Corriendo con el corazón
Alejandro Ruiz, mejor conocido como “El Peluches”, encontró en el deporte de correr no sólo un escape de los vicios, sino la forma de llevar alegría y transmitir fuerza a todas aquellas personas que compiten en estos eventos, especialmente a los niños
César Carrera[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”1_3xo9so0c” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /]
¿Cuándo fue la última vez que hiciste sonreír a algún desconocido? Nunca, o no recuerdo, suelen ser las respuestas más comunes, y si alguna vez lo has hecho, quizá no guardes la sensación en la memoria. Nacido en el barrio bravo de Tepito hace 61 años, Alejando Ruiz Olivares, lleva consigo siempre esa huella, forma parte de su rutina del día a día.
Su oficio: reparte tortillas en la colonia Educación de la alcaldía Gustavo A. Madero. Su pasión: salir cada fin de semana con un chaleco lleno de muñecos de peluche colgados con seguros, sombrero de copa y anteojos de colores, de ahí viene su sobrenombre ‘El Peluches’.
Al venir de un barrio conflictivo y peligroso, es consciente de la importancia de seguir un camino a base de trabajo. El haberse quedado huérfano a los 15 años lo golpeó, pero a la vez aumentó su entereza y su determinación.
En cuanto dejó el barrio que lo vio crecer comenzó a interesarse por correr.
“Yo veía que unos corrían, me llamó la atención un día y decidí correr, y dije, voy a intentar correr y me gustó darle otro giro a mi vida”.
Recuerda que sus primeras carreras fueron las organizadas por el periódico Ovaciones “se llamaban Primavera, Verano, Otoño e Invierno”, comenta.
Héroe sin capa
Después de acumular incontables kilómetros durante más de 3 décadas corriendo tanto en asfalto como en “trail” (carreras a campo traviesa), Alejandro, mejor conocido como “El Peluches”, quiso darle un giro importante a su vida deportiva para compartir con sus compañeros experiencias, para motivarlos y alentarlos a que lleguen juntos a la meta.
“Lo que más me gusta de correr es ver a la gente sonreír, ver a los niños aunque sea por un ratito”.
Por ese motivo tuvo una idea que podría ayudar a contagiar de risas y alegrías a los corredores.
Alejandro dio vida a este personaje primero montando unos cuantos muñecos de peluche en una cangurera, pero al paso de los kilómetros terminaban por caerse, por lo que tuvo que replantear su traje.
En un chaleco de mezclilla decidió colocar los peluches, unos regalados y otros comprados de segunda mano en un tianguis; con unas calcetas tricolores, un sombrero de copa con más peluches, unos lentes rojos de corazón, armado con un par de bocinas y, a veces, hasta una matraca, “El Peluches” está listo para correr sin importarle el esfuerzo físico extra que implica la caracterización.
“De diez a quince kilos pesa el traje, y luego se desabrochan los seguritos y me van dando lata, pero para mí eso vale mucho por los momentos que comparto con la familia, por que para mí es una familia de corredores”, dice.
En cualquier carrera el cuerpo experimenta cambios, si es una distancia considerablemente larga o demandante el caso es mayor, es común que cuando ya se han avanzado varios kilómetros el ánimo baje, las piernas pesen, que la falta de glucosa haga estragos y las paredes empiecen a aparecer
En muchos casos obligan a los corredores a dejar a un lado su meta y fracasar en su intento, sin embargo cada que ‘El Peluches’ aparece en el camino, los corredores reciben una dosis de energía y sobre todo de alegría, una combinación muy eficaz para evitar desistir y seguir corriendo.
A 11 años de que Ruiz Olivares creó su personaje, se siente aliviado, ya que cree que lo que hace no sólo ayuda a sus compañeros de carrera, también motiva a los espectadores, sobre todo a los niños que ven al personaje y se divierten de observarlo con un traje que pesa más con cada metro.
Cada gota de sudor hace que los peluches se vuelvan una carga cada vez más difícil de llevar, pues su traje, que en un principio pesaba 10 kilos, al terminar la carrera puede llegar a pesar hasta el doble; lo que implica un esfuerzo casi sobrehumano para Alejandro.
Un sueño por cumplir
“Seguir motivándolos a que hagan deporte, y más si es correr, es mi función, alentarlos, animarlos, que no se queden, y así como le echan ganas a la carrera, que le echen ganas también a la vida, yo nada más soy un instrumento que Dios pone en el camino”.
Mientras, seguirá corriendo con el corazón por delante para llevar ánimo y alegría a todos aquellos con quienes comparta unos kilómetros en alguna carrera.
“El deporte me sacó del hoyo, yo estuve en la lumbre muchas veces y nunca me quemé, nunca me gustó probar aquí, probar allá, nunca me gustó, al final siempre hay dos caminos, el bueno y el malo, y ya decide uno qué es lo que le conviene”.
Sería bueno que cuando lleguemos a verlo correr le brindemos un aplauso para que siga llevando su buena vibra y entusiasmo por las calles de esta gran ciudad. ¡Animo Chamaco!