales se convierten en una cancha donde se necesita tener una exposición importante, sobre todo cuando se trata de un candidato que no está bien posicionado en las audiencias. No hablo de bien posicionado como extremo contrario de mal posicionado, no, me refiero a un candidato que no tiene fama, que nadie conoce su nombre, que es la primera vez que se lanza a un puesto de elección popular”, dice Ortega.
De igual manera, destaca que para lograr este posicionamiento y que se vuelva viral el video, necesitan invertirle, meterle dinero.
“No es una cuestión mágica, sobre todo porque estamos hablando de las elecciones con mayor número de candidatos en la historia. Evidentemente los equipos de campaña necesitan meterle dinero en pauta pagada para que se empiece a replicar”.
Como ejemplo del impacto que el ridículo puede tener en las campañas, Ortega menciona a Samuel García, abanderado de Movimiento Ciudadano a la gubernatura de Nuevo León.
Previo a recibir la candidatura, circularon en redes sociales videos en los que hablaba de modestos “suelditos de 50 mil pesos” o cómo su papá lo llevaba al golf antes de darle su domingo. Sin mencionar el factor de su esposa, la influencer Mariana Rodríguez”.
“Samuel García no tiene en su haber ningún escándalo. No se le ha escuchado que, cuando fue senador, haya desfalcado o haya tenido temas de corrupción, nada. También es una persona que en el Senado pasó un poco desapercibido, entonces ha requerido de estas estrategias digitales para posicionarse”, explica Ortega sobre el candidato naranja.
Luego del desplome en encuestas de Clara Luz Flores, candidata de Morena, por sus vínculos con la organización NXIVM y su líder Keith Raniere, Samuel García pasó del tercer lugar de la contienda a disputar el primero con el priista Adrián de la Garza. Incluso inició su campaña mencionando sus polémicos videos y adelantó que sus adversarios le dirían al electorado que “es un meme”.
Preparando el terreno para futuros candidatos
Punto y aparte es el caso de Ricardo Anaya, quien no es candidato a un cargo público en este proceso electoral, pero aspira a ser abanderado de Acción Nacional en 2024, razón por la que documenta en video su recorrido por el país.
Este archivo ha producido una oleada de memes y burlas como su “me da muchísimo coraje ver tanta pobreza” o sus comentarios en contra del consumo de caguamas, a los que él mismo se ha sumado en sus redes sociales.
En su fallida candidatura de 2018, Anaya salió señalado de triangular recursos y recibir moches. En 2020, Emilio Lozoya lo incluyó en la denuncia por los sobornos para aprobar la reforma energética. Sin embargo, el panista ha recurrido a las redes sociales para burlarse de sí mismo compartiendo memes de él en la fila de las tortillas el 31 de marzo, Día del Taco, o mostrando la publicidad con la que un depósito de cervezas usa su imagen para una promoción especial.
“Él sabe que está generando esas burlas. Yo no sé, con toda honestidad, si eso le dé suficiente empuje a Ricardo Anaya como para poder convertirse en el próximo Presidente de la República, honestamente no lo creo. No es lo mismo un candidato para una presidencia municipal o diputación local que a la Presidencia de la República. Estamos hablando ya no de un sector cerrado de la población, con un número relativamente pequeño de habitantes”, agrega Ortega.
Las burlas que ha generado Anaya en su recorrido por México, considera Ortega, parten de que está tratando de documentar la pobreza que se vive en una gran parte del territorio nacional como si se tratara de un documental de National Geographic. Esto dado que el propio Anaya se ha reconocido públicamente no como miembro de los estratos más bajos de la sociedad, sino como integrante de una clase empresarial.