La telaraña de traiciones e intereses se repite en Chiapas. Al gobernador Manuel Velasco se le dificulta cada vez más imponer a su candidato en el poder estatal, esta maniobra no se ha concretado en los últimos 18 años, desde que el PRI perdió el territorio.
El ambiente político es de tensión en el sur del país entre rebeliones, desbandadas y negociaciones entre los distintos frentes políticos. La entidad, la única que gobierna el Verde Ecologista, tendrá una de las elecciones más cerradas del país.
Manuel Velasco buscó que Eduardo Ramírez se quedara con la candidatura. El gobernador planeaba que un hombre de su confianza ostentara el poder y las estructuras que construyó durante su administración. La propuesta no fue bien vista desde el PRI nacional que de inmediato detectó el intento de madruguete y recordó que el elegido les tocaba a ellos, y pusieron en la contienda al senador con licencia Roberto Albores Gleason.
La alianza entre el Verde Ecologista, la primera fuerza política en Chiapas, y el Revolucionario Institucional, la primera fuerza política del país está en riesgo. El acompañamiento que les había dado frutos electorales en antaño, ahora está a punto de extinguirse en el sur.
La elección de Albores Gleason es una señal que mandó el priismo en el estado que Velasco ganó en 2012, gracias al apoyo tricolor. El precandidato no pertenece al círculo cercano del gobernador, incluso es adversario político y personal de Ramírez, su delfín.
El perredista Fernando Belaunzarán lo ve claro: Velasco trató de imponer a su alfil, al no poder, la ruptura con el PRI surge de ese jaloneo para garantizar su seguridad, al no tener certeza, negoció la candidatura de Rutilio Escandón, personaje cercano a él, en Morena y buscó que Ramírez fuera apoyado en el Frente del PRD-PAN, sin éxito.
“Velasco se quería cuidar la espalda imponiendo candidatos en todas las opciones. Trató de comprar a sus opositores. Quería jugar en los tres frentes para ver quién le garantizaba su impunidad”, indica el exdiputado federal del sol azteca.
Hay una estadística que pesa en la entidad desde el 2000, año en que el PRI perdió uno de sus bastiones, ningún gobernador desde Roberto Albores Guillén ha logrado imponer a su candidato, lo que ha desatado traiciones, persecuciones e incluso negociaciones de no agresión por debajo de la mesa entre los predecesores y antecesores.
El padre del hoy precandidato del PRI-PVEM será recordado como el que perdió el gobierno ante la oposición. En el 2000, Pablo Salazar Mendiguchía encabezó un movimiento de todos contra el priismo y triunfó. Un sexenio después Juan Sabines se convirtió en el nuevo gobernador, quien inició una persecución contra funcionarios del anterior gobierno.
Integrantes de la coalición “Por Chiapas al Frente” (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano) dan una lectura del tema, Velasco no quiso ceder las estructuras que construyó en Chiapas al PRI, trató de cooptar a la oposición y en su intento de pelear por ese dominio se dio cuenta que todo lo que logró fue gracias al respaldo del Revolucionario Institucional, quien le cobró el cheque con el que hace seis años lo apoyó, el acuerdo estaba pactado pero el gobernador se lo quiso saltar.
Estos políticos explican además que la única opción que le queda a Ramírez, si quiere competir para gobernador, es dinamitar la coalición “Todos Por Chiapas”. Y los hechos dan la razón, el cercano a Velasco ha iniciado una campaña para denunciar la imposición de Albores y renunció a su militancia verde como amago de inconformidad.
Morena, ¿opción del gobernador?
Cuando Morena anunció la precandidatura de Rutilio Escandón, en Chiapas se le relacionó con Velasco de inmediato. El elegido de esa institución política es alguien cercano al gobernador, incluso lo nombró durante la actual gestión como el Presidente del Poder Judicial de Chiapas.
Belaunzarán, un crítico del Movimiento de Regeneración Nacional, ha señalado una negociación entre Velasco Coello y López Obrador, ya que la carta por la que apuesta ese partido es cercana a la actual administración.
Políticos chiapanecos ven en la elección de Escandón un frente más del gobernador, al que acusan de tratar de acabar con la oposición y crear un partido hegemónico, incluso a costa del priismo. Ante el efecto negativo que podría tener Albores Gleason por el poco impacto del precandidato federal, José Antonio Meade, ven al gobernador buscando otras opciones en el mapa.
La llegada de Morena ha modificado el panorama, pues acostumbrados a pelea de dos, el nuevo partido llevará la contienda a disputa entre tres. Los opositores al movimiento de López Obrador reconocen que competirá e incluso que tiene probabilidades de ganar.
En el 2006, en la elección presidencial, López Obrador ganó la entidad con cerca de 546 mil votos. Seis años después en la votación ante Peña Nieto, el tabasqueño la perdió pero aumentó su número de votos a alrededor de 635 mil.
Aguilar Bodegas por la revancha
El Frente, compuesto por el PRD, PAN y MC, ya tiene a su precandidato, a falta de confirmación, fuentes internas perfilan a Antonio Aguilar Bodegas, un expriista, quien perdió la elección a gobernador en el 2006 por cerca de 6 mil votos ante Juan Sabines.
En esa contienda, los Albores operaron para el candidato contrario al priismo, las corrientes al interior del tricolor se dividieron e incluso le costó la expulsión del partido al ex gobernador, padre del actual precandidato del PRIPVEM.
La apuesta del Frente es clara, van por un político conocido que podría atraer la fuerza del sector priista estatal que ve una imposición desde el centro del país de la candidatura de Albores Gleason, tal y como ha denunciado Eduardo Ramírez.