Crónica de una fractura anunciada
El rompimiento que se avecina en el PAN de Nuevo León es un plan fraguado desde hace años por la neocúpula panista, encabezada por el senador Raúl Gracia.
Esta maniobra la inició hace 12 años el legislador para tener el control total de Acción Nacional, proyecto que llegó con la victoria de Mauro Guerra Villarreal como dirigente estatal de este partido.
Y con la salida de panistas tradicionales como Fernando Elizondo Barragán, Fernando Canales Stelzer, Mauricio Treviño, Carlos Domínguez Ahedo y ahora Teresa García de Madero, el PAN no tendrá un contrapeso de opiniones.
Jesús Padilla
El rompimiento que se avecina en el PAN de Nuevo León es un plan fraguado desde hace años por la neocúpula panista, encabezada por el senador Raúl Gracia.
Esta maniobra la inició hace 12 años el legislador para tener el control total de Acción Nacional, proyecto que llegó con la victoria de Mauro Guerra Villarreal como dirigente estatal de este partido.
Y con la salida de panistas tradicionales como Fernando Elizondo Barragán, Fernando Canales Stelzer, Mauricio Treviño, Carlos Domínguez Ahedo y ahora Teresa García de Madero, el PAN no tendrá un contrapeso de opiniones.
La democracia de esta partido quedará prácticamente en cenizas.
Gracia, como secretario del PAN cuando era dirigido por Rebeca Clouthier en el 2003, comenzó su propósito de controlar a este partido, así como a su millonario presupuesto.
Extendió su influencia en San Pedro y negoció con Mauricio Fernández para tener un control de la militancia de ese municipio.
Fernández, con apoyo de Gracia, se postuló como candidato a la gubernatura de Nuevo León, pero perdió abrumadoramente ante el exgobernador Natividad González Parás.
El plan del senador Raúl Gracia por el control del partido estaba en marcha.
Clouthier presentó su renuncia en el 2006 al cargo con carácter de irrevocable, aludiendo motivos personales; Raúl Gracia se quedó como presidente interino de este instituto político y comenzó a marcar su dominio.
Negoció con la cúpula tradicional para llevar a Juan Carlos Ruiz como dirigente del PAN local en el 2006.
Sabía que al tener influencia en el PAN, podría imponer a sus candidatos afines para los escaños de diputado local y federal.
Pero en esa época la vieja cúpula aún tenía peso en el panismo nuevoleonés, y decidieron lanzar a Fernando Elizondo Barragán como candidato a la gubernatura en el 2009.
Durante su estancia en la dirigencia, Ruiz comenzó la polémica afiliación masiva de panistas para conseguir el control del padrón de militantes en municipios clave como Monterrey, San Nicolás, Guadalupe, Santa Catarina y San Pedro.
Juan Carlos Ruiz simbolizó a la neocúpula durante su periodo como dirigente blanquiazul, incluso acompañó a Mauro Guerra en su bunker durante la elección interna del domingo pasado.
Crece dominio de Gracia
El senador hizo una alianza con Zeferino Salgado, líder del grupo San Nicolás, y junto con Fernando Larrazabal y su División del Norte, para tener mayor dominio hacia el interior del partido.
La neocúpula año con año tomaba fuerza en el PAN, y hasta se hicieron llamar la Santísima Trinidad, integrada por el Grupo San Nicolás, División del Norte y el grupo del senador Raúl Gracia, mientras la cúpula tradicional se debilitaba.
Sin embargo, la vieja cúpula resurgió y mantuvo a Sandra Pámanes como dirigente de Acción Nacional del 2009 al 2011.
La llegada de José Pérez Bernal a la dirigencia hizo creer que el panismo de Nuevo León estaba unido, pero sucedió lo contrario.
Aunque Pérez Bernal contaba con el apoyo de Tere García de Madero, Fernando Elizondo y Fernando Canales Stelzer, éstos comenzaron a renunciar al partido desde hace tres años.
La más reciente fue García de Madero, y con eso se aviva la amenaza de una desbandada de integrantes del ala tradicional del blanquiazul.
Sin un contrapeso de opiniones en el PAN local, la neocúpula dirigida por el senador Gracia, Salgado con su grupo San Nicolás, y la División del Norte de Serrano, no habrá otra fuerza que seleccione a los candidatos idóneos.
… Y sin credibilidad
La elección para la renovación de la dirigencia estatal del PAN evidenció que este partido está en declive y sin credibilidad.
La poca participación de la militancia, que sólo llegó al 42 por ciento, abre la puerta para cuestionar qué está sucediendo con este partido, que quedó en cenizas en las pasadas elecciones electorales del 7 de junio al situarse como la tercera fuerza política.
Esta cifra contrasta con lo que esperaba la Comisión Organizadora de Elecciones, pues pronosticaba una participación del 80 por ciento ya que sería abierta a la militancia.
Cabe recordar que antes el dirigente panista era elegido por medio de grupos del Consejo Directivo Estatal del PAN.
Las cifras no mienten. En las votaciones del pasado domingo, la Comisión Organizadora de Elecciones informó que un total de 14 mil 785 militantes acudió a elegir quién sería el próximo líder de Acción Nacional en la entidad.
En la comparación con las elecciones internas para elegir a su candidato a la gubernatura, la respuesta fue mucho mayor de los militantes panistas.
La misma Comisión informó que se tuvo una asistencia del panismo de Nuevo León de 16 mil 400 militantes.
La celebración de los panistas al ser elegido Felipe de Jesús Cantú como su candidato fue lleno de colorido y apoyo, en contraste con el pobre festejo en el bunker de Mauro Guerra Villarreal, como nuevo líder estatal del PAN.
La vieja cúpula extinta
La vieja cúpula, precursora del panismo en esta entidad, está desapareciendo. La salida de Tere García de Madero podría ser el antes y después del PAN local.
Se estima una posible desbanda de al menos unos 4 militantes, quienes votaron por ella el pasado domingo en la lucha por la dirigencia estatal de Acción Nacional.
Con la salida obligada de Carlos Domínguez Ahedo de la dirigencia estatal en el 2003, este grupo comenzó a perder poder dentro del PAN.
Y con la llegada del senador Raúl Gracia como secretario del partido, empezó a escribirse una nueva historia de grupos hacia el interior del organismo.
La fuerza de la vieja cúpula es casi nula hoy en día, por lo que perdió posiciones simbólicas en las pasadas elecciones internas.
Con el triunfo de Mauro Guerra Villarreal como el nuevo dirigente de Acción Nacional, la vieja cúpula no tendrá voz ni voto en este partido.
Todo quedará en manos de la neocúpula panista integrada por el Grupo San Nicolás, de Zeferino Salgado; la División del Norte, de José Serrano e Iván Garza, y el grupo del senador Raúl Gracia.
Los panistas identificados con el ala tradicional fueron prácticamente excluidos del proceso de selección y designación de candidatos para cargos federales y locales en las elecciones de julio del 2012.