Fue uno de los programas estrella del sexenio pasado en ciencia y tecnología, pero en tiempos de la cuarta transformación parece destinado a desaparecer. Se trata de Cátedras CONACyT, proyecto creado en 2014 para impulsar las carreras científicas de jóvenes investigadores, cuya convocatoria fue suspendida por la actual administración.
Su objetivo era ser una alternativa para los cientos de jóvenes investigadores mexicanos altamente calificados que cada año se forman en universidades nacionales y del extranjero, quienes al terminar no encuentran oportunidades para aplicar sus conocimientos en México.
A través de este programa, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) contrataba a los académicos por al menos 10 años para que pudieran desarrollarse en universidades y centros de todo el país, ya que se buscaba fortalecer la educación en todos los estados.
De acuerdo con datos del Consejo, a 2019 participaban 134 instituciones; el 86 por ciento de los investigadores estaba en el interior del país y el 14 por ciento en la Ciudad de México.
“Eso requiere que se replantee ese proyecto, no vamos a interrumpir los acuerdos, vamos a hacer honor a los compromisos, vamos a revisar con mucho cuidado que se cumplan, pero no se van a abrir nuevas plazas”, dijo en ese entonces la titular del CONACyT.
Pese a la promesa de concluir los convenios, investigadores comenzaron a ser despedidos desde ese momento. Los afectados acusan que además de cerrar las plazas comenzó un desmantelamiento sistemático de quienes ya formaban parte del programa.
Acusan desarticulación de Cátedras CONACyT
“Lo que creemos es que están tratando de excluir este programa sacando catedráticos de poco en poco para que no se note”, dice Heréndira Téllez Nieto, doctora en filología clásica.
Ella ingresó al programa en el 2017 en la Universidad de Sonora, donde desarrollaba un proyecto para acompañar el rescate de las lenguas indígenas del noroeste a través de un repositorio.
No obstante, luego de protestar en Twitter sobre las palabras de Álvarez-Buylla, quien los llamó “colgados de la nómina”, empezó a sufrir acoso y en octubre de 2019 fue despedida.
“Me dijeron lo mismo que a los demás: ‘preséntate a CONACyT, en el jurídico’, y ahí me dijeron, ‘pues muchas gracias, está rescindido su contrato’. No me dieron más explicaciones ni a mí ni a los demás”, narra.
Actualmente, las y los investigadores despedidos buscan que se les reinstale en sus cátedras y aunque han interpuesto denuncias por despidos injustificados, los trámites están suspendidos por la pandemia de COVID-19.
“Así se lo solicitamos a la doctora Buylla en diciembre y no hemos tenido más que una reunión con el responsable de cátedras que no ha servido para nada”, acusa Téllez.
Despidos injustificados
En octubre del 2019, fueron despedidos de manera injustificada al menos 14 catedráticos; mientras que en enero del 2020 hubo más, según sus testimonios.
Yadira Bastián Hernández, doctora en biología celular, es una de las afectadas. Fue parte de la primera generación de Cátedras CONACyT en el 2014, en la Unidad de Investigación Biomédica del IMSS en Zacatecas.
“Tenía yo cinco años trabajando cuando me despidieron por un problema en la plataforma de evaluación”, relata.
A Yadira no le pagaron la quincena del 30 de octubre de 2019 pero aún así asiste a trabajar porque asesora las tesis de tres estudiantes de maestría, dos de doctorado y uno de licenciatura.
“Es por amor al arte lo que nos motiva a cualquier investigador, apoyar a la sociedad porque nos formamos con una beca CONACyT”, explica.
En el proyecto para el que colabora, sin un salario, buscan biomarcadores para el diagnóstico de enfermedades reumáticas. Yadira pide que la reinstalen, algo que le habían ofrecido en enero, pero que todavía está en el limbo.
Ana Lucrecia Elías López, doctora en Ciencias Biomédicas por la UNAM, se integró a Cátedras CONACyT en 2016 y fue despedida en 2019.
En el 2016 falleció la investigadora a cargo del proyecto en el Hospital General y fue asignada al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). Pero hubo un error, debido a que ella trabaja con modelos animales temas de obesidad y diabetes y estaba fuera de su área de estudio.
Después la enviaron al Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y, por los cambios y debido a que trabajaba con un modelo de ratas obesas embarazadas, sus publicaciones se atrasaron. Informó la situación al CONACyT y le dijeron que lo iban a tomar en cuenta en su evaluación, e incluso, el 10 de mayo de 2019, en una reunión que mantuvieron 100 catedráticos con Álvarez-Buylla, se le hizo la promesa de mejorar su situación pero al mes fue despedida.
En ese momento, ella estaba pasando un momento difícil, ya que a su esposo le habían diagnosticado cáncer y tenía dos niñas pequeñas, por lo que firmó su renuncia cuando se la pidieron.