Sosiego entre la tempestad
La economía mexicana se ha convertido en la economía de los claroscuros y las contradicciones. El cambio radical de las expectativas ha sido una constante en la percepción de la realidad económica generada durante este sexenio.
Indigo Staff
La economía mexicana se ha convertido en la economía de los claroscuros y las contradicciones. El cambio radical de las expectativas ha sido una constante en la percepción de la realidad económica generada durante este sexenio.
Al inicio de la administración de Enrique Peña Nieto, el impulso reformatorio dio origen al llamado Mexican Moment. Ante los ojos del mundo, México era la promesa emergente por excelencia.
El país había consolidado una fortaleza macroeconómica que lo diferenciaba de sus contrapartes emergentes. A esto se añadió un ciclo de reformas estructurales que fueron citadas por la prensa internacional como un ejemplo de clase mundial de un uso eficiente del capital político que derivaría en una reestructura económica abocada a incrementar la tasa de crecimiento potencial.
Sin embargo, esta percepción se desvaneció rápidamente para dar lugar al escenario más adverso para la política económica mexicana desde la crisis global del 2008.
La narrativa de solidez macroeconómica fue sustituida por la imagen de deterioro del déficit fiscal y la deuda pública. Paradójicamente, el país emergente que había hecho de la prudencia macroeconómica el centro de su modelo económico se convirtió en el país cuya moneda presenta el
peor desempeño entre las divisas más operadas en el mundo. La depreciación del peso frente al dólar ha sido de 18 por ciento en lo que va del año.
Por otra parte, la promesa de la reforma energética, el cambio más relevante del ciclo reformatorio, comenzó a diluirse conforme se asentó la peor debacle del mercado petrolero en una generación.
En este contexto, la figura de Donald Trump emergió como una nueva amenaza para uno de los pilares del modelo de crecimiento de México: el sector exportador. La retórica proteccionista y abiertamente anti mexicana del ahora presidente electo de Estados Unidos se tradujo en una revisión a la baja generalizada de los pronósticos de crecimiento de la economía mexicana.
En ese sentido, el consenso de analistas argumenta que México podría enfrentar una “tormenta perfecta” en el 2017. En el peor de los casos, un escenario en el que se conjugue el continuo deterioro del cuadro macroeconómico del país con la materialización de la amenaza de Trump de cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el país podría caer en una profunda recesión.
Por ello, no resulta sorprendente que la renuncia de Agustín Carstens como gobernador de Banco de México, que se hará efectiva a mediados de 2017, haya sido recibida con un tono fatalista por gran parte de la opinión pública.
No obstante, esta semana se consolidaron dos noticias que reman contra la narrativa pesimista que rodea a la economía mexicana.
El éxito de la cuarta fase de la Ronda Uno, en el que se licitaron satisfactoriamente el 80 por ciento de los campos de aguas profundas del concurso, parece ser el primer triunfo significativo para la reforma energética. La Secretaría de Energía espera que México reciba más de 40 mil millones de dólares en inversión extranjera directa para el desarrollo de estos campos.
Asimismo, la retórica proteccionista de Trump quedó parcialmente opacada por la proyección de que, a finales de este año, México se convertirá en el mayor exportador hacia Estados Unidos, desplazando a Canadá. Esto no solo pone de relieve las sinergias e interconexiones de una de las relaciones comerciales más profundas en el mundo, sino que surge como un eventual contrapeso a los posibles intentos de la administración de Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos y frenar la inversión extranjera directa hacia el país.
Incertidumbre comercial
El TLCAN representa el primer cimiento de la economía moderna de México. Las exportaciones que el país destina a Estados Unidos, alrededor del 80 por ciento del total, cuentan con un valor aproximado equivalente a un cuarto del producto interno bruto.
El consenso de analistas coincide en que, a 20 años de la entrada en vigor del acuerdo comercial, el TLCAN es considerado el primer factor que hace de América del Norte una de las regiones más competitivas del mundo.
La creación de cadenas productivas a lo largo de todo el continente ha generado una dinámica sin precedentes de inversión transfronteriza, movimiento de suministros y movimiento de capital que hoy es puesto en tela de juicio por la plataforma económica de Trump.
La resiliencia y la fuerza de la relación comercial entre México y Estados Unidos se ha puesto de relieve con la publicación de los últimos datos del sector externo del Departamento de Comercio estadounidense.
En los primeros 10 meses del 2016, México exportó 245 mil millones de dólares a Estados Unidos, superando por primera vez el valor de productos canadienses vendidos en Estados Unidos.
Este fenómeno se contrapone a la retórica proteccionista de Donald Trump, cuyo triunfo electoral obedece en gran medida al descontento de la clase trabajadora. Desde la crisis global, se han perdido alrededor de uno de cada tres empleos del sector manufacturero en Estados Unidos.
Sin embargo, el hecho de que México se haya convertido en el primer exportador hacia Estados Unidos no es necesariamente un buen augurio. La debilidad de la actividad económica y la fortaleza del dólar son citados como dos factores responsables de que las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos hayan disminuido 1.58 por ciento, en términos anualizados, en lo que va del año.
Esta dinámica se ha vuelto patente antes de la toma de poder de Trump como presidente de Estados Unidos. Hasta el momento, existe gran incertidumbre respecto de las limitaciones y posibilidades de
implementación de la agenda proteccionista del presidente electo.
Esta incertidumbre se ha vuelto evidente en las diferentes reacciones de empresas extranjeras con intereses en México. Mientras que el director de finanzas de Citi advirtió que la inversión anunciada de mil millones de dólares en su subsidiaria mexicana Citibanamex podría ser reprogramada, Walmart dio a conocer que invertirá mil 300 millones de dólares en la operación en México en los próximos tres años.
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