Deja todo por ayudar a otros en situación de calle
Ricardo Sámano dejó su trabajo e hizo un cambio radical en su vida para ayudar a personas en situación vulnerable en la Ciudad de México, como integrantes de la comunidad de la diversidad sexual o personas con VIH sin hogar
David MartínezHace un mes y medio, Ricardo Sámano tuvo que tomar una de las decisiones más importantes de su vida: seguir con sus estudios y su trabajo, o ayudar a personas en situación de calle.
Hasta finales de junio pasado, él trabajaba en un restaurante y estudiaba la licenciatura en Comunicación y Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Ahora, su casa es un refugio para cuatro miembros de la comunidad LGBTTTI+ que vivían en la calle, acompaña a casos de VIH positivos y ofrece comida a personas en situación vulnerable.
El activista de 27 años de edad cuenta que desde siempre le ha gustado ayudar a los demás y en medida de sus capacidades lo hacía.
Pero hace un mes y medio tuvo que decidir entre seguir con su labor social de medio tiempo o dedicar su vida a ello: entonces renunció al restaurante donde era empleado.
Sámano menciona que la discriminación contra las personas con VIH o de la comunidad de Lesbianas, Gays, Transgénero, Transexuales, Travestis, Intersexuales y más (LGBTTTI+) en situación de calle es grave.
Porque se mezclan varios factores de exclusión: ser de la comunidad de la diversidad sexual, no tener un hogar y padecer una enfermedad estigmatizada socialmente.
Dichos grupos sociales están entre los más discriminados y que más padecen el rechazo de la población en general.
Según la Encuesta Sobre Discriminación (EDIS) 2017 del Consejo Para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) de la Ciudad de México, los gays son el segundo grupo vulnerable que más padece discriminación, las personas con VIH el octavo y las poblaciones callejeras el número 17.
Cercano a las personas en situación de calle
Ricardo cuenta que hace un año y medio, al ver las carencias de las personas de la comunidad de la diversidad sexual en situación de calle y que principalmente se dedicaban a la prostitución, decidió empezar a ayudarles con comida.
Posteriormente, empezó a hacer acompañamientos para apoyarlos y que pudieran hacerse pruebas de detección de enfermedades de transmisión sexual como el VIH o la sífilis. Fue a través de esa cercanía que se dio cuenta de la forma de vida que padecían.
“Que tengan acceso a los servicios de salud es difícil porque muchos no tienen ni siquiera identificación”, dice el joven que también es integrante de la comunidad LGBTTTI+.
Además, la gente a la que él ha ayudado, le ha comentado que en los albergues habilitados para personas en situación de calle por parte del Gobierno de la Ciudad de México no existe una atención integral.
“No existen lugares que atiendan de manera integral a las personas en situación de calle, menos a los miembros de la comunidad, no les hacen pruebas de detección de enfermedades”, señala.
Fue así como su labor de activista aumentó y empezó a ser desgastante trabajar en un restaurante y también ayudar a las poblaciones vulnerables.
“Con la pandemia de COVID-19, en donde trabajaba nos hacían ir cada tercer día a laborar por la baja afluencia de clientes y tenía más tiempo, pero con el reinicio de actividades fue muy desgastante y ya casi no tenía tiempo, por eso renuncié a mi trabajo para dedicarme de tiempo completo a esto”, declara.
Estos factores fueron los que hicieron que su departamento localizado en la alcaldía Cuauhtémoc se convirtiera en un refugio.
Actualmente, vive con cuatro personas que antes estaban en situación de calle y a quienes da albergue.
“No están permitidas las drogas. Por comodidad somos cuatro personas nada más, pero a veces hay quienes vienen solo a comer o bañarse y se van otra vez”, cuenta.
Además de los miembros de las poblaciones mencionadas a las que les ha proporcionado un refugio, Ricardo lleva comida al Monumento a la Revolución a quienes no tienen hogar.
Agradecer el apoyo
Como se quedó sin trabajo, Ricardo también dejó de tener una fuente de ingresos estable. Sin embargo, dice, la solidaridad de la comunidad se ha hecho presente.
“Muchas personas y organizaciones nos han ayudado con donativos, la verdad estamos muy agradecidos”, dice.
Además, el joven trabaja con otras dos personas que colaboran en su labor social: Óscar y Jonathan, quienes lo han acompañado en su nueva etapa altruista.
Por el momento, el activista no cree que pueda crecer más su refugio y dar albergue a más personas. Sin embargo, quiere dedicar toda su vida a ayudar a los menos favorecidos.