Al presentar su libro La Cancelación: El Pecado Original del AMLO, Javier Jiménez Espriú conversa con Reporte Índigo sobre las cuestiones, principalmente económicas, que llevaron a poner fin al proyecto de Texcoco y las condiciones que dieron pie a la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
También destaca que escribió el libro “con la mayor sencillez posible, para que lo entienda todo mundo, y con mi verdad, con mi compromiso con la verdad”, pues considera que la cancelación fue el proyecto de infraestructura más discutido y, simultáneamente, un debate superficial donde no se apreció de manera integral la amplia gama de cuestiones, en parte a la alta politización.
En su nuevo libro, editado por Grijalbo, el exsecretario de Comunicaciones y Transportes del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador relata que, previo a la polémica cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, “no había un solo centavo de inversión privada” en la obra que, además, había duplicado su costo tan solo en la primer etapa.
“Decían que era inversión privada porque la Tarifa del Uso de Aeropuerto la habían vendido, teóricamente en términos vulgares, a un fideicomiso creado en la Banca de Desarrollo y, por lo tanto, ya era un fideicomiso privado. Ya ese dinero, que era con el que se pagaba, era privado. No, era dinero público que venía de la TUA del Aeropuerto de la Ciudad de México”.
“La TUA funcionaba como garantía para los créditos solicitados a la iniciativa privada del 10 por ciento de interés real anual, les daban opciones de tener derecho de veto de las decisiones del aeropuerto, asientos en el consejo del aeropuerto y cuotas patrimoniales. Entonces dijimos ‘aquí hay algo espantosamente raro’”, confiesa.
Obra a sobrecosto
Al comenzar los trabajos de transición en 2018, el Gobierno entrante se percató de que la estimación original de 168.8 mil millones de pesos, a razón de 13.3 mil millones de dólares, por dos etapas del NAIM se había duplicado hasta los 305 mil millones por solo la primera etapa, por lo que aún se requería conseguir otros 88 mil millones de pesos.
En distintos pasajes del libro, Jiménez Espriú recuerda que incluso Alfredo Elías Ayub, cabeza del aglomerado entre el Gobierno federal y las empresas involucradas en el NAIM, reconoció el excesivo costo del proyecto. O cómo Carlos Slim terminó por darle la razón respecto a que no se tenía una fecha exacta de cuándo se podría concluir la obra.
Esto además de otras irregularidades que levantaron sospechas y fueron denunciadas ante las instancias correspondientes una vez que López Obrador asumió el Ejecutivo federal.
Aunque el extitular de la SCT reitera que no fue por los posibles actos de corrupción que se decidió cancelar la obra del NAIM.
La importancia del AIFA
Respecto al AIFA, que el primer mandatario inauguró el día de ayer en la base militar de Santa Lucía, recuerda que, cuando se discutió el proyecto que terminaría por sustituir al NAIM, el que la obra y eventual administración quedara en manos de las Fuerzas Armadas “se manejó después, no tuvo que ver en la discusión previa de la decisión final”.
Esto pues, recuerda, la propuesta original era administrar el aeropuerto civil por medio del grupo y sistema aeroportuarios, entregando los beneficios al Ejército a manera de pago de renta por utilizar las instalaciones de la base aérea de Santa Lucía.
“Ya después se tomó la decisión de que fuera el Ejército el que lo manejara y que manejara otras cosas.
“Tengo 85 años casi. Esa opinión de que las cosas civiles son para los civiles y las cosas militares para los militares las tengo desde niño”, considera Jiménez Espriú, quien dejó la SCT en julio de 2020 por no estar de acuerdo con traspasar la Dirección de Puertos y Marina Mercante a la Secretaría de Marina.
Siendo que la propuesta original era cambiar el hub del NAIM por un Sistema Aeroportuario Metropolitano integrado por el Felipe Ángeles (AIFA), el Benito Juárez de la Ciudad de México y el de Toluca, con una ampliación de capacidad de estos dos, Jiménez Espriú también considera que las condiciones actuales brindan una oportunidad para el crecimiento acorde a la demanda.
“La saturación se solucionó, lamentablemente, por la pandemia y ahora tenemos la oportunidad de empezar a crecer, ahora que empieza nuevamente la necesidad aeroportuaria, de tener ya un aeropuerto. Cosa que no habría sido posible de haber continuado el otro, no tendríamos más que el Benito Juárez, porque el otro iba a terminarse en cuatro o cinco años”.
Como argumento, recuerda que, durante la pandemia, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México pasó a atender entre 20 y 25 millones de pasajeros, en contraste con la saturación de 50 millones antes de la emergencia sanitaria. En tanto que el de Toluca tiene capacidad para otros ocho millones anuales, pero solo atiende 400 mil.
“Es para mí también una feliz coincidencia que surja mi libro un poco antes de la inauguración del aeropuerto, el cual creo que será un éxito, resolverá los problemas aeronáuticos del Valle de México y del país, que va a recibir cada vez mayor cantidad de visitantes. Le deseo a ese aeropuerto un crecimiento importante y exitoso para México”, concluye.